No es fácil poner límites a los niños pequeños cuando una vez tras otra solo quieren hacer lo que ellos quieren. Intentan socavar tu autoridad para mostrar que ellos también tienen voz y voto o por llamar tu atención. Pero es importante que, como padre o madre que eres, pienses en el futuro de tu hijo y que no te preocupes si tienes que decir las cosas una y otra vez (con calma y cariño) hasta que las entiendan.
Es importante que, cuando te dirijas a tus hijos, seas claro en lo que quieres decirles para que sepan exactamente qué es lo que esperas que hagan en cada momento. Decimos “no”,“para” y “ven aquí” una y otra vez, con la esperanza de evitar un alboroto, porque requiere aún más tiempo y, sinceramente, puede ser muy cansado para los padres estar así cada día.
¿Están poniendo a prueba tus límites?
Quizá sientas que tus hijos te están “probando” porque estos pequeños, a menudo adorables, encantadores y alegres, nos miran a los ojos y nos golpean o muerden o nos ignoran una vez más. Esta es la clave con los niños pequeños: necesitan que estemos tranquilos y que seamos consistentes.
Necesitan que nos comuniquemos con palabras muy claras, que les enseñemos, con paciencia y frecuencia, exactamente qué es lo que queremos que hagan, aprendan y cómo ser mejores cada día.
Ideas para guiar a tu hijo de forma positiva con límites
Si quieres saber qué hacer cuando tus hijos ponen a prueba tus límites, te vamos a dar algunas ideas para guiar a tus pequeños de manera positiva y productiva.
Primero, describe lo que ves: después de pasar todo el día tratando de guardar la ropa en el cajón, lo ves que está muy ocupado volviéndola a sacar. Una vez lo has visto, te diriges a su lado y le dices: “Mamá acaba de terminar de meter todas esas camisas y calcetines en el cajón. ¿Puedes meterlos de nuevo conmigo? Uno, dos, tres… ¡Vamos!”.
¿Qué pasa si tu niño lo mira con ese brillo pícaro y sale corriendo en círculos para regresar y sacar los brazos del cajón? En lugar del “¡No!” o el “¡Te dije que pararas!”, prueba con esto: “Es demasiado difícil para ti mantener la ropa donde pertenecen ahora. Voy a recogerla y a guardarla”. Después, dile algo como: “Como la ropa tiene que estar guardada en el cajón porque no es para jugar, vamos a leer un libro o a jugar con los bloques”.
Ahora, has seguido con lo que has dicho (que la ropa pertenece al cajón). Has dado la opción de que se una a ti y, manteniéndolo alegre, te quedas conectado emocionalmente sin faltarle al respeto en ningún momento. Has detenido el comportamiento sin castigos, ni malas palabras. Le has ayudado a pasar de un momento de “prueba” a otro mejor.
Eres su mejor guía cuando ponen a prueba tus límites
Ahora, podrá aprender un poco más sobre cómo controlarse. Has intervenido siendo la guía que necesita en lugar del disciplinado que está realmente más preocupado por el control y la pérdida del mismo. Entonces, ¿qué pasa con los momentos más extremos? Golpear, morder, rabietas, llantos o gripos…
Detén el comportamiento doloroso diciendo algo como: “Voy a evitar que me muerdas, porque me duele”. Luego, afirma los sentimientos involucrados y describe lo que ves: “Estás realmente frustrado porque te gustaría que juegue contigo y estoy muy ocupado hablando con papá”.
Ofrece lo que quiere y cómo puedes participar en eso: “Es tan difícil esperar cuando estoy ocupado, ¿no? ¿Te gustaría que te coja en brazos hasta que termine de hablar con papá?”. Está bien pausar la conversación con tu cónyuge y prestar toda tu atención a tu hijo pequeño para tranquilizar la tensión.
Después, puedes decirle algo como:“Papá y yo tenemos que terminar de hablar ahora. ¿Quieres que te siga abrazando o estás listo para bajar y encontrar un libro para mirar mientras esperas?”.
Cuando tus hijos ponen a prueba tus límites…
Con menos atención en el comportamiento “erróneo” y mucho más en cómo te gustaría que se comporten en tiempos difíciles, descubrirás el verdadero crecimiento que se producirá. Serás su mejor guía, lo que significa, a largo plazo, que tendrás un hijo “disciplinado”, alguien que puede manejarse solo, que sabrá qué hacer y cómo ser, que probablemente escuche y responda, y que coopere o colabore.