Las tareas de un buen padre inician desde el momento en que se piensa en concebir a un bebé. Durante la crianza de tus hijos puedes enfrentarte a muchas dificultades y situaciones estresantes pero todo valdrá la pena porque sentirás el amor más sincero del mundo.
No hay un libro de instrucciones para ser padre o madre, pero los consejos que te daremos a continuación, te ayudarán a tener presentes algunas tareas básicas con las que ayudarás mucho a tus hijos.
¿Cuáles son algunas de las tareas de un buen padre?
1. Apreciar el tiempo con tus hijos. Te asombrarás al ver lo rápido que pasa el tiempo desde que tu hijo nace. Recuerda que el tiempo que tienes con ellos es corto y debe apreciarse cada segundo. Pasa con tus hijos tantos momentos como sea posible y cuando lo hagas aléjate de cosas que te distraen de ellos.
2. Comparte las responsabilidades con tu pareja. Cuando se trata de los hijos, no hay tareas especiales para ellos o para ellas. La clave es hacer de la paternidad una experiencia compartida; involúcrate en todo para darle a tu hijo el amor y el cuidado que requiere.
3. Demuéstrales tu amor. Aunque puede ser un consejo un poco obvio, muchos padres se reservan este sentimiento y no lo demuestran. En cada oportunidad que tengas y sin importar las circunstancias, hazlos sentir amados.
4. Enséñales a tomar decisiones. Tal vez es más fácil definir lo que quieres para sus vidas, pero enseñarles a elegir sus caminos, es una habilidad que durará para siempre. Guíalos y establece límites, pero permíteles decidir por sí mismos.
5. Recuerda siempre la importancia de la paciencia. Al ser padre o madre, muchas situaciones pueden sacarte de tus cabales, pero controlar tus reacciones es una virtud que se desarrolla con la paciencia. Respira profundo, relájate y continúa tu vida para ser modelo de autocontrol.
6. Diviértete. El buen sentido del humor es un regalo que les das a tus hijos. No tengas miedo de hacer el ridículo cuando estás compartiendo con tus hijos. Los momentos de diversión se atesoran y se almacenan en sus memorias para siempre; encuentra el lado gracioso en cada situación.
7. Lee con y para ellos. No importa si este hábito está o no arraigado en ti. La lectura es un regalo que les das para toda la vida y que les ayudará a desarrollar sus habilidades cognitivas y sociales. Dedica unos minutos cada día para compartir una historia con ellos.
8. Déjalos disfrutar del juego. Muchas personas subestiman el valor del juego sin saber que es el momento en el que se desarrollan en todas sus dimensiones; reemplaza la TV y los juegos de video por un buen rato de juegos y manualidades.
9. Estimula su imaginación. Un grave error que cometemos los adultos es el de mutilar las habilidades creativas de los niños. Permítele crear con los elementos que lo rodean, haz juegos de rol, inventen cuentos y den rienda suelta a su imaginación.
10. Sé firme a la hora de establecer los límites. La demostración más grande de amor que puedes darles a tus hijos, es enseñarles el valor del respeto y la formación en valores. Como padre necesitas establecer normas y hacerlas respetar para que al crecer sean adultos educados y útiles para la sociedad.
11. Sé modelo de las virtudes de las que les hablas. Los niños siempre aprenden del ejemplo que les das; al ser su modelo a seguir debes pensar cuáles son las conductas que esperas de tus hijos y empezar a ponerlas en práctica. Reflexiona acerca de lo que quieres que tus hijos vean y sean al crecer.
12. Trata con respeto a cada uno de los miembros de tu familia. Los comportamientos abusivos y los gritos son conductas que se imitan. El irrespeto genera inseguridades y problemas emocionales que pueden perdurar por toda la vida.
13. Enséñales cómo ser independientes. Permanece a su lado pero dales la libertad de hacer cosas por sí mismos. Asígnales pequeñas responsabilidades y aumenta poco a poco el grado de dificultad para que luego puedan valerse por sí mismos.
14. Déjalos ser lo que son. La personalidad es un aspecto que no deberías intentar modificar para que se ajuste a tus expectativas. Dales el espacio que necesitan para que sus rasgos personales emerjan y maduren.