Criar a un niño no solo consiste en proporcionarle alimento, seguridad y afecto. Como padres, también es nuestra responsabilidad transmitirle valores y guiarle para que crezca teniendo calidad humana. Educar en humildad a los pequeños les proporcionará una vida más feliz y unas mejores relaciones sociales.
Las personas soberbias y arrogantes agotan su energía en sentirse y parecer superiores al resto. Esto es incompatible con una existencia armoniosa y, generalmente, suele alejar a los demás de nuestro lado. Por el contrario, una persona humilde es alguien a quien todos deseamos tener cerca. Son individuos tolerantes, compasivos y capaces de aprender de sus errores.
Por ello, si deseas que tu hijo pertenezca al segundo grupo, has de trabajar desde sus primeros años en el desarrollo de la humildad. Los valores que se asientan en la infancia suelen permanecer y acompañarnos durante toda la vida. Por tanto, le estarás haciendo un regalo que disfrutará para siempre.
¿Qué es realmente la humildad?
Para poder inculcar este maravilloso y necesario valor a nuestros hijos es preciso tener claro en qué consiste. La humildad es una virtud humana consistente en ser capaz de reconocer las propias limitaciones. Entendiendo, por tanto, que no estamos por encima de nadie. Existen ciertas conductas que denotan la humildad en una persona:
- Asume sus propios límites y adopta una actitud de permanente aprendizaje.
- Entiende que todos somos humanos y, por ende, todos fallamos. Debido a esto, no infravalora a nadie ni se vanagloria de sus logros.
- Trata con respeto y dignidad la vida en todas sus formas.
- Es capaz de pedir ayuda cuando la necesita y de pedir perdón cuando ha obrado mal.
¿Cómo explicar la humildad a los niños?
Los pequeños no cuentan aún con el desarrollo cognitivo necesario para comprender un complejo tan abstracto a partir de su definición. Por ello, lo mejor que podemos hacer es integrarlo en la vida diaria. Así, observando conductas concretas, será más fácil para los niños interiorizar este valor.
Educar en humildad a través de ejemplos cotidianos
- Suspender un examen o no pasar las pruebas de acceso a un equipo constituyen momentos en los que el niño se hará consciente de sus limitaciones. Normalicemos que nadie es perfecto, que no todos somos buenos en lo mismo y que podemos trabajar para mejorar. No nos enfoquemos en superar al de al lado, sino en superarnos a nosotros mismos.
- Cuando la situación ocurra a la inversa, ayudémosle a ser compasivo con quienes no han obtenido tan buenos resultados como él. Si en un partido de fútbol ganan al equipo contrario, mostrémosle que no es adecuado burlarse, sino adoptar una actitud deportiva y amistosa.
- Si en el colegio conoce niños provenientes de otros países, niños con diversidad funcional o pequeños que, de cualquier forma se salgan de la norma, aprovechemos para enseñarle tolerancia y diversidad. No perdamos la oportunidad de transmitirle que todos los seres humanos merecen ser tratados con respeto y dignidad y que nadie es superior a otro.
- Llevemos a nuestros pequeños a la naturaleza para que puedan apreciar y desarrollar un respeto por todos los seres vivos. Enseñémosles a mantener limpios los espacios naturales y a cuidar la vida en todas sus formas: desde las flores, hasta los insectos o los elefantes. Sus vidas son igualmente valiosas.
- Demos ejemplo a los niños reconociendo nuestros propios errores y disculpándonos cuando hayamos fallado. De esta forma, lo asumirán como un acto natural y lo incorporarán en su repertorio de conductas. Del mismo modo, recordémosles que pedir ayuda es adecuado y beneficioso.
¿Por qué educar en humildad?
Al contrario de lo que muchos piensan, humildad no es sinónimo de sometimiento ni de debilidad. Un niño humilde es capaz de apreciar sus fortalezas sin jactarse de ellas y de reconocer sus limitaciones sin sentirse inferior. Es capaz de respetar a los demás sin dejar nunca de respetarse a sí mismo.
Un niño humilde será un niño feliz que no tendrá necesidad de ser perfecto para saber que es valioso. De la misma forma que no esperará la perfección de los demás, sabrá tolerar la frustración y amoldarse a los cambios, tomar la adversidad para aprender. Gozará de relaciones sociales sanas y sinceras pero, sobre todo, tendrá una relación sana consigo mismo, amándose y aceptándose tal y como es.
Bibliografía
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- Romañach, J., & Lobato, M. (2005). Diversidad funcional, nuevo término para la lucha por la dignidad en la diversidad del ser humano. Foro de vida independiente, 5, 1-8.
- Sabater, V. (2019b, 6 junio). El poder de la humildad. Recuperado 5 noviembre, 2019, de https://lamenteesmaravillosa.com/el-poder-de-la-humildad/