La abuela dice “Pero si conmigo es un santo”; “Tú lo difamas, porque aquí ha estado más que tranquilo”, afirma la tía. ¿Es cierto que los niños se portan peor con sus padres? En este artículo brindaremos algunas posibles explicaciones a este comportamiento.
No es un invento, se portan mejor con los demás
No es que queramos hablar mal de ellos ni nada por el estilo; tampoco es un invento parental para quedar como las ‘víctimas’ de niños endemoniados. Es una realidad: los niños se portan peor con sus padres que con las abuelas, tías, niñeras o maestras.
Pareciera que todos los miembros de la familia se han confabulado para decirnos en la cara que nuestros hijos son unos ángeles si no estamos presentes. No gritan, se comen toda su comida, no lloran, recogen sus juguetes, terminan los deberes.
Por un lado, nos sentimos felices porque no han sido una molestia para sus cuidadores; sin embargo, por el otro, nos indigna porque con nosotros se comportan de otra manera.
¿Por qué los niños se portan peor con sus padres?
En internet se pueden encontrar muchas teorías y especialistas que lo afirman, pero no hace falta ser científico ni tampoco ir a la universidad para estar al tanto de la hipótesis de que los niños se portan peor con sus padres.
Existen dos teorías más ‘concretas’ que las investigaciones de universidades que no conocemos. Una de ellas se basa en la confianza y la otra en la demanda de atención.
Con los padres hay más confianza
Por un lado, los niños pasan mucho tiempo con sus madres, incluso cuando estas trabajan fuera de casa. Esto genera ciertas ‘consecuencias’ en la conducta de los niños, porque están más relajados y confiados.
Si un día van a la casa de su abuela, estarán en un ambiente extraño o que no forma parte de lo cotidiano. Allí deben andar con más cuidado, como pisando un terreno desconocido. Ninguno de nosotros, seamos niños o adultos, nos comportamos de la misma manera en todas las ocasiones y frente a todas las personas.
Después, cuando entramos en confianza, conocemos al otro y sabemos qué piensa o qué opina, nos relajamos un poco. En los niños, esta ‘relajación’ se convierte en malos comportamientos. Y, casualidad o no, se sienten más confiados en compañía de la madre.
“Los niños pasan mucho tiempo con sus madres, lo que genera que estén más relajados y confiados”