Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de las enfermedades mentales tienen su inicio en la adolescencia, aunque muchas de ellas no son detectadas ni diagnosticadas a tiempo. Sin lugar a dudas, esto influye en la calidad de vida de los jóvenes.
Por otro lado, también se advierte que la promoción y prevención de la salud es clave, tanto para promover mejores hábitos como para detectar problemas de manera oportuna. En este sentido, la tarea empieza en casa y a temprana edad. A continuación, encontrarás actividades para que tus hijos aprendan a cuidar su salud mental.
Fomentar la salud mental desde el hogar
El cuidado de la salud mental no es «asunto de grandes» ni tampoco tiene que ver únicamente con realizar terapia. La búsqueda del bienestar consiste en distintos actos cotidianos, pequeños, pero de enorme alcance.
Son estos actos los que sientan una base para la salud mental de tus hijos. Sin embargo, no se dan de una vez y para siempre, sino que deben practicarse y ejercitarse de manera continua. De eso se trata el cuidado. Pasar tiempo en familia, compartir actividades con los hijos, valorar sus aprendizajes, entre otras cosas, forma parte de los factores protectores de la salud mental.
Por el contrario, un contexto hostil, violento, negligente o de baja estimulación, también es capaz de atentar contra la salud mental de los chicos. Es por eso que, mucho de lo que se vive y se aprende en casa en los primeros años de vida, puede forjar buenos hábitos o hábitos destructivos. Es decir, hay que prestar más atención a lo que sucede puertas adentro del hogar.
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Actividades para enseñar a los niños a cuidar su salud mental
A continuación, algunas actividades cotidianas que son significativas para practicar en casa el cuidado de la salud mental y enseñarles a tus hijos la importancia de cuidar de sí mismos desde temprana edad.
1. Emplear cuentos, series o canciones para hablar de la importancia de las emociones
Es importante que tus hijos aprenden a reconocer y gestionar aquello que sienten. Por ejemplo, si notas que a tu hijo le ocurre algo, puedes hacer un paseo o compartir una comida y preguntarle cómo se siente. También pueden ver una película y luego comentar sobre los personajes y lo que sienten. Hablar a través de otros puede ser el puntapié para empezar a hablar de uno mismo.
Si se trata de adolescentes, quizás conversar respecto de sus «ídolos». Hoy en día, muchas figuras públicas se animan a compartir su malestar en redes sociales. De esta manera, podrás acercarte a ellos, mostrándoles que no hay nada malo en pedir ayuda o en sentirse triste.
2. Realizar actividad física
La salud es una sola y se nutre tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente. Mantenerse activos influye notablemente en el estado de ánimo y en la sensación de bienestar. Por eso, es necesario que le señales a tu hijo la importancia de la actividad física y de realizar ejercicio. Puedes compartir con tu hijo una caminata o algún deporte para fomentar este hábito.
Al mismo tiempo, enséñale a amar y respetar su cuerpo. Evita hablar de los cuerpos de otras personas o a presionarlo con su peso o su talla. Es necesario educar en la diversidad corporal. Por otro lado, también es importante que los chicos y chicas puedan descansar bien y dormir lo suficiente. El sueño es reparador, ya que, entre otras cosas, permite que el cuerpo se recupere del esfuerzo del día.
3. Dedicar tiempo a uno mismo
Poder pasar el tiempo realizando aquellas cosas que te gustan, sin dudas, contribuye a una buena salud mental. Por eso, es bueno que tus hijos exploren y conozcan hobbies, que se animen a participar de diferentes propuestas con las que se sientan bien.
Hoy el mundo vive un ritmo vertiginoso y los niños y adolescentes tienen que cumplir con múltiples obligaciones. Empezar por dejarles tiempo libre para que pinten, dibujen o corran, es apostar por una vida en donde el tiempo personal se disfruta y es sinónimo de autocuidado.
Puedes proponerle elaborar una lista con aquellas cosas que le gustaría hacer por primera vez o que disfruta: una salida al parque, cocinar, entre otros. Tú deberás hacer lo mismo. Luego, una vez por semana, pueden elegir de la lista del otro algo para compartir en conjunto.
4. Organizar planes con amigos
Fomenta que tu hijo tenga amistades y distintos grupos sociales: de la escuela, del club, del barrio. Luego, organiza actividades en casa, desde noche de pijamas y «pelis» hasta una salida al aire libre. Poder entablar relaciones positivas con las personas es una fuente de bienestar y de salud.
5. Animar a tus hijos a hablar de sus dificultades y a agradecer lo positivo y los logros
Confiar en uno mismo y sentirse positivo es importante para el estado de ánimo. Por eso, al final de cada día o de cada semana, puedes ayudar a tu hijo a hacer un balance sobre aquello que disfrutó y las actividades o situaciones que no fueron tan positivas. Se trata de poder aprender y mejorar lo que no resultó y agradecer por todo lo bonito.
6. Dedicar tiempo a la relajación
Después de un día arduo, puedes sugerirle a tu hijo realizar ejercicios de respiración o de relajación, con meditaciones guiadas que le ayuden a estirar o «aflojar» toda la tensión contenida en el cuerpo.
7. Establecer una rutina
Las rutinas ordenan, ayudan a organizar y a tener cierta previsibilidad sobre lo que va a suceder. De higiene, de alimentación, de estudio, de ocio… tener horarios ayuda a mantener un cierto equilibrio. Puedes diseñar junto a tus hijos un calendario semanal, reservando tiempo para cada asunto de interés.
Por supuesto, no se trata de rutinas rígidas o que no puedan variar en ciertas ocasiones. Por ejemplo, festejar el cumpleaños de la abuela amerita faltar a una clase de deporte.
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Tu propio comportamiento sirve de ejemplo
Además de poner en práctica estas actividades con tus hijos, también debes tener en cuenta que la coherencia entre aquello que dices y haces también es clave. Tu propia conducta transmite un mensaje. Por lo tanto, es clave que puedas generar espacios de autocuidado, así como también sostener hábitos saludables.
Un ejemplo: si quieres que tu hijo no se sienta estresado por la escuela, evita exigirle demasiado con sus notas o presionarlo para que sea un «hijo excelente» en todo. Es decir, no se trata de ser «padres perfectos» o de disimular las dificultades, ya que todas las familias las tienen. De lo que se trata es de ser más conscientes en la educación.
Bibliografía
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