Muéstrale por qué cuidar el bien común como el suyo propio

Enséñale a tu hijo a cuidar el bien común para que no dañe los espacios públicos y sepa apreciar el valor de estos bienes y servicios de los que todos disfrutamos.

El bien común es aquel del cual todas las personas pueden beneficiarse. Son los bienes materiales dispuestos para el disfrute y la utilización de la sociedad. De ellos dependemos todos, pues, aunque cada quien posea lo suyo, existen riquezas que son utilizadas y sirven por igual sin distinguir en el poder adquisitivo o el capital que un hombre tenga.

Hablarle del bien común a tu hijo adolescente será imprescindible para educarlo sobre de qué forma comportarse toda vez que salga de casa, cómo debe ser su conducta frente a los bienes materiales que se encuentran a su disposición y pertenecen a los ciudadanos de su comunidad, provincia y país.

Acerca del tema hablaremos en el presente post.

¿Cómo cuidar el bien común?

El bien común es lo que se encuentra en las zonas a donde todo el mundo tiene acceso, y está ahí para facilitar la vida de las personas o embellecer el ambiente. Digamos, por ejemplo, el alumbrado público, los bancos del parque y las plantas ornamentales que lo hacen más atractivo, los asientos del autobús, los teléfonos públicos… Estos elementos son de usufructo comunitario y toda vez que son maltratados o descompuestos afectan a la población en su conjunto.

Nadie tiene el derecho de dañar lo que a todos pertenece, eso, hay que inculcárselo a los jóvenes. Por eso debes pedirle a tu hijo adolescente que:

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  • No escriba en las puertas del lavabo de su colegio, o en la mesa y la silla en donde se sienta, ni en las paredes de su aula para dejar un “recuerdo”.
  • Respete las señalizaciones del tránsito. Debe saber que están para guiar y dar un mensaje a vehículos y transeúntes. Nada de arrancarlas para llevarlas a casa y colgarlas en su habitación como si fuera un trofeo.
  • Cuide los cestos de basura que hay en la calle y no los maltrate o rompa solo para ver cómo se quiebran.
  • No golpee el auricular del teléfono público ni la caseta donde está resguardado cuando no se comunica o recibe la respuesta que no esperaba de su interlocutor. Los equipos, no tienen la culpa.
  • No pise el césped. El asfalto se echa para caminar por encima de él.
  • No hale las fibras de los asientos del autobús para entretenerse mientras llega a su destino, o los escriba para poner su nombre.
  • Cuando esté parado y decida recostarse a una pared que no suba alguno de sus pies y la ensucie con la suela de su zapato.
  • Cuando usa las piscinas públicas no ingiera alimentos dentro del agua y se bañe con ropas no acordes para esa actividad. Que no orine o escupa dentro del agua, para eso están los lavabos.

Muéstrale por qué cuidar el bien común como el suyo propio

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Mamá, los ejemplos citados anteriormente son apenas una minúscula parte de las miles de indisciplinas sociales que los adolescentes cometen a diario. Aunque es cierto que no son ellos quienes únicamente se comportan así, porque la indisciplina social abarca todos los grupos etarios, gran parte de los destrozos causados en las zonas públicas, son causados por sus manos.

Con solo salir a la calle, cualquiera de nosotras puede advertir cómo dañan y cometen perjuicios sobre el bien público. Por eso es que consideramos que la educación en este asunto, como en casi todos, debe partir desde casa, dedicando un tiempo a conversar con el niño e indicarle por qué no debe hacerlo.

La conducta social debe estar encamina a la preservación de las riquezas comunes. Educa a tu hijo para que no sea un rebelde sin causa, que en todo momento su comportamiento sea el que le has inculcado, tanto dentro de casa como fuera de ella. Dile que las cosas materiales comunes deben ser tratadas como si fueran personales, no para dañarlas, sino para atesorarlas y cuidarlas de manera tal que en el futuro él mismo o los que vengan detrás pueda servirse de ellas.

¿Por qué cuidar el bien común? Sencillamente porque es de todos y así como beneficia, su perjuicio, también afecta a todos. Muéstrale que nadie tiene por qué hacer uso de su derecho ciudadano para mancillar lo que está a disposición del público.

Bibliografía

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  • Jordán, J. A. (1995). Concepto y objeto de la educación cívica. Pedagogía social: revista interuniversitaria.
  • Molina Girón, L. A. (2013). ¿Cómo la escuela educa para una ciudadanía activa? Una experiencia de educación cívica ciudadana en Canadá. Multidisciplinary Journal of Educational Research, 3(3), 296-326. doi: 10.4471/remie.2013.17
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