¿Por qué es importante cultivar la paciencia en los niños?

Si te preguntas por qué es importante cultivar la paciencia en los niños, acá despejamos tus dudas
¿Por qué es importante cultivar la paciencia en los niños?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 01 junio, 2022

Es muy importante cultivar la paciencia en los niños. ¿Por qué? Para que tu hijo sepa  mantener la calma durante situaciones estresantes, a las cuales tendrá que enfrentarse durante toda su vida. A continuación te explicaremos por qué es tan importante que adquieran este valor y cuáles son los beneficios de hacerlo.

Los peligros de la impaciencia

Una sociedad estresada

Es común que muchas personas permitan que la impaciencia se apodere de su calma, y más viviendo en una sociedad tan estresante. El estrés y la frustración nos dominan de tal modo que llegamos a perder el control de nuestros pensamientos y acciones. La clave está en la gestión de las emociones, en el control de la situación, y esto se consigue enfrentando la impaciencia.

Para muchos es más importante hacer, tener, o querer todo de una manera extremadamente rápida. Como adelantábamos antes, las cosas cada día se realizan con más rapidez o intensidad, de forma vertiginosa, y por ello observamos a personas desmesuradamente estresadas.

Para evitar que tu hijo se contagie de esta forma de vida debes ayudarle a que empiece a ver el lado positivo de aprender a cultivar la paciencia.



Si mi hijo trae malas notas, es normal que me sienta preocupado.

La paciencia es una manera por la que el cerebro nos ayuda a desarrollar y a mantener la tolerancia. Aquellas personas que cuentan con la cualidad de la paciencia tienen múltiples beneficios en variadas facetas de su vida, como las relaciones sociales o el trabajo. Y queremos eso para nuestros hijos, ¿verdad?

Intolerancia a la frustración

La crianza es complicada porque hoy la distancia entre proteger, suplir y satisfacer las necesidades de los hijos deja poco margen a la responsabilidad compartida. De hecho, se asumen de manera unidireccional y sin fisuras -de los padres a los hijos- las demandas de educación, cultura, entretenimiento y, en general los cuidados en el hogar.

La entrega de los padres es incuestionable, pero estos deben crear condiciones para que los hijos participen y un porcentaje de sus requerimientos, dependa de sus decisiones y acciones, y caigan bajo su estricta responsabilidad.

Educar implica corroborar en la práctica que las acciones e inacciones arrastran consecuencias. Es decir, que lo que hacemos o dejamos de hacer repercute negativa o positivamente, según sea el caso.

Si esto se aprende, las escenas de frustración irracional se alejarán, porque se habrá entendido que la realidad nos necesita para llegar a ser.

“…la aleación de experiencia, paciencia, moderación y sentido de la responsabilidad parecen estar desdibujados como modelos de aprendizaje para nuestros jóvenes.”

-Psicopedagoga Silvia Baeza-

La impaciencia, un síntoma de la crisis de la época

En esta época copada por los aparatos tecnológicos la gran mayoría funciona al alcance de un clic. Un botón oprimido o digital abre puertas, ventanas e infinitas posibilidades.

Los niños que nacen en esta atmósfera creen con razón que la realidad depende de las tecnologías de la comunicación. Costará mucho a los padres y maestros poner a los niños de cara a la naturaleza y demostrarle con el ejemplo las virtudes del aire libre.

Y es precisamente aquí, en esta dimensión, donde la importancia de la paciencia en los niños cobra total sentido. Porque es en nuestro trato con la realidad y en la interacción con los otros, cuando esperar, hacer cola, mantener el ritmo, se ponen a prueba.

Ello contrasta con el mundo digital en el que un clic hace aparecer o borrar las cosas de manera instantánea. En este escenario, una conexión lenta o la interrupción del wifi desencadena escenas de impaciencia e intolerancia mayúsculas.

Los niños sobreestimulados con las pantallas y el consumo de videos o videojuegos sentirán que los lentos aprendizajes de la aritmética, la escritura y la lectura corresponden a tiempos pasados y superados.

Padres y maestros deberán demostrarles que la vida real es lenta y progresiva. Que lo importantes se trama y crece en el tiempo. Que todo depende de lo que hagamos y de cómo avancemos, dando un paso cada vez.

¿Qué aprenderán al tener paciencia?

Los niños que aprenden el valor de la paciencia, logran:

  1. Evaluar las circunstancias con más perspectiva, sin precipitarse.
  2. Tener más educación.
  3. Percibir las diferentes situaciones que requieran de tolerancia mientras que disfrutan de su infancia. Esto los ayudará durante su adolescencia, la etapa en donde la paciencia asistirá al control de las emociones en desarrollo.
  4. Conseguir un gran equilibrio emocional, provocando que el sujeto conserve suficiente paz y tranquilidad para poder afrontar los diferentes contratiempos con una mejor actitud y fortaleza.

No le hagas caso cuando sea maleducado

Es un hecho que existen niños malcriados, muchos de ellos escandalosos e irritantes. Suelen hablar gritando y dan órdenes a sus padres como: “Me quiero ir” o “Quiero eso”. ¿Por qué hacen esto? Porque no tienen paciencia debido, en parte, a que sus padres no dedican tiempo a enseñarles cómo cultivarla.

Puesto que los niños reclaman ropa, juguetes, alimentos o dulces de forma inmediata con el fin de que los padres se los den, es imprescindible enseñarles a ser pacientes. No se los des de inmediato y mucho menos si no te los piden con educación.

Uno de los elementos que podríamos tener en cuenta es que los pequeños perciben y normalmente copian la forma de ser de los padres, así que el principal paso está en dar y predicar el mejor ejemplo de paciencia.

La paciencia en los niños y la construcción del futuro

Sentir el paso del tiempo es una virtud de la paciencia. Planificar y organizar son acciones que dependen del manejo óptimo de las horas, de ahí la importancia de enseñar a los niños a preparar y agendar.

La producción de cualquier cosa, desde un paseo, una comida o una rutina de juegos, supone prever, estimar, calcular, considerar, en fin, verbos de acción y pensamiento que hablan de una elaboración consciente de la cotidianidad.

Que los hijos vean a los padres hacerlo y participen en conjunto de la construcción familiar de la agenda es un regalo para la vida. De seguro, cuando ya sean adultos agradecerán todo el esfuerzo de sus padres.

Esperamos que pudieras beneficiarte de toda la información que encontraste a lo largo de este artículo.


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