Desde que te vi me robaste el corazón

El amor que se siente por un hijo es inmenso e inexplicable. Cuando un niño nace, el corazón de su madre deja de pertenecerle a ella.
Desde que te vi me robaste el corazón
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 abril, 2020

Desde que te vi me robaste el corazón. Desde el momento en que escuché tu melodioso llanto supe que ese era el idioma que más iba a gustarme en la vida, y el cual adoraría siempre recibir.

Dicen que el parto es la única cita a ciegas en la que verdaderamente conoces al amor de tu vida. Y es cierto. Tú me robaste el corazón desde la primera vez que te vi, y te lo llevaste para nunca devolverlo. Gracias.

La historia del día más feliz de mi vida

De aquella tarde recuerdo el nerviosismo de todos los familiares que aguardaban fuera de la sala. Y el trillo que tu papá marcó sobre el suelo yendo y viniendo hacia la puerta tras la cual tú y yo aguardábamos.

Me acuerdo también de mis padres, de su impaciencia por convertirse en abuelos. Si me concentro un poco puedo volver a percibir el frío que hacía en la habitación donde estaba y la poca ropa que dejaron ponerme.

 

Yo que siempre fui una mujer muy recatada, que nunca me gustó ni insinuar el busto por la abertura de las blusas, de pronto me vi sin ropa interior, prácticamente desnuda en aquella sala. Ahora me da la risa cuando lo recuerdo.

El salón donde te conocí estaba tan iluminado como si tuviera el mismo sol en pleno cenit en el centro del techo. Había varias personas a mi alrededor, todas vestidas de verde. Un verde oscuro que, dicen algunos, transmite calma, esperanza, energía positiva…

Para aseverar esto hoy tendría que detenerme a observar los uniformes con mucha paciencia. La ansiedad, el miedo, el júbilo, el furor, la impaciencia… eran demasiadas emociones juntas para detenerme a comprobar si el pantalón del anestesista o la blusa de la gineco-obstetra me trasmitían paz.

Y, entonces, conocí el amor…

Ahora mismo hago un viaje al pasado y puedo volver a sentir la aguja de la anestesia en mi espalda junto al adormecimiento de mis piernas. Soy partícipe otra vez del constante chachareo de los médicos y enfermeros que hablaban sobre la cena del día anterior, la cita que tuvieron con tal o cual persona, lo alto que estaba el precio de la gasolina… Parecía como si, de pronto, estuviéramos todos compartiendo en un bar.

También preguntaban por nosotros. Si había tenido buen embarazo, qué nombre pretendía ponerte o si pertenecías al sexo que yo quería. Dicen que toda esta charla es común durante las cesáreas. Los médicos lo hacen para intentar desviar tu atención hacia otros asuntos y lograr que te relajes. Intentan que pierdas el miedo a la vez que se aseguran, con tus respuestas, de que la anestesia no te haya sentado mal.

 

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Retomando el asunto de nuestro encuentro puedo afirmarte que al sentir tu llanto por primera vez los oídos se volvieron sordos a las conversaciones, los ojos se me aguaron de manera repentina y en la garganta se me formó un nudo que apenas me dejó respirar. Luego vi tu cuerpecito blanco y desgarbado arrancado de mi vientre y no pude más que llorar de la emoción. Me robaste el corazón cuando te vi por primera vez y fue tan fácil que me da hasta miedo.

Desde que te vi me robaste el corazón

Te conozco hace apenas un mes y lo que siento por ti es tan grande que no puedo imaginarme algo similar; únicamente si volviera a convertirme en madre. Siento que eres lo más importante que tengo en la vida y que desde tu llegada soy la persona más exitosa del mundo. ¡Que se queden los demás con las riquezas y sus muchas conquistas! Yo ya tengo la más grande de todas.

Gracias mi amor, gracias otra vez por existir y embriagarme con tu presencia. Desde hoy te agradezco que me des la maravillosa oportunidad de criarte y verte crecer, participar de tu vida, tus ideas y tus sueños.

Ser tu fiel compañera en tus desventuras y tus logros, tener la oportunidad de escucharte y aconsejarte lo mejor que pueda. Ser tu maestra, ayudarte y amarte por sobre todas las cosas… Esas son hoy las principales misiones y metas de mi vida. Gracias por dejarme abrazarte, besarte, acariciarte, quererte, gracias por darme la dicha de poder llamarte hijo.


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