5 claves para cuidar a tu familia sin descuidar de ti misma

Igualar el rol de mujeres a madres y cuidadoras es una visión limitada y esencialista. Las mujeres también tienen que poder disfrutar de espacios de autocuidado.

Claves para cuidar a tu familia sin descuidar de ti misma

El equilibrio entre el cuidado de la familia y el cuidado personal puede ser un desafío constante en la vida diaria. A menudo, nos sumergimos en las necesidades y responsabilidades de nuestros seres queridos, olvidándonos de dedicar tiempo y energía a nosotras mismas.

Es por eso que comentarios como: «necesito recuperar mi vida de antes», «tener una familia era algo que quería y ahora no puedo disfrutarla», abundan entre las mujeres.  ¿Qué solución podemos ofrecerles?, ¿cómo ayudarlas? En primer lugar, una alternativa real contempla actuaciones desde muchos frentes.

Desde políticas públicas que pongan en la agenda a los trabajos de cuidado y hagan la vida más compatible con el empleo, hasta prácticas de corresponsabilidad entre los miembros de la familia que permitan tiempo para el autocuidado. Sigue leyendo, en esta nota podrás encontrar algunos consejos para aprender a cuidar a tu familia, sin que ello implique descuidarte en el camino.

No deberías tener que elegir entre cuidarte o cuidar a tu familia

El autocuidado y las responsabilidades familiares no tienen por qué ser excluyentes. Si bien el cuidado suele ir asociado a la maternidad, no hay que invisibilizar a aquellas personas que también cuidan a adultos mayores, a personas con discapacidad, entre otros.

En general, cuando el cuidado es desigual, suele venir acompañado del síndrome del estrés del cuidador, con síntomas como:

  • ansiedad,
  • agotamiento físico y mental,
  • angustia,
  • irritabilidad,
  • pérdida del disfrute,
  • despersonalización,
  • pérdida del sentido de uno mismo.

En este sentido, la experiencia del cuidado no es lineal ni tiene por qué ir en una dirección. Es una experiencia, por lo tanto, es singular y muy personal. Y aunque es bueno escuchar historias de otras personas, no lo es compararse con ellas.

Así como tampoco es conveniente que intentes cumplir de forma rigurosa con un «ideal de maternidad» o de la «hija perfecta», según sea el caso. Cuidar a otras personas puede ser una experiencia gratificante y satisfactoria, puede hacerte sentir útil y quizás sea una forma de agradecer y acompañar a otro. Pero hay «días de días», con emociones tan variadas como intensas.

Recomendaciones para cuidar de tu familia y no descuidarte en el proceso

Cuando se trata de cuidar de tu familia sin descuidar de ti misma, es esencial reconocer que tu propio bienestar es igual de importante. A menudo, nos perdemos en las demandas y responsabilidades diarias, dejando poco tiempo y energía para atender nuestras propias necesidades.

A continuación, exploraremos valiosas recomendaciones y prácticas que  ayudarán a priorizarte, cultivar un autocuidado efectivo y fortalecer tu capacidad para cuidar a los demás de manera saludable y equilibrada.

1. Fomenta la corresponsabilidad

Es bueno que todos los miembros de la familia se impliquen y tengan una tarea asignada. Esto permite mantener el orden y organización, sin sobrecargar a alguien en particular. Por supuesto, hay que tener en cuenta que no todos podrán colaborar de la misma manera.

Por ejemplo, el factor edad influye. Sí, podrás pedirle a tu hijo que ordene sus juguetes, pero quizás no que se ocupe de tender la ropa.

Además, es importante trabajar los estereotipos relacionados con el género, ya que no hay una tarea que se les dé bien de forma «natural» a las mujeres. Las mujeres no nacen sabiendo planchar, por ejemplo, sino que lo aprenden. Por lo tanto, otras personas del hogar también pueden aprenderlo.

2. Trabaja tus propias creencias, prejuicios y limitaciones

Muchas veces, las experiencias personales dejan su enseñanza. Por ejemplo, si te criaste en un entorno en donde tu abuela y tu madre resolvían todas las labores domésticas, es posible que hayas interiorizado ese modelo. Por lo tanto, seguro intentarás imitarlo y cumplir con esas «expectativas de maternidad».

