Picky eaters o niños selectivos para comer: 6 pautas para padres

Algunos niños rechazan tantos alimentos que su dieta cuenta con muy escasa variedad. Te contamos qué hacer para revertir esta situación, antes de se afecte su salud.

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Durante la crianza hay ciertos tópicos que preocupan especialmente a los padres y la alimentación infantil es uno de ellos. Algunos niños comen de todo y en cantidades suficientes desde el inicio, pero lo más común es que surjan ciertas dificultades y reticencias en algún momento. Ahora bien, cuando el rechazo a los alimentos es exagerado o causa interferencias en el bienestar, conviene permanecer alerta: podemos estar ante los picky eaters.

Este término designa a aquellos menores que son muy selectivos o quisquillosos con la comida, que se alimentan poco y mal y que pueden presentar deficiencias nutricionales. En ocasiones, esta es una actitud transitoria que termina por revertirse con el tiempo. Pero si no se corrige, puede derivar en un trastorno serio y por eso, te invitamos a conocer más al respecto.

¿Niños selectivos para comer o procesos evolutivos normales?

Como comentábamos al inicio, no hay que alarmarse porque el niño pequeño presente algunos problemas con la alimentación. Sus gustos y preferencias, así como la cantidad de comida que ingiere, van a variar en función de su etapa madurativa. Esto es algo natural y fisiológico.

Por ejemplo, los seres humanos mostramos una preferencia innata por los sabores dulces desde que nacemos y también, una aversión natural por los amargos (asociados al riesgo de provocar toxicidad). Así, es normal que tu hijo prefiera una fresa a una alcachofa, sobre todo en los primeros años de su vida.

Del mismo modo, estas tendencias se modifican sobre la marcha y un infante que antes adoraba la fruta puede mostrarse reticente a tomarla más adelante. Además, la aversión a probar alimentos nuevos (neofobia) es algo común en la mayoría de los niños y no hay por qué preocuparse.

Igualmente, las necesidades nutricionales también cambian conforme pasa el tiempo.

Hacia los 12-15 meses la velocidad de crecimiento del niño se ralentiza y, por ende, se reducen sus necesidades calóricas. Es posible que en este periodo coma menos que antes, pero es solo un proceso de ajuste transitorio. Cuando cumpla los cinco, su apetito se disparará de nuevo.

Por todo esto, los adultos hemos de ajustar las expectativas y no esperar que un niño coma tanto como nosotros, que siempre tenga la misma hambre, o que disfrute igual de todos los alimentos. Ser flexibles y no alarmarnos es un buen paso inicial.

nino sentado a la mesa con plato de brocoli y coliflor no quiere comer selectivo oposicionista desafiante negativista
La aversión a ciertas comidas o a las características de los alimentos puede ser normal hasta cierto punto. Pero no hay que pasar por alto esta actitud cuando se prolonga más allá de lo esperable.

Picky eaters: ¿cómo reconocerlos?

Si tomamos en cuenta todo lo anterior, es posible que algunos niños sí se muestren más quisquillosos o selectivos de lo habitual. Para determinar si tu hijo entra en la categoría de los picky eaters puedes fijarte en los siguientes parámetros:

  • Se niega a probar alimentos nuevos y los rechaza incluso cuando ya le resultan familiares.
  • Muestra aversión a los grandes grupos de alimentos y tolera muy pocas opciones. Su dieta tiene escasa variedad.
  • Come poco y lo hace de manera lenta. La alimentación es una lucha constante.
  • Rechaza los alimentos por sus características sensoriales: olor, color o textura y es muy sensible a estos aspectos.
  • Muestra una preferencia marcada por las harinas y los azúcares y excluye casi completamente de su dieta a las frutas y a las verduras.

¿Cómo ayudar a los niños selectivos para comer?

Cuando esta tendencia se prolonga en el tiempo, puede acarrear importantes consecuencias negativas para la salud. Por ejemplo, el niño con déficits nutricionales puede tener problemas para alcanzar el peso y la estatura apropiados para su edad. Ya sea en menos o en más.

Además, es posible que esta condición lo limite en el plano psicosocial, pues él o su familia tienden a evitar aquellos planes y situaciones que impliquen a la comida.

Por ejemplo, ir a comer a casa de un familiar o asistir a una excursión del colegio pueden suponer un gran conflicto por el miedo a que le sirvan alimentos que no tolera.

Para evitar que un niño llegue a este punto o ayudarlo a salir de él, podemos poner en práctica una serie de pautas.

