Desde el momento en el que un bebé llega al mundo, sus padres suelen cuestionarse su alimentación: si comen mucho, poco, si lo hacen muy frecuentemente o si deberían hacerlo más a menudo. Sin embargo, es difícil determinar el momento en el que debes preocuparte si tu bebé no quiere comer.
Lo más importante es observarle para saber si estás frente a algún problema que requiera atención especializada, y para ello debes tener en consideración los siguientes aspectos:
- Si tu bebé tiene catarro, fiebre o incluso si le acaban de poner una vacuna, es probable que disminuya su apetito. Si a los tres o cuatro días no mejora, acude al pediatra.
- Comprueba que no le duela la tripa o que la tenga dura, que haya diarrea, estreñimiento o vómitos. En tal caso, es probable que exista algún problema digestivo que requiera atención médica.
- Si tu bebé no ha comido bien desde que nació, conviene evaluar que no tenga reflujo o intolerancia a la lactosa. Ambos pueden presentar molestias de mayor o menor grado en los bebés y necesitan ser atendidos.
Por último, toma en cuenta tus expectativas. Es posible que tu hijo coma menos de lo que tú crees que debería comer porque está satisfecho y sus necesidades alimenticias están cubiertas.
Acerca de su fisiología
Si no tienes tan claro cuánto es poco y cuándo deberías preocuparte, ten en cuenta que la cantidad de comida que ingiere un bebé va en relación a su tamaño.
Para que te hagas una idea, a los 10 días de nacido el estómago de un bebé tiene el tamaño de un huevo de gallina. Durante el primer año, un recién nacido crece 20 cm y engorda 6 o 7 kg. Después, su crecimiento se ralentiza y, por lo tanto, también su apetito.
Muchos niños empiezan a comer más hacia los cinco o siete años, cuando aumenta su tamaño corporal. Sin embargo, debes tener presente que la cantidad de alimento que cada persona necesita es muy variable, así que evita las comparaciones.
¿Sabes qué nos aporta la comida?
En este tema, el pediatra Carlos González tiene mucha luz que arrojar con su libro ‘Mi niño no me come’. Él nos explica que la función de la comida es mantenernos vivos, ayudarnos a crecer y aportar la energía suficiente para movernos.
Y aquí conviene que tomemos en cuenta cómo es la vida de un bebé. Por un lado, la cantidad de comida que necesitamos va en relación de nuestro tamaño, por lo que si los niños no estuvieran creciendo, necesitarían mucha menos comida que un adulto, porque son mucho más pequeños.
Por otro lado, la energía que gastan tampoco es tanta como la que pensamos, sobre todo la de los bebés, que pasan gran parte del tiempo acostados o en brazos. Incluso cuando comienzan a andar, el desgaste energético que tienen es mínimo. Ten en cuenta todo esto antes de alarmarte en exceso.
Hábitos saludables a la hora de comer
- Nunca obligues a tu hijo a comer. Resulta contraproducente forzarlos a comer, terminarán por asociar la comida a un momento desagradable. Confía en él cuando no quiera más y ofrecerles pequeñas cantidades.
- Asociado al punto anterior, crea un ambiente agradable en torno a la mesa y nunca lo castigues o chantajees a través de la comida.
- Ten paciencia cuando le ofrezcas nuevos alimentos. Incorpóralos de uno en uno e inténtalo varias veces hasta que se acostumbre a su sabor o textura. Si no le gusta algo, respétalo. A los adultos tampoco nos gustan todas las comidas.
- Pon a su alcance opciones saludables. Cuando empiece a comer sólidos ofrécele fruta o frutos secos y evita los azúcares y alimentos refinados o procesados.
- Combina alimentos que ya conoce y acepta, con otros nuevos.
- Sé un buen ejemplo. Los hábitos si comienzan a temprana edad, se asimilan mejor. Es importante que te vean comer alimentos saludables.
- Si tu bebé empieza a comer, ponle varios alimentos al alcance de su mano y que vaya probando en función de lo que le apetezca. Fomentarás su autonomía dejándolo participar en las tareas de la cocina como poner la mesa, dejar que se sirva y que decida las cantidades que comerá.
- Establece rutinas. Los niños necesitan saber qué es lo siguiente en su día para sentirse seguros. Fija un horario, un lugar y un tiempo para comer.
Bibliografía
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- Béliz Mendiola, C., Coria Postigo, P., Ruiz Rojo, H., & Escudero Vaquero, I. (2013). Guia para la introducción de la alimentación complementaria. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús
- Massa, J. L. P. (1998). Los trastornos alimenticios en la primera infancia: mi niño/a no me come nada. Psiquis: Revista de Psiquiatría, Psicología Médica y Psicosomática