Niños que se sienten solos: ¿cómo actuar?

¿Pasas suficiente tiempo de calidad con tu hijo? ¿Crees que cuenta con amistades verdaderas? Si esto no ocurre, es posible que el sentimiento de soledad se haya instalado en su interior.

Niño mirando por la ventana porque se siente solo.

En ocasiones subestimamos a los infantes y a sus emociones. Creemos que ellos no tienen problemas, preocupaciones o vacíos, ya que su vida, en apariencia, es sencilla. Sin embargo, son muchos los niños que se sienten solos, que no ven satisfechas sus necesidades afectivas y de pertenencia. Pero, sobre todo, esto ocurre muchas veces ante un entorno que no parece percatarse de lo que está sucediendo.

Si la soledad comienza a ser habitual en el alma de un niño, sus efectos se harán notar en poco tiempo. Se mostrará generalmente triste, apático y desesperanzado. Le costará conectar con sus iguales, disfrutar de las actividades diarias y, además, es probable que comience a mostrar hostilidad hacia sus progenitores. Cuando esto ocurra, es importante que los adultos nos hagamos cargo de nuestra parte de responsabilidad y actuemos para remediarlo.

¿Cómo actuar ante los niños que se sienten solos?

Niña jugando sola en el parque.

Presencia física

En muchas ocasiones el sentimiento de soledad de los niños se deriva del hecho más obvio y objetivo: están solos. O, al menos, lo están durante una gran parte del día.

Debido a las obligaciones laborales, los progenitores no siempre pueden estar en el hogar cuando el niño vuelve del colegio, acompañarlo mientras hace los deberes o incluso cenar junto a él. Además, las numerosas actividades extraescolares a las que acuden muchos menores dificultan enormemente conciliar los horarios de niños y adultos.

Por ello, si tu hijo se siente solo, es importante que busques la manera de pasar más tiempo a su lado. Es evidente que hay obligaciones que no se pueden desatender, pero siempre es positivo buscar pequeños momentos en el día a día para dedicar plenamente a los niños. Llévalo contigo al supermercado, invítale a cocinar juntos o buscad el modo de compartir vuestro tiempo libre en alguna actividad agradable.

Disponibilidad emocional

Por otro lado, es posible que el problema no provenga de la ausencia física, sino de la emocional. La tecnología ha invadido nuestra vida y, mientras nos conectamos a la red, nos desconectamos de nuestros seres queridos. Así, muchos padres e hijos pasan largas horas frente a las pantallas en lugar de conocerse, conversar y estrechar su vínculo emocional.

Para evitar que esto ocurra, asegúrate de encontrar espacios de calidad dedicados exclusivamente a conectar emocionalmente con tus hijos. La hora de la comida o la de la cena, los trayectos en coche, los momentos antes de acostarse…

Utiliza estas oportunidad para charlar con el niño sobre sus vivencias, ilusiones o inquietudes y comparte las tuyas con él. Además, recuerda expresarle con frecuencia el amor que sientes por él y lo valioso que es para ti, tanto con palabras como con actos.

Calidad de las relaciones sociales

Además, la soledad no solo surge en el seno de la familia, sino que puede verse potenciada en la interacción con los iguales. Los niños necesitan establecer relaciones sociales enriquecedoras y significativas, encontrar esos compañeros con los que crecer, compartir, jugar y desarrollar sus habilidades personales.

Muchos pequeños, pese a tener distintos grupos de compañeros (de clase, del vecindario, de las actividades extraescolares…) no tienen realmente amistades de calidad.

Pasar tiempo con otros niños no garantiza que se establezca una conexión emocional y muchos menores sienten que no encajan con nadie, que no tienen una verdadera intimidad y complicidad con ninguno de esos conocidos.

Si esto ocurre, será necesario hallar el motivo y proporcionarle al pequeño las herramientas para comenzar a construir relaciones más profundas. La ayuda de un profesional puede ser clave en este proceso.Niños que se sienten solos jugando bajo la lluvia.

Los niños que se sienten solos se convierten en adultos heridos

La infancia es una etapa crítica en cuanto a la formación de conceptos, creencias y actitudes. Con base en estas experiencias tempranas, el niño determina su propio valor, así como lo que puede esperar de los demás. Aprende a sentirse amado, integrado y feliz o a verse como una persona defectuosa, rechazada y solitaria.

Esto tiene grandes repercusiones en el desarrollo de la personalidad que será difícil cambiar más adelante. Por ello, procura que tu hijo se sienta acompañado físicamente, comprendido y sostenido emocionalmente y, ante todo, valioso. Solo de este modo se acercará a las relaciones interpersonales con confianza y no con temor. Solo de esta manera será un adulto sano y no uno herido.

Bibliografía

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