Un berrinche en medio del supermercado o una escena de llanto en la puerta del jardín. ¿Te suena? Todas las madres cuentan en su haber con alguna historia de niños que quieren llamar la atención. Pero, ¿qué tienen en común estas situaciones? Para orientarnos en la respuesta, es importante entender que no todos los menores logran expresar lo que les sucede con palabras, entonces lo hacen con actos. Según la edad, los pequeños encontrarán distintas formas de manifestarlo. Se trata de ir un poco más allá y no ver únicamente ese hecho como un capricho, sino como “algo más”. Veamos de qué se trata y qué se puede hacer.
¿Qué son los llamados de atención de los niños?
También se los conoce como “berrinches”, pero en realidad cuando los niños llaman la atención es porque atraviesan una situación de desregulación emocional. Están frustrados o enojados y han perdido el control. Por eso, necesitan de una persona externa que les permita restablecer la calma. Debemos entender que allí hay otro mensaje por descifrar: “mamá, me pasa algo, me siento de tal manera y necesito ayuda”. En estos momentos, los niños no necesitan retos, gritos, ni castigos.
¿Cómo suelen llamar la atención los niños?
En general, algunas de las conductas más frecuentes a través de las cuales los pequeños buscan transmitirnos un mensaje son las siguientes:
- Hacen como si estuvieran enfermos.
- Tienen berrinches, enojos o pataletas.
- Presentan episodios de llanto.
- Nos provocan o nos desafían.
- Interrumpen de manera constante la conversación.
¿Qué podemos hacer al respecto?
A veces, parece que una determinada conducta solo se desactiva al ceder al pedido. Sin embargo, esto no es así. En esos casos, lo que se recomienda es tratar de desviar la atención o negociar. Por ejemplo, podemos manifestarle lo siguiente: “entiendo que te sientes así porque quieres quedarte a dormir en lo de la abuela, pero hoy no se puede. Lo que si podemos hacer es invitarla otro día a una fiesta de pijamas en casa”. Así, cuando abrimos otros escenarios, ayudamos a poner la atención en otro lugar, lejos del ojo de la tormenta.
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Cómo actuar cuando los niños quieren llamar la atención
A continuación, repasamos algunas recomendaciones a tener en cuenta para abordar una situación de enojo o berrinche.
Mantener la calma
En primer lugar, tenemos que prepararnos para mantener la calma. A veces, reaccionamos desde el enojo o la impaciencia, y esto termina por hacer más difícil una respuesta adecuada. Incluso, puede dar inicio a una escalada sin fin. Enojarnos, gritarles, castigarlos o dejarlos solos no es la mejor salida.
Lo que podemos hacer es ayudarlos a restablecer la calma y preguntarles qué podemos hacer para que se sientan mejor. También, tengamos presente que las recetas universales no siempre funcionan, ya que cada niño es único. Por eso, es importante guiarnos por lo que sabemos de ellos, por su temperamento, por la situación y por el momento de desarrollo en que se encuentran.
Preguntarnos cómo influimos en ese comportamiento
Por otro lado, también podemos preguntarnos por el modo en que influimos en dichos comportamientos. ¿Podemos dedicar tiempo a ese niño?, ¿cómo es ese tiempo? Además, podemos profundizar en el contexto de este niño, si atraviesa por alguna situación particular o a nivel familiar, si hubo algún cambio en la escuela, entre otros. Esto también puede orientarnos tanto sobre lo que siente como sobre lo que podemos hacer al respecto.
Responder desde la empatía
Es necesario que nuestra respuesta sea desde la asertividad y la empatía a través del diálogo. Debemos tratar de pensar desde su lugar y no desde lo que esperamos de ellos. Por eso, una vez que logramos calmarlos, podemos ayudarlos a pensar por qué se sienten de tal modo y qué quieren decirnos.
Una vez que estén tranquilos, podemos pasar a una segunda fase de enseñanza. En ella los ayudaremos a pensar de qué modo podrían expresarse o comunicarse en una próxima ocasión.
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No hagamos con un niño lo que no haríamos con otras personas
¿Por qué reaccionamos mal cuando un niño hace algo que nos disgusta para llamar nuestra atención? ¿Por qué los dejamos solos o gritamos más fuerte? ¿Haríamos lo mismo con un amigo u otra persona adulta? No podemos esperar a que siempre tengan una respuesta perfecta. Ellos se encuentran en desarrollo y están en una etapa de aprendizaje para lidiar con el complejo mundo de las emociones.
Somos los adultos los que tenemos que ser pioneros y ayudarlos, orientarlos y aconsejarlos. Por supuesto, esto implica que, más allá de que pongamos límites a un comportamiento no deseado o inapropiado, validemos sus emociones.
Por último, el modo en que contengamos las situaciones de estrés o angustia en la infancia será muy significativo para ellos. El mensaje que les damos es que los queremos en todas las circunstancias y no solo cuando se portan bien. De este modo, aprenderán a autorregularse en el futuro.
Bibliografía
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- Goleman, Daniel. El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos. B de Books, 2015.
- Siegel, D. (2019). Disciplina sin lágrimas. Santiago, Chile: Penguin Random House Grupo Editorial