Suele pasar. Toda mamá recuerda ese día en que nuestro bebé se nos cae por primera vez. Un pequeño descuido en la cuna, dejarlo en la cama un minuto o incluso quedarnos dormidas con ellos en brazos, suelen ser las situaciones más comunes. No obstante, en el 90% de los casos esas caídas son inofensivas.
Ahora bien, por inofensiva que sea la caída no evita que se nos quede una amarga sensación de culpabilidad y de miedo intenso. ¿Habrá sufrido una lesión? ¿Tengo que ir a urgencias? Queda claro que ante cualquier duda y para descartar problemas, lo más idóneo es acudir a urgencias.
No obstante, vale la pena seguir una serie de indicadores básicos que pueden servirnos de ayuda. Hoy en nuestro espacio queremos tratar contigo el delicado tema de las caídas, recordándote por encima de todo, que estos pequeños descuidos no determinan en absoluto que seas mala madre. Nunca podemos prevenir al 100% lo que puede ocurrir, y aunque estemos siempre dando un 200% de nosotras mismas, este tipo de cosas suelen darse.
El bebé que se nos cae por primera vez de la cama, cuna o brazos
Lo más común es que los bebés se caigan de las cunas o de la cama. Los papás y las mamás que practican el colecho suelen tener en alguna ocasión este tipo de pequeños accidentes.
Sin saber cómo, el niño se da la vuelta y escuchamos un golpe. La caída no suele ser de una altura muy elevada, pero aun así, no evita que nos sintamos como “los peores padres del mundo”. Asimismo, los cambiadores son también otro escenario de riesgo.
Alargamos la mano para coger un pañal y el bebé se da la vuelta y cae. Asimismo, en urgencias llegan también muchos bebés que han caído de los brazos de sus madres en un pequeñísimo instante en que éstas, se han quedado dormidas en el sofá o la cama, y el bebé se “escurre” del regazo. Tampoco podemos olvidar las siempre peligrosas cunas cuando nuestros niños, de un día para otro, se convierten en hábiles escaladores.
Las caídas son algo habitual, pero por habitual no hemos de verlo como algo normativo. El 6% de las muertes de niños menores de 3 años es precisamente por las caídas. Hemos de estar muy atentos en casa, recordando que el cuidado de los bebés es una responsabilidad de todos. La crianza demanda el máximo de nosotras como madres, y es necesario que recibamos apoyo cotidiano.
Indicadores que atender tras una caída
Cuando el bebé se nos cae entramos en pánico. Es normal y comprensible. Sin embargo, es necesario que actuemos con calma para atender lo mejor posible a nuestros hijos.
- Si el niño al caer al suelo llora y se mueve ya es una buena señal. En ocasiones suele decirse aquello de que los niños “son de goma”, pero no hemos de confiarnos nunca ante este tipo de estereotipos. Lo primero que debes atender es si el niño sangra o si pierde el conocimiento tras la caída hasta el punto de no poder despertarlo.
- Si ves que sale al instante un chichón siempre vale la pena acudir a urgencias para descartar cualquier problema.
- Si el niño sangra por un oído por la nariz es necesario llamar a urgencias porque es síntoma de un traumatismo.
- Si ves que tu bebé se mueve, llora y no se duerme y parece que está normal, lo único que deberás atender es que no vomite. Si al cabo de unos minutos u horas empieza a tener vómitos llama a urgencias.
- El mayor riesgo de la caída de un bebé es la altura y la posición en la que haya llegado al suelo. En ocasiones, una simple caída de la cuna o la cama puede ser seria si el bebé cae de cabeza.
Aspectos cotidianos que debemos cuidar para evitar las caídas de los bebés
El mayor peligro que tenemos con nuestros hijos es cuando éstos ya pueden girarse. Los dejamos boca arriba para cambiarles el pañal y de repente se giran. Los dejamos en la cama un segundo protegidos con almohadones para ir a por una pieza de ropa y al segundo, se da la vuelta y cae.
Lo más complicado es que nunca podemos predecir en qué momento tienen ya esta madurez motora para darse la vuelta, pero es algo que debemos controlar y vigilar. Asimismo, es importante que tengamos en cuenta estos detalles:
- Cuida de que los barrotes de la cuna no tengan más de ocho centímetros de separación.
- Cuando andes con tu bebé en brazos, ten mucho cuidado con las alfombras y con los desniveles del suelo.
- No debes dejar al bebé solo en un sillón, en la cama, ni en el cambiador.
- Ten cuidado cuando subas las escaleras con tu niño.
- Las sillas de comer y las cunas deben estar lejos de ventanas y escaleras.
- Si te notas muy cansada para dar el pecho o el biberón a tu niño, delega esta función en tu pareja u otra persona.
Para concluir, queda claro que no podemos controlar al 100% todo lo que rodea a nuestros hijos. No obstante, para prevenir no hay nada mejor que estar siempre muy presentes en cada cosa que hacemos. Intenta prevenir pensando cosas como “si bajo un poco los barrotes de la cuna es posible que…”, “si lo dejo un segundo en el sofá es posible que…”
No pasa nada si “pecamos” de obsesión durante los 3 primeros años de vida de un bebé. Durante este tiempo es cuando más accidentes suelen tener los niños.