¿Se puede comer mortadela en el embarazo?

Existen una serie de embutidos que se deben retirar de la dieta de la embarazada por el riesgo microbiológico que conllevan. Te enseñamos si la mortadela es uno de ellos.
¿Se puede comer mortadela en el embarazo?
Saúl Sánchez Arias

Revisado y aprobado por el nutricionista Saúl Sánchez Arias.

Última actualización: 06 julio, 2022

La mortadela es un embutido frecuente en muchas dietas. A pesar de que su calidad a nivel nutricional no es buena, cuenta con unas características organolépticas que agradan a muchos. Ahora bien, te vamos a contar si en el embarazo se puede comer mortadela o conviene suprimirla de la pauta, ya que hay muchos embutidos que deben ser restringidos en esta etapa.

Antes de comenzar, hay que destacar que conviene optimizar la alimentación durante la gestación para conseguir que el feto se desarrolle de manera óptima. De lo contrario, podría experimentar una serie de problemas que condicionasen el bienestar en el futuro, así como el estado de salud, una vez que se produce el alumbramiento.

Valor nutricional de la mortadela

La mortadela, del mismo modo que muchos otros embutidos, se caracteriza por concentrar proteínas de alto valor biológico. Estos nutrientes han demostrado resultar determinantes en la prevención de patologías metabólicas, como la sarcopenia. Asimismo, habrá que asegurar la práctica de ejercicio físico de manera regular para evitar que la musculatura se atrofie con el paso del tiempo.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. La mortadela presenta una serie de aditivos de baja calidad, conocidos como nitritos. Estos compuestos se añaden con el objetivo de incrementar la vida útil del producto. No solo se encuentran en la mortadela como tal, sino en la mayoría de las carnes procesadas. Este es uno de los motivos principales para desaconsejar su consumo regular.

De acuerdo con una investigación publicada en la revista Antioxidants, el consumo de nitritos incrementa el estrés oxidativo en el medio interno. De hecho, existen indicios de que, conforme la presencia de esta clase de aditivos en la pauta regular, provoca un incremento en el riesgo de desarrollar patologías crónicas y complejas.

La mortadela ayuda a prevenir patologías metabólicas, pero tiene aditivos de baja calidad.

El peligro del consumo de mortadela durante el embarazo

Seguro que ya has escuchado que durante el embarazo no se pueden consumir embutidos. Estos pueden presentar en su interior el parásito que causa la toxoplasmosis, lo que resultaría especialmente perjudicial para el feto. Sin embargo, cuando hablamos de mortadela nos referimos a un tipo de carne procesada cocinada, por lo que se puede hacer una excepción.

El proceso térmico que supera este comestible elimina los microorganismos patógenos que pueden habitar en su interior, por lo que supone una estrategia eficiente en cuanto a la higiene alimentaria.

Ahora bien, es necesario destacar que los embutidos pueden contener también otros gérmenes patógenos, como la Listeria . Por este motivo, siempre es positivo evitar su inclusión en la dieta en la etapa gestacional.

Los embutidos y su relación con la salud

A pesar de que se pueda comer mortadela durante el embarazo, así como otros embutidos que hayan superado algún proceso térmico, lo cierto es que son productos que no se deben incluir en la alimentación de manera frecuente. Como mencionamos, en su mayoría concentran aditivos de dudosa calidad. Por ejemplo, comer carne fresca es una mejor opción.

Bien es cierto que se puede hacer alguna excepción. Por ejemplo, el jamón serrano de buena calidad puede no estar alterado con conservantes y destacar por su alto contenido en proteínas. No obstante, no se debe consumir en el embarazo en crudo por los riesgos antes mencionados.

La mejor opción durante el embarazo es llevar a cabo una dieta saludable. Sin embargo, puedes permitirte algunos gustos de tanto en tanto.

Evita comer mortadela en el embarazo

Según has podido comprobar, este alimento cuenta con bajo riesgo desde el punto de vista microbiológico, pero concentra en su interior una serie de aditivos alimentarios de dudosa salubridad. Por este motivo, lo mejor es restringir su aparición en la pauta.

A la hora de plantear la dieta para una mujer embarazada, lo mejor es priorizar siempre los alimentos frescos con elevada densidad nutricional. Estos consiguen reducir el riesgo de desarrollar un déficit de nutrientes, lo que resultaría nefasto tanto para la madre como para el feto. Ante cualquier duda, siempre se puede consultar con un especialista en nutrición.


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