El oro de la primera primera infancia debe relucir para siempre en el corazón de nuestros hijos. Solo así crecerán en libertad sintiéndose seguros y felices sabiendo que sus raíces se nutrieron del amor más sincero, del respeto más cálido.
A pesar de saberlo, a pesar de que todas las madres y los padres son plenamente conscientes de este hecho, a menudo se descuidan pequeños detalles que crean en ocasiones grandes carencias.
El pasar más tiempo con nuestros hijos, el favorecer los instantes de juego o el llevarlos de la mano para que descubran el mundo a su ritmo, y no acelerando sus capacidades para que se ajusten a una sociedad demandante, son aspectos que deberíamos cuidar cada día para que esa primera infancia, reluzca para siempre en la memoria de los niños.
Te invitamos a reflexionar sobre ello y a integrar una serie de pautas que favorecerán ese legado emocional que todos deberíamos transmitir a nuestros hijos.
La atención integral en la primera infancia
La comunidad internacional y organismos como los reflejados en la “Convención sobre los derechos del niño”, nos recuerdan la importancia de atender la primera infancia en todos los ámbitos que la conforman.
Un niño tiene derecho no solo a disponer de un hogar y una adecuada alimentación. Aspectos como la atención emocional, la psicológica o el hecho de respetar sus tiempos de maduración son vitales para el desarrollo armónico de un niño.
Todos hemos oído hablar a menudo del concepto de “primera infancia”, pero… ¿sabemos de verdad qué significa? Veámoslo con detalle.
- La edad comprendida entre los 0 y los 6 años es cuando un niño tiene una mayor necesidad de su entorno para sobrevivir. Es el momento en que más va a necesitar de nosotros.
- María Montessori, por ejemplo, hablaba de los períodos sensibles del desarrollo, unos años donde la plasticidad cerebral de un niño adquiere su máxima expresión y donde los estímulos del medio que lo rodeen son clave para su desarrollo.
- El estilo de crianza y la calidad del afecto que reciba, tendrán un impacto directo en su desarrollo cognitivo y emocional.
Veamos ahora qué pautas son las más adecuadas para favorecer un desarrollo integral en la primera infancia de nuestros hijos.
La crianza como un “continuum”
Existe un libro muy interesante sobre crianza que nos puede ser de gran utilidad. Se trata de “El concepto de continuum” de Jean Liedloff. En él se nos enseña que para alcanzar el nivel óptimo de desarrollo en un niño a lo largo de esa primera infancia, hemos de entender que su desarrollo no va a base de “etapas” sino que es un proceso contínuo, en el cual, cada niño tendrá sus propias necesidades, las cuales, hemos de saber atender del siguiente modo.
- Hay que favorecer ese apego saludable entre la madre y el hijo donde los abrazos, las caricias y el contacto físico aporte seguridad al niño.
- No hay que emitir juicios sobre el desarrollo de los niños. Esto es algo que a menudo hacen muchas familias al comparar a sus hijos con otros niños.
- Hemos de entender que el niño es una criatura social. Ello implica que buscará su forma de descubrir lo que le envuelve, que debe sentirse libre para explorar, manipular, jugar, interactuar con otros niños… Es vital pues que nuestros hijos vayan más allá de nuestra zona de confort para que adquieran competencias sociales y emocionales.
Los niños necesitan tu tiempo para sentirse seguros
La primera infancia es la época más íntima y donde se establecerá la calidad de un vínculo que, lo queramos o no, habrá de trascender para siempre. Son esos 6 primeros años donde cada palabra, cada gesto y cada imagen va a tener una trascendencia permanente.
- Entiende que las dos principales necesidades que tiene un niño son el sentirse queridos y el sentirse seguros. Eso es algo que solo nosotros como madres y como padres vamos a poder facilitarles, y para ello, necesitamos tiempo que compartir con ellos.
- El amor y la seguridad se demuestra mediante una mirada que sabe atender, palabras que tienen respuestas a todas las preguntas, una voz que habla con calma y que no grita. Unos abrazos con los que entenderán que “todo va bien, que no hay peligros y que es un niño lo bastante amado como para poder caminar por sí solo sabiendo que si cae, será levantado”.
Una infancia llena de misterios que descubrir
Si echamos ahora mismo la mirada atrás para recuperar algún instante de nuestra primera infancia, seguro que volvemos a un momento clave en que hicimos algo por nosotros mismos, en que nuestros padres nos miraron con una sonrisa de admiración y orgullo cuando por fin, les dimos a entender todas las cosas que podíamos hacer.
- La infancia dorada es aquella en que crecimos sintiéndonos queridos pero también capaces de avanzar por el mundo cuando aún no teníamos ni 5 años. Son los primeros descubrimientos, la primera carrera en bici, los primeros amigos…
- Otro libro interesante para leer y que enriquecerán nuestra tarea como padres y madres es “Educar en el asombro” de Catherine L´Ecuyer, una pedagoga que nos recuerda la necesidad de “ir más despacio” y de criar a nuestros hijos en el descubrimiento cotidiano, en el contacto con la naturaleza, en favorecer la curiosidad, la pasión por las cosas sencillas, por las risas, los juegos y la interacción con sus semejantes antes que con la tecnología.
Como ves, son estrategias sencillas que podemos aplicar en el día a día, pero siendo siempre conscientes de que no habrá instante más valioso, intenso y decisivo en la vida de nuestros hijos como esa primera infancia. Cuidémosla.
Bibliografía
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