Cómo se detectan los brotes psicóticos en los adolescentes

No debemos subestimar la aparición de un brote psicótico en los adolescentes. Un diagnóstico temprano facilita el inicio del tratamiento y mejora el pronóstico.

Un brote psicótico puede parecer algo intempestivo, pero suele haber señales que nos permiten anticiparnos a él. En este sentido, la psicoeducación es un recurso valioso para facilitar que las familias y los pacientes transiten esta enfermedad mental y sus recaídas de la mejor manera. Veamos entonces cómo detectar los brotes psicóticos en adolescentes.

Cómo detectar los brotes psicóticos en adolescentes

En primer lugar, la psicosis es una enfermedad mental que se caracteriza por la pérdida de contacto con la realidad. Un brote psicótico afecta la percepción, el comportamiento, el pensamiento y las emociones.

Síntomas positivos

Es posible detectar la psicosis a partir de lo que se denominan síntomas positivos. Estos, principalmente, son dos:

  1. Alucinaciones: se refieren a la percepción de algo que no existe. Las alucinaciones auditivas son las más frecuentes, aunque también existen las visuales, las olfativas, las táctiles y otras relacionadas con sensaciones corporales.
  2. Delirios: se refieren a una creencia real para quien lo vive, a pesar de que no lo sea para los otros. Por ejemplo, el adolescente puede pensar que una persona lo observa para hacerle daño o que lo persigue.
Las alucinaciones son uno de los síntomas positivos que permiten detectar un brote psicótico en el adolescente. Por ejemplo, si manifiesta que alguien le habla o que escucha voces.

Síntomas negativos

También existen los síntomas negativos. Se denominan así porque son comunes a otros trastornos o estados emocionales que muchas veces resultan confusos. En general, afectan el comportamiento social. Algunos de ellos son los siguientes:

  • Falta de higiene personal.
  • Cambios en el comportamiento habitual. Incluye también cambios de humor.
  • Dificultades en la motivación, la atención y la concentración.
  • Déficit en la memoria.
  • Desgano, apatía y pérdida del placer.
  • Sensación de extrañeza con la realidad y despersonalización.

Por supuesto, en relación con los síntomas negativos, es clave pasar tiempo con el adolescente y conocerlo. En caso contrario, podremos malinterpretar una conducta. Sin embargo, un diagnóstico precoz colabora con un tratamiento exitoso.

La psicosis no tiene una sola causa

Por último, además de los signos, es necesario reconocer que la psicosis es un fenómeno multifactorial. Es decir, que no responde ni depende exclusivamente de una sola causa. La predisposición a la vulnerabilidad, la genética, la influencia del ambiente, las experiencias traumáticas y el consumo de sustancias son ingredientes que podrían influir en un brote psicótico.

Cómo suceden los brotes psicóticos en los adolescentes

En líneas generales, un brote psicótico atraviesa diferentes etapas. A saber:

  • Prodrómica: aparecen los síntomas, pero son tan difusos que pueden pasar desapercibidos. Por eso, la psicoeducación es clave para el paciente y la familia, ya que permite identificar las señales de alerta.
  • Aguda: los síntomas positivos aparecen con mayor claridad.
  • Recuperación: poco a poco, desaparecen o remiten los síntomas. Existen algunos factores que ayudan a la mejoría. Por ejemplo, tomar la medicación de manera correcta o el apoyo de la familia.
Ante un brote psicótico se debe pedir ayuda o dirigirse a algún servicio de emergencia. Hay que tener en cuenta que cada crisis se vive de manera diferente.

Cómo actuar antes los brotes psicóticos en los adolescentes

Algunas recomendaciones que podemos tener en cuenta antes y después de los brotes psicóticos en los adolescentes son las siguientes:

  • Mantener la calma y asistir al adolescente. Un brote psicótico puede ser realmente confuso para la persona que lo experimenta.
  • Procurar el descanso o alguna actividad que le haga bien al joven. Por ejemplo, evaluar que no hay peligro y si la persona necesita retirarse a un lugar para estar sola, hay que aceptarlo y permitirle que descanse. Según la gravedad del brote, volver a la cotidianidad puede tomar cierto tiempo.
  • Proponer que participe de una actividad tranquila y placentera. Esta no debe tener gran exigencia, pero sí tiene que ser distractora.
  • Aconsejar la toma de medicación. Si la persona se olvida, debemos recordárselo con amabilidad.
  • Facilitar una rutina. De esta manera, se favorece la responsabilidad y también cierta autonomía. Es conveniente no sobreproteger ni invalidar al adolescente respecto de su capacidad. También, implicar al joven en tareas de menor a mayor dificultad de modo paulatino.
  • No permitir la agresión ni la violencia. Es necesario poner límites. Quizás una crisis no sea el momento oportuno, pero no es conveniente naturalizar la agresividad.

Encontrar espacios de gestión de las emociones

Para la familia y las amistades de una persona que tiene psicosis, la situación es realmente angustiante. Habitualmente, es común ocuparse de su salud mental y de su recuperación. Sin embargo, es clave poder tomar medidas para el propio autocuidado. Solo de esta manera será posible facilitar una respuesta de ayuda oportuna cuando la situación lo requiera.

A su vez, es importante tener en cuenta que la psicosis puede presentar recaídas. Sin dudas que se trata de una situación difícil y que se vive con mucha frustración. Sin embargo, trabajar sobre la inteligencia emocional posibilita resignificar cada crisis y entender que es parte del proceso. De este modo, evitamos sobrecargar de mayor angustia a dicho momento. Como dice el refrán, «un tropezón no es caída».

Bibliografía

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  • M. Botbol, Y. Barrère, M. Speranza, Psicosis en la adolescencia, EMC - Pediatría, Volume 39, Issue 3, 2004, Pages 1-7, ISSN 1245-1789, https://doi.org/10.1016/S1245-1789(04)41056-7. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1245178904410567
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