¿Debo dejar ganar a mi hijo cuando juego con él?

Al jugar con tu hijo le enseñas valiosos aprendizajes para la vida y moldeas su autoestima. Pero, ¿debes dejarlo ganar? Te contamos qué debes saber para tomar esta decisión.
¿Debo dejar ganar a mi hijo cuando juego con él?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 03 febrero, 2023

El juego es el hábitat de los niños, es su medio natural. A través del mismo aprenden acerca del mundo y se relacionan con otras personas de su entorno. Además, es una de sus grandes vías de expresión. Por esto, cuando los progenitores juegan con el menor, le regalan un tiempo realmente valioso para su crecimiento como persona. Sin embargo, en más de una ocasión te habrás preguntado lo siguiente: «¿debo dejar ganar a mi hijo cuando juego con él?».

Es natural que, en ocasiones, sientas ese impulso de favorecer o de dar ventaja a tu pequeño, ya que percibes que sus capacidades no son suficientes para ganar naturalmente. No obstante, también es posible que sientas que esto no está del todo bien, puesto que no quieres acostumbrarlo a obtener victorias ficticias e injustas. ¿Qué hacer entonces?

La realidad es que no existe una única respuesta válida para todos los casos, ya que la forma de proceder dependerá de diversas variables. Por esto, a continuación, te ofrecemos información relevante para que puedas decidir libremente.

¿He de dejar ganar a mi hijo?

En primer lugar, consideremos que para los niños el juego no es solo un entretenimiento o una actividad divertida. También, supone una serie de pequeños retos, desafíos y pruebas. Cuando un menor gana un juego y alcanza el logro, se siente capaz y válido. Esto contribuye a desarrollar una imagen positiva de sí mismo y le motiva a aceptar retos e involucrarse en tareas desconocidas.

Ahora bien, es complicado que un niño gane de forma natural si juega con un adulto, especialmente en las primeras ocasiones. Así, no importa si se trata de baloncesto, de un juego de mesa o de completar una sopa de letras, generalmente será el mayor quien obtenga la victoria. Esto se debe a que el pequeño no cuenta con las mismas destrezas, la madurez ni la experiencia.

Sin embargo, si el chico pierde de forma sistemática, puede desmotivarse enormemente. Y esto puede llevarlo a querer abandonar el juego, a no intentarlo más y a desarrollar la noción de que es incapaz o poco válido para esas tareas. Por esto, no resulta negativo ofrecer una cierta ventaja en ocasiones, ya que le permitirá poner en marcha sus habilidades sin ese gran desequilibrio.

El desempeño en el juego tiene un papel importante en la autoestima del niño. Por eso, a veces está bien darle ciertas ventajas, aunque dejarse vencer todas las veces tampoco es lo correcto.

Aprendizajes para el mundo real

A pesar de lo anterior, no es conveniente dejar ganar a tu hijo por sistema. Si bien las victorias ayudan a construir su autoestima, es importante que sean éxitos reales. Por ejemplo, tú puedes repetirle a tu hijo que es muy valiente, pero nada afianzará tanto esa concepción de sí mismo como el momento en que realmente se enfrente a un miedo y lo venza. Del mismo modo, no se sentirá inteligente, habilidoso o competente si el logro ha sido regalado.

De hecho, es posible que el niño perciba que se le deja ganar y esto puede ser contraproducente. De ese modo entenderá que si sus padres lo sobreprotegen, es porque ellos tampoco lo consideran capaz de vencer por sus propios méritos.

Perseverar es más importante que el resultado

Por otro lado, uno de los aprendizajes más importantes que se extraen del juego es la capacidad para tolerar la frustración. En estas actividades, como en la vida, no siempre todo sale como deseamos.

Para los niños más pequeños, esta habilidad es complicada de manejar y, probablemente, al perder puedan tener una rabieta, enfadarse o llorar. Sin embargo, estos momentos son una gran oportunidad para inculcar una mentalidad adecuada; es decir, enseñarles a lidiar con la situación y ofrecerles herramientas que podrán utilizar en otras ocasiones de la vida real.

Los niños deben comprender que en ocasiones les tocará perder y es importante aprender a aceptarlo. También, que la derrota les permite analizar los errores para mejorar a futuro y ser capaces de perseverar.

¿Cómo saber cuándo dejar ganar a mi hijo?

Como ves, ambas opciones tienen sus pros y sus contras. Por lo tanto, se trata de hallar un equilibrio y, especialmente, de saber analizar qué es lo que necesita tu hijo. Y es que no todos los casos son iguales. Por ejemplo, hay algunos niños que, por su personalidad, pueden necesitar una pequeña dosis de seguridad en ciertos momentos. Por el contrario, hay otros que requieren de aprender sobre la frustración.

En cada situación, el mejor modo de proceder será diferente. Por eso, resulta crucial que los padres conozcan bien a sus hijos y sepan adaptar la crianza a su temperamento, sus emociones y sus necesidades. En cualquier caso, nunca exageres tu respuesta. Trata de hallar un equilibrio de forma que pueda experimentar sus habilidades y ganar confianza en ellas, pero que entienda que todo juego implica perder en ocasiones.

Lo importante es acompañar y guiar a tu hijo

Lo más importante al jugar con tu hijo es que sepas acompañarlo y guiarlo durante la experiencia. En lugar de centrarte en si gana o si pierde, ayúdalo a analizar su estrategia, a planificar sus siguientes pasos y a saber qué habilidades poner en práctica en cada momento. Igualmente, anímale a analizar sus posibles errores y a diseñar un nuevo plan para hacerlo mejor al siguiente intento.

Estos pasos ayudarán a desarrollar en el pequeño una mentalidad de crecimiento que, según se ha observado, aumenta la motivación, la independencia y la resiliencia y nos acerca al éxito. Son estos aprendizajes los que le serán de real utilidad.


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  • Dweck, C. (2017). Mindset: La actitud del éxito. Editorial Sirio SA.
  • García A. (2016) ¡No me sale!... ¡Todavía! Mentalidad de cambio vs mentalidad fija. El poder de creer que podemos mejorar.  En: ¿Cómo podemos transformar nuestras escuelas? Estrategias para fomentar la autorregulación en la escuela primaria, 55-60.

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