Ortega y Gasset, famoso pensador y filósofo español, decía «yo soy yo y mis circunstancias». Con esta frase, destaca que un individuo jamás es uno. También su contexto y las personas que lo rodean, influyen en su desarrollo.
En este sentido, el rol de la familia en la salud mental es clave. Hoy la familia – bajo las diferentes formas de constitución que existen – son uno de los grupos sociales por excelencia para acompañar e influir en el devenir de sus miembros. Tanto en términos positivos como negativos.
A continuación, podrás conocer cómo tu núcleo familiar podría estar ejerciendo una influencia en tu salud mental y cómo actuar ante ello.
5 formas en que la familia influye en la salud mental
En especial en los primeros años de vida, las personas dependen de su familia y los vínculos primarios. Es por eso que esta unidad social es significativa para el desarrollo de los sujetos. Pero, ¿cómo influyen de forma directa? Veamos.
1. El contexto
La calidad del ambiente influye sobre el desarrollo y la salud mental de los niños. Si un niño se encuentra expuesto a un ambiente estimulante que le permita explorar el mundo, el desarrollo de su cerebro tenderá hacia mayores conexiones cerebrales.
Esto impacta tanto a nivel cognitivo como a nivel emocional, con consecuencias positivas en la autoestima, autonomía, atención, etc. De igual modo, el contexto puede facilitar o dificultar el desarrollo de habilidades sociales, así lo explica un estudio publicado por la revista Persona.
No es lo mismo que el niño cuente con distintas posibilidades a la hora de jugar, como experimentar con texturas, sabores, olores, disponer de espacio propio y practicar ejercicio, que no tenerlo. Por ejemplo, un niño que vive en condiciones precarias o en entornos en los que su única actividad del día sea pasar del móvil a la televisión.
En este sentido, vale la pena destacar – y alertar – que el contexto socioeconómico es un determinante en las condiciones de vida y de crianza. Existen numerosas familias en las que los padres no pueden dedicar tiempo a sus hijos. Pero que también pagar por trabajos de cuidado o planes de ocio.
2. Las relaciones interpersonales
La calidad de los vínculos familiares también ejerce gran influencia sobre la salud mental. En este sentido, suele hablarse de los estilos de crianza o educación y sus relaciones con el tipo de apego que se desarrolla.
Por ejemplo, cuando un estilo de crianza es democrático, resulta positivo y seguro. Así, el apego que se establece le permite al niño desarrollar su autonomía. Además de que se siente seguro, protegido y valorado.
En otro extremo, hay estilos de crianza autoritarios y rígidos, en donde los niños deben obedecer y cumplir normas. En general, los vínculos se establecen sobre la base del miedo y muchas veces sobre el abuso de la autoridad.
Por eso suelen ser niños temerosos, sumisos, que siguen reglas. No hay espacio para desafiarse, para dar lugar a la exploración o creatividad. En la adultez, pueden establecer vínculos igual de autoritarios o bien establecer relaciones de dependencia o sumisión.
3. La comunicación
La forma en la que una familia se comunica puede ser un factor protector o de riesgo de la salud mental de sus miembros. Las teorías que abordan la comunicación con Watzlawick y otros autores a la cabeza, explican que aquellas interacciones que son claras, coherentes en el tiempo y que confirman la presencia del otro, benefician a sus miembros.
Cuando la comunicación descalifica o es confusa, los miembros no saben cómo actuar. Es el tipo de comunicación que se manifiesta a través de las ironías y el sarcasmo. Donde está la paradoja o la doble trampa presente.
Por ejemplo, un «haz lo que quieras», en realidad, esconde un «espero que hagas lo que deseo». Si el miembro de la familia no lo cumple, entonces pueden presentarse situaciones de conflicto o enojo.
4. El modo en que se resuelven los problemas
Todas las familias tienen problemas. Ahora bien, la manera en que deciden resolverlos es determinante en el bienestar de sus miembros. Cuando los problemas se evitan, tarde o temprano acaban «explotando».
También hay problemas que se resuelven con dinero. Por ejemplo, padres culpables por no pasar tiempo con sus hijos intentan suplir las carencias afectivas consintiéndolos en todo.
Por último, ante un problema de salud mental de uno de sus miembros, la concepción que tenga la familia sobre la salud y sobre la ayuda será clave a la hora de pedir ayuda. Si es una familia conservadora y la salud mental es un tabú, será más difícil la apertura y el problema puede complicarse con el tiempo.
5. La presencia de alguna enfermedad o discapacidad en la familia
Con total razón, cuando un miembro de la familia es afectado por cualquier problema de salud, es lógico que padres y adultos se preocupen de dicha persona. Así, se estructuran rutinas, reglas y hábitos en torno a lo que necesita.
Sin embargo, si la situación es crónica, en ocasiones, se descuida al resto de la familia. Así es como se pueden encontrar casos de niños parentalizados o hiperresponsabilizados. Estos ejercen el rol de padres o cuidadores a temprana edad, asumiendo tareas que no corresponden a ese momento vital. Algo así como «crecer de golpe».
En el extremo opuesto, nos encontramos con niños que empiezan a desarrollar otro tipo de síntomas a causa de la desprotección en la que viven o como una forma de expresar todo el estrés que viven.
En este sentido, es importante trabajar en el apoyo e implicación de toda la familia para evitar sobrecargar a unos y descuidar a otros. El rol de cuidador trae satisfacción, pero también implica estrés y agotamiento. Por eso, si no se cuenta con un contexto que acompañe y hay una familia disfuncional, la salud del cuidador empeorará con el tiempo.
Importancia del rol de la familia en la salud mental: ¿cómo puede influir positivamente?
A continuación, algunas recomendaciones que pueden resultar positivas para el desarrollo de todos los miembros del grupo familiar y que ayudan a fortalecer el rol de la familia en la salud mental.
- Compartir actividades en familia. Son una oportunidad para conectar entre todos, disfrutar de tiempo de relax y crear nuevas anécdotas.
- Preocuparse por el bienestar de todos los miembros. Abrir espacios para el diálogo sobre las emociones.
- Educar en el establecimiento de buenos hábitos. A través de rutinas de higiene, de estudio, de orden, etc.
- Establecer reglas claras, con consecuencias ante su incumplimiento. Mantener límites saludables y coherentes.
- Habilitar espacios de autocuidado. Especialmente los primeros años de vida de los hijos, pueden resultar un poco estresantes para los padres. Son muchos cambios y se asumen grandes responsabilidades. Por eso, es importante permitirse espacios de descanso y de ocio,
- Fomentar la corresponsabilidad. Entre todos los miembros de la familia, asignando tareas a cada uno de ellos según la edad.
Apoyar a las familias
Cada grupo familiar irá forjando sus propias rutinas y costumbres. Sin embargo, es necesario señalar que la familia tiene grandes funciones: crianza, cuidados, etc. y, en las condiciones actuales, no siempre puede realizarlo por sí misma.
Por eso, hoy en día, no solo es necesario ampliar la red de apoyo (clubes, familia extensa, amistades) sino que también es importante contar con políticas públicas que apoyen a las familias en su tarea.
Sin dudas, la terapia familiar – incluso también la terapia individual – es una de las formas de acompañar a las familias en los desafíos del desarrollo. Así como también puede resultar útil como un espacio en donde pensar en modos distintos de resolver los problemas y poner fin a patrones relacionales y de conducta negativos.
Bibliografía
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