Pese a ser una de las materias más odiadas durante el periplo educativo de gran parte de los adolescentes, la filosofía también despierta pasiones inimaginables en mucha gente.
Aquellos que gustan de analizar las cuestiones esenciales de la existencia humana podrían pasar horas hablando de ello. Sin embargo, ¿se puede generar un sentimiento similar mediante la filosofía para niños? Profundicemos en este aspecto.
La filosofía es una doctrina que se encarga de buscar explicación a preguntas básicas y elementales que el hombre tiene acerca de su propia existencia. Se basa en el raciocinio para determinar principios generales acerca de la realidad y el propósito de la vida del hombre en la Tierra.
Por ser un campo muy abstracto y que requiere de un profundo análisis y reflexión para encontrar, a veces, una respuesta que no llega a solucionar ningún planteo, suele ser odiada por muchos adolescentes.
Sin embargo, existe una forma de aplicarla que puede despertar interés en los más pequeños. La filosofía para niños les abre la puerta a un mundo que nunca se habrían imaginado.
“La filosofía es la ciencia que complica las cosas que todo el mundo sabe”
–Juan Benet–
Filosofía para niños: ¿en qué consiste?
Dado que los niños no han desarrollado aún (al menos no plenamente) su pensamiento abstracto, no podemos esperar de ellos razonamientos profundos o reflexivos. Sí, por el contrario, podremos ver que muchas cosas despiertan en ellos curiosidad. Y esto también tiene que ver con la filosofía.
¿En qué sentido son similares? En que los filósofos buscan la explicación de cada acontecimiento en la vida. De igual modo, los niños quieren saber qué pasa, por qué y qué va a pasar después. Como vemos, la esencia del modo de pensar es casi la misma.
Estos son algunos temas que despiertan interés en los niños:
- Cómo surge la vida.
- Qué es la muerte y a dónde van las personas que fallecen.
- Quién es Dios.
- Cómo saber si una acción es mala o buena.
- Cuáles son los valores importantes en la vida.
Beneficios de la filosofía para niños
La filosofía para niños puede brindarles grandes beneficios. Primero, en el ámbito cognitivo, ya que desarrollarán un pensamiento crítico que los llevará a entender mejor todo lo que pasa a su alrededor.
Pero también en lo emocional, ya que esto aumentará su confianza y su satisfacción por conocer lo que los rodea.
Entonces, estos beneficios son:
- Surgimiento de un pensamiento crítico y analítico.
- Interpretación de acciones y procesos de las personas.
- Comparación de actos buenos y malos para elegir los mejores.
- Reflexión sobre las acciones propias para no repetirlas o mejorarlas.
- Comprensión de los sentimientos de los demás.
- Generación de empatía y capacidad de ponerse en el lugar del otro.
- Fomenta la creatividad y la inteligencia lateral, es decir, el pensamiento “fuera de la caja”.
“No puedo enseñar nada a nadie. Solo puedo hacerles pensar”
–Sócrates–
¿Cómo se implementa la filosofía para niños?
Los ámbitos donde estos saberes pueden ser transmitidos a los niños son la casa y el colegio. Existe mucho material redactado por profesionales que apunta a introducir a los niños en este campo.
El objetivo es “sembrar” en ellos planteamientos esenciales como los anteriormente citados a través de novelas o cuentos en los que los protagonistas también son niños. Una vez leída y analizada la historia, seguramente el niño tendrá las mismas inquietudes que sus personajes.
Además, estos libros suelen venir acompañados de manuales para profesores y padres. Así, ante cada historia, ellos sabrán a qué aprendizaje deben apuntar. Esto dependerá del contenido: cómo nacen los hermanos, a dónde van los abuelos cuando mueren, quién es Dios, por qué es importante ser buenas personas y cómo lograrlo.
Lo mejor de este modelo educativo es que rompe con el paradigma más frecuente de la transmisión incuestionable de conocimientos. Por el contrario, incita a los niños a poner en duda cada una de las cosas que ven.
Origen de la filosofía para niños
Philosophy for Children fue un programa creado por el psicólogo estadounidense Matthew Lipman en la década de los 60. Para capacitar a los profesores que deseen aplicar este método, Lipman fundó el IAPC, el Instituto para el Desarrollo de la Filosofía para Niños.
Lipman y sus colaborades tenían como objetivo central transformar la educación en una experiencia globalizadora, no únicamente limitada al ámbito escolar. Su finalidad no debería ser solo comunicar realidades ya listas, sino también ayudar al niño a cuestionarse y a buscar sus propias respuestas.
Como observamos, la filosofía para niños puede producir un modo de pensar totalmente diferente al que propicia la educación actual. Por eso se trata de un método innovador que poco a poco está siendo considerado por más instituciones educativas. La enseñanza personalizada y el diálogo son factores centrales para que este tipo de aprendizaje pueda concretarse.