Sin embargo, más que repetir modelos ajenos, vale la pena que te preguntes qué quieres para tu vida y cuáles son tus intereses.  Tienes que permitirte aceptar quién quieres ser y eso no te hace menos mujer o menos madre. Por el contrario, te hace ser más genuina y respetuosa de ti misma.

Por otro lado, también es conveniente que identifiques cuáles son aquellas creencias limitantes que te mantienen «atada» o que te llevan a justificar tu conducta. Por ejemplo, «es que si no lo hago yo, nadie lo hace», «es que solo yo sé cómo prepararle la leche», «es que no se duerme si no soy yo la que le lee un cuento»…

Puede ser que hayas creado un laberinto, uno sin salida aparente, en donde solo tú tienes la llave maestra para resolverlo todo. «Mujeres = madres = cuidadoras», es una ecuación que no se da de forma natural, sino que es construida.

También, es importante que puedas aprender a pedir y a aceptar ayuda y que comprendas que hay múltiples caminos y formas de resolver para llegar a un mismo resultado.

3. Practica la autocompasión

A veces, es muy fácil compararse con otras mujeres y madres y sentir culpa por «no estar a la altura». Por eso, aun cuando te sientes cansada, no te respetas y sigues de largo, como si nada pasara.

Es importante que aprendas a validar tus propias emociones, que entiendas que cada circunstancia es diferente. También que aceptes que a veces haces lo que puedes con los recursos que tienes. Aprende a no ser tan dura contigo misma.

4. Establece límites

Para poder respetar tus espacios y tiempos, es importante establecer ciertos límites. Por ejemplo, puedes empezar por «bloquear» un horario para tus actividades. Es decir, fijar que los martes a las 12 irás al gimnasio y no faltar ni postergar tu plan. De este modo, también tu familia podrá organizarse en torno a tu actividad, sin pensar que estás disponible todo el tiempo.

A veces, podrás ser flexible si es necesario o la ocasión lo amerita. Por ejemplo, faltar a tu clase porque tu hijo se siente mal y debes retirarlo del colegio. No obstante, el objetivo es que aprendas a no ceder en tus actividades.

5. Gestiona tus propios proyectos y espacios

Es cierto que la maternidad puede ser una experiencia transformadora. Sin embargo, más allá de ser madre o cuidadora, también ocupas otros roles: siendo madre, sigues siendo tú, sigues siendo amiga, pareja, profesional. Tu identidad, intereses y tiempo, también son importantes y necesarios. Incluso, reparadores.

En un comienzo, puede ser difícil intentar coordinar tus actividades, tus tiempos y los de tus hijos. Incluso, puede llegar a agobiarte el hecho de intentar hacerlo. Sin embargo, poco a poco, es importante que aprendas a reservar un tiempo y un espacio en el que puedas seguir dando rienda suelta a aquello que te interesa y te hace bien.

¿Deporte, lectura, clases de yoga? Lo que sea. Sin dudas, reencontrarte contigo misma será positivo para tu estado emocional y eso incluso te permitirá conectar mejor con quienes te rodean y así cuidar a tu familia de mejor manera.

El autocuidado, la clave para cuidar también a tu familia

Por último, también vale la pena advertir sobre no caer en la trampa del autocuidado como mandato o como una tarea más. En ocasiones, la sociedad les indica a las madres que deben estar bien, cuidarse y tomarse su tiempo para descansar y conectarse consigo mismas.

Sin embargo, el mercado laboral las presiona a trabajar el doble y a atender múltiples tareas. El Estado no ofrece políticas públicas o leyes que permitan pensar en los trabajos de cuidado como lo que realmente son, un trabajo. La sociedad tampoco acerca o fomenta redes de cuidado y de contención.

Cuando vemos la maternidad como una experiencia que es tanto individual como compartida, podemos hacerla más amigable y compatible con nuestros tiempos.

Al reconocer que cada persona tiene su propia forma de ser madre y que hay diferentes maneras de abordarla, podemos adaptarla a nuestras necesidades y deseos. Esto nos permite buscar la maternidad de una manera más positiva y alcanzable en el mundo actual.

Bibliografía

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