1. Implementa el baby led weaning

Si tu hijo aún es un bebé, puede beneficiarse mucho con el método baby led weaning para introducir la alimentación complementaria. Este enfoque permite al propio niño acercarse a los alimentos, explorar su textura, la forma, el olor y el sabor y decidirse a probarlos a su ritmo. Gracias a esto, se generan muchas menos resistencias.

2. Respeta los ritmos infantiles

Es importante respetar al niño, a sus ritmos y a sus necesidades. Los infantes saben distinguir bien las señales de hambre y de saciedad, pero a veces, los adultos las ignoramos.

No obligues a tu hijo a comer más si no tiene hambre ni te alarmes si una temporada ingiere menos alimento. Esta presión y preocupación generan un clima negativo en torno a la comida, que puede resultar perjudicial.

3. Ofrece varias veces el alimento

No te desesperes si las primeras veces tu hijo rechaza un alimento, continúa ofreciéndolo con paciencia y con buena actitud.

No lo regañes ni le recrimines “lo mal que se portó” la última vez. Dale una nueva oportunidad y tantas como sean necesarias. A medida que un niño se expone a un alimento, aumentan las probabilidades de que lo acepte.

Puedes servirlo combinado con otro que ya conozca y que sea de su agrado, pero es preferible no enmascarar demasiado los sabores, especialmente si los niños son muy pequeños.

Resulta más positivo que los pequeños se acostumbren a la variedad de gustos (aunque les lleve algo de tiempo) que tratar de taparlos totalmente con salsas u otros recursos.

4. Evita las manipulaciones y las presiones en los picky eaters

“Si no te lo comes ahora, te lo pongo para cenar”, “como no te lo termines, me voy a enfadar”, “si te comes las verduras, te doy un flan de postre”.

Todas estas frases son muy empleadas por los progenitores de los picky eaters, en un intento desesperado por hacer que coman. Sin embargo, resultan contraproducentes.

La comida no debe tener una carga emocional; el niño no debe comer para hacerte feliz, ni para evitar un castigo o conseguir un premio. Estas actitudes fomentan una relación poco saludable con el alimento.

Por eso, las mejores armas son la paciencia y la perseverancia. Si hoy no quiere comer, puedes volver a intentarlo en la siguiente ocasión.

Eso sí, es importante no ceder. No corras a prepararle a tu hijo otra comida porque se niega a tomar lo que hay. No sucede nada porque un día coma menos.

Recuerda que el objetivo es ayudarle a comer de todo para que no tenga problemas en el futuro. Acepta estos pequeños sacrificios en el corto plazo para lograr el objetivo mayor.

5. Implica al niño en la elección y en la preparación de las comidas

Este es un consejo muy efectivo: involucra a tu hijo en todo el proceso de alimentación. Anímale a cocinar contigo, a familiarizarse con los alimentos mientras los prepara y a disfrutar luego del gran plato que ha creado.

Permítele escoger entre varias opciones (por ejemplo, entre las distintas frutas) para que sienta un mayor control de la situación. Experimenta con formas vistosas y llamativas a la hora de presentar los platos.

cena compartida en familia habitos saludables
La familia es la primera escuela y los niños aprenden de ella a través de la observación y de las rutinas cotidianas.

6. Coman en familia

Por último, recuerda que la familia es la primera escuela y, en cuanto a los hábitos alimenticios, el niño también aprende de lo que ve.

Así, adopten la costumbre de comer en familia, tomen todos los mismos alimentos y compartan gratas conversaciones sin distracciones, como la televisión.

Crear un clima agradable en torno a los momentos de comer (incluso cuando el niño sea quisquilloso) es fundamental.

Hay profesionales que pueden orientar sobre los picky eaters

En diversos momentos es posible que te plantees la necesidad de buscar orientación profesional. Por ejemplo, querrás saber de tu pediatra si el niño se encuentra en los percentiles adecuados o si presenta alguna carencia nutricional de la que debas ocuparte.

Pero también, puedes necesitar el apoyo de un psicólogo infantil para manejar esta problemática. En primer lugar, para que te guíe en la aplicación de las pautas apropiadas y en segundo lugar, para tratar ciertos aspectos asociados al rechazo a la comida. Como una fobia al atragantamiento o una personalidad demasiado rígida.

En cualquier caso, no dejes pasar esta situación porque puede llegar a afectar a la salud de tu hijo y limitarle de cara al futuro en numerosas ocasiones. Cuanto antes se aborde el rechazo a los alimentos, más fácil será revertirlo.

Bibliografía

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