Las emociones primarias surgen como respuesta a estímulos, pensamientos, recuerdos o anhelos. Provocan cambios de humor, para bien o para mal, asociados a la alegría, la tristeza o la ira, entre otros. A continuación, veremos cómo se manifiestan estas emociones en los más pequeños.
Los seres humanos somos seres con capacidad de raciocinio y en relación constante con nuestros pares, quienes viven en la misma situación que nosotros. Este intercambio genera que atravesemos por diferentes estados de ánimo, que dependen de los estímulos y respuestas que recibamos de este contexto y sus participantes.
¿Cuáles son las emociones primarias?
De acuerdo a Paul Elkman, un psicólogo estadounidense pionero en el estudio de las emociones primarias, se distinguen seis:
- Alegría: ligada al placer, el disfrute y el entretenimiento, proporciona un estado de calma en el que se anulan prácticamente todas las sensaciones negativas.
- Tristeza: suele estar causada por acontecimientos malos, como las pérdidas, las rupturas o las peleas. Provoca una caída brusca en los niveles de energía y motivación. Además, puede causar depresión (en casos extremos) y también tener consecuencias físicas.
- Miedo: hace que el cuerpo se ponga en estado de alerta ante una amenaza, ya sea real o imaginaria. Lo generan sentimientos como la preocupación, ansiedad o inquietud. En casos graves, puede ser el origen de fobias.
- Ira: como está ligada al enojo, la indignación o hasta el odio, es una emoción típicamente causada por el accionar de otros humanos. La ira prepara al cuerpo para emprender una acción enfáticamente. Las manos reciben más sangre, en caso de que necesiten ser usadas como armas.
- Asco: lo genera un olor o gusto extremadamente feo o una representación de ellos, como una fotografía. Causa cambios en el organismo, como el fruncimiento de las fosas nasales, que intentan evitar el ingreso de ese olor que no nos gusta.
- Sorpresa: aunque no nos demos cuenta, el movimiento de arquear las cejas y abrir los ojos al máximo nos permite una mayor entrada de luz. De este modo, podremos observar mejor lo que ocurre y buscar una reacción apropiada.
¿Cómo se manifiestan en los niños?
Por lo general, los niños son sumamente transparentes a la hora de expresar sus emociones. Aunque se trate de alegría, tristeza o miedo, difícilmente el niño no lo exterioriza.
La expresión de sus emociones primarias es bueno para el niño. Salvo que algo lo inhiba en determinado momento, podrás ver claramente cuándo un niño está contento, triste y enojado.
“Cada emoción tiene su lugar, pero no debe interferir con la acción adecuada”
–Susan Oakey-Baker–
Que esto ocurra es perfectamente normal, dado que todavía no ha interiorizado las “trampas” para esconder los sentimientos y emociones. Eso que nosotros llamamos “disimular” no es algo que los pequeños sepan ni pretendan poner en práctica.
Si no se exteriorizaran, de acuerdo a los especialistas en psicología infantil, sería común que se presentasen problemas de conducta causados por reacciones desmedidas frente a los estímulos recibidos.
Si alguna vez notas que tu hijo elabora respuestas que no encajan con lo que está ocurriendo, es probable que tenga inconvenientes para identificar, comprender y responder a sus emociones. Un ejemplo claro son las rabietas frecuentes en niños mayores a los dos o tres años de edad. Otro podría ser un cuadro de extrema felicidad y euforia frente a sucesos cotidianos.
Consejos para ayudar a los niños a desarrollar su inteligencia emocional
La conciencia emocional es la capacidad para reconocer las emociones y ser capaz de poner nombre a dicha emoción. Esto contribuye al desarrollo y al bienestar emocional de las personas. Expresar y controlar las emociones primarias es un objetivo educativo básico para favorecer el propio proceso de desarrollo.
Estas son algunas recomendaciones para colaborar en este aprendizaje:
- Dialoga con él en tu casa. Pregúntale sobre sus emociones en determinadas circunstancias, qué hizo que reaccionara así y qué tendría ganas de hacer. De este modo, además, podremos guiarlos a responder de manera positiva ante una mayor cantidad de situaciones.
- Estimula su intelecto: lo puedes hacer a través de la construcción de un ambiente que posibilite el acceso a la lectura, las actividades pedagógicas y los espacios de juego. Además, relacionarse con otras personas en estos ámbitos le ayudará a experimentar y conocer sus sentimientos.
- Impulsa el análisis de su entorno: no es correcto entrar gritando o riendo a un lugar donde todos están tristes. Es importante que el niño aprenda a reconocer bajo qué circunstancias puede expresarse de una determinada manera y en cuáles no.
Bibliografía
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