Todo el mundo debería identificar tanto sus emociones como las de los demás. Esto es fundamental para poder trabajar la inteligencia emocional de forma adecuada. Por eso, desde que los niños son pequeños, las manualidades son necesarias. Se trata de una herramienta que les permitirá entender qué son las emociones y cómo se deben gestionar para un buen desarrollo integral.
Las emociones y las manualidades
Estas manualidades ayudarán a los niños a la comprensión inicial de la regulación emocional en cada circunstancia de la vida. De esta manera, al poder identificarlas, sabrán cómo expresarlas y controlarlas de forma correcta. Así, su bienestar emocional estará en buen camino.
Estas actividades ayudan a trabajar con las manos, algo que aporta calma y bienestar inmediato. Además, también aportan satisfacción personal al descubrir que se ha realizado una tarea bien hecha. Por supuesto, el entendimiento de las emociones no se limita solo a la infancia, cualquier persona puede trabajarlas para tener un mayor entendimiento de las mismas. No te pierdas todo lo que aquí te vamos a explicar.
Manualidades para trabajar las emociones en los niños
A continuación, vamos a explicarte algunas manualidades para trabajar las emociones en los niños y que, además de pasar un rato divertido juntos, sepan trabajar sus emociones y entenderlas mejor.
1. El frasco de la calma
El frasco de la calma es una manualidad que a los niños les gusta, especialmente porque queda muy bonito y, además, una vez que está acabado, sirve para trabajar muy bien el control de las emociones más intensas. Este trabajo está pensado para que, al agitarlo, los pequeños lo miren detenidamente hasta que la purpurina se haya caído hasta el final del bote. Durante el proceso se aprovecha a respirar para calmar los sentimientos más difíciles.
Por supuesto, después hay que hablar y reflexionar tanto sobre las emociones que hemos sentido antes de agitar el bote como las que han aparecido después de haberlo agitado. Normalmente, mientras se observa el frasco, se encuentra la calma. Y de ahí su nombre. Para realizarlo, puedes seguir estos pasos. ¡Es más fácil de lo que te imaginas!
- Coloca agua templada en una botella y, a continuación, vierte en el interior pegamento con purpurina líquida y agita fuerte.
- A continuación, echa 3 cucharadas pequeñas de purpurina suelta del color que desees y vuelve a agitar.
- Por último, añade una cucharada de colorante y agita de nuevo. ¡Ya lo tendrás listo!
Cuando se agita el frasco, la purpurina se moverá y gracias al pegamento se moverá más lento de lo normal, por lo que también se puede explicar a los niños lo siguiente: “Cuando estamos enfadados, nuestra mente está como cuando agitamos la botella. Cuando paramos y respiramos todo se pone en su sitio y se encuentra la calma. Así, pensamos con claridad”.
2. El molinillo calmante
El molinillo calmante es el clásico molino de viento que se hace con papel. Este ayuda a educar la respiración para encontrar la calma. Para hacerlo, sigue estas indicaciones:
- Escoge una cartulina del color que prefieras y corta un cuadrado de unos 15 centímetros de lado.
- Después, se dibujan líneas en diagonal y se recortan las puntas.
- Luego, se unen cada una de las puntas en el centro y se pegan con pegamento o celo, por ejemplo.
- A continuación se hace un agujero con un punzón en el centro y se coloca un adorno que atraviese hasta la parte de atrás y así se pueda adherir a una página o a un palito de madera.
El objetivo de esta manualidad es que los niños soplen el molinillo unas veces de forma suave y otras más fuerte para observar la respiración y ser conscientes de lo que ocurre en su cuerpo cuando están calmados y cuando están enfadados.
3. El frasco de las emociones
Esta manualidad es muy sencilla, pero también efectiva. Sirve tanto para niños como para adolescentes, pero lo que importa es que sepan leer y escribir correctamente. Se realiza de la siguiente manera:
- Se debe escoger un frasco de cristal con tapa hermética y que sea bonito.
- Se dibuja un corazón en una cartulina y se pega en el exterior. Aunque otra opción es dibujarlo con un rotulador especial para vidrio.
- En el frasco se deben poner cada día frases sobre las emociones que se han sentido en ese día, como situaciones que nos han hecho enfadar o estar contentos.
- Al final del día o de la semana, se deberán leer en familia y hablar sobre ello. Las que sean más bonitas o positivas se pueden apartar y pegarlas en una libreta para tenerlas siempre a mano.
Una familia de emociones
Estas tres actividades son muy divertidas de hacer con los niños y, además, les ayuda a entender sus emociones si las reflexionamos con ellos. Pero lo que más importa, es que también nos acercan emocionalmente a unos con otros a nivel familiar.