Jugar es la principal herramienta a partir de la cual los niños descubren el mundo y aprenden a desenvolverse en él. Y, durante sus primeros años de vida, es principalmente el juego imitativo el que cumple esta función. Muchas madres lo llevan a cabo con sus pequeños de forma instintiva, sin conocer verdaderamente los grandes beneficios que esos pequeños gestos tienen para el crecimiento psicológico del bebé.
Y es que, a partir de la imitación, los niños se desarrollan congnitivamente, comienzan a socializarse y potencian su capacidad empática. Y todo ello se produce de un modo natural, a partir de las interacciones cotidianas con sus progenitores y mediante juegos, libros o canciones que forman parte del día a día.
El juego imitativo y la socialización
La función socializadora del juego imitativo comienza muy temprano en al vida del bebé. Cuando él balbucea algún sonido y su madre lo repite, comienza a establecerse una comunicación.
Más adelante, será el niño quien comience a repetir sonidos y gestos que observe en sus seres más cercanos. Mediante el refuerzo social (sonrisas, halagos, caricias), los padres van moldeando la imitación del niño, quien irá afianzando estas capacidades.
De este modo, surgen sus primeras palabras y gestos sencillos, como dar palmas o indicar con los dedos los años que va a cumplir. Se asientan, de esta manera, las bases de la comunicación social antes incluso de que el pequeño pueda emplear palabras y frases.
En un inicio, la imitación del pequeño vendrá motivada por el deseo de llamar la atención de los adultos, aun sin saber realmente qué significan los sonidos o los gestos que lleva a cabo. Pero, más adelante, comenzará a dotarles de significado y a utilizarlos de forma funcional.
Funcionamiento del entorno
El juego imitativo también ayuda al pequeño a ir conociendo el mundo que lo rodea, a descubrir el funcionamiento de los objetos y a adquirir hábitos y secuencias cotidianas. Por ejemplo, al inicio, el pequeño puede cepillarse el pelo cuando ve a su madre hacerlo, puede limpiar el polvo mientras lo hace su padre y puede coger el teléfono y fingir una conversación.
La imitación, que al inicio se producía en directo (la madre hace y el bebé repite), comienza a generarse en diferido. Es decir, el niño puede comenzar a imitar palabras o actos que haya observado en algún momento pasado, sin necesidad de que un adulto tenga que estar llevándolos a cabo en el momento.
Así, lo más probable es que el pequeño imite las secuencias que le resulten más familiares. De este modo, puede fingir que cocina, que cambia el pañal a su muñeca o que le cepilla los dientes. Mediante el juego, está interiorizando el uso de los objetos y el establecimiento de hábitos diarios.
El juego imitativo fomenta la empatía
Pero, además, el juego imitativo favorece que los niños comiencen a desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar de otros y comprender diversos estados emocionales. Esto es algo que se logra con juegos simples, como señalar a los personajes de un libro e imitar sus expresiones mientras lo leemos con el niño.
También las canciones infantiles pueden ayudarnos, si las acompañamos con mímica que vaya acorde con la letra. Por ejemplo, cerrar los puños y frotarse los ojos cuando la canción hable de llorar.
Podemos favorecer esta adquisición si le mostramos al niño diversas expresiones corporales emocionales y le pedimos que las repita. Sin embargo, es importante acompañar esta imitación con argumentos y explicaciones que ayuden al pequeño a comprender la correspondencia. Libros infantiles como El monstruo de colores pueden sernos de gran utilidad en esta tarea.
¿Cómo emplear el juego imitativo con los niños?
El juego imitativo ocurre de forma natural e instintiva entre los niños y los adultos de su entorno. No obstante, si queremos potenciar sus beneficios, hay ciertas acciones a las que podemos poner especial atención.
Ante todo, es importante que involucremos al pequeño en las tareas cotidianas y le permitamos colaborar. Darle un trapo para que “limpie” la mesa con nosotros, ofrecerle una cazuela vacía con una cuchara y que nos “ayude” a cocinar… Hacerles parte de la rutina diaria les permitirá, mediante imitación, desarrollar muchas de sus capacidades.
Bibliografía
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- Bordoni, M., & Español, S. (2011). Moviéndonos juntos: el movimiento en el juego musical imitativo. In X Encuentro de Ciencias Cognitivas de la Música: Musicalidad Humana. Debates actuales en evolución, desarrollo, cognición e implicancias socio-culturales.
- Rodríguez, E. M., & Costales, S. V. (2008). El juego como escuela de vida: Karl Groos. Magister: Revista miscelánea de investigación, (22), 7-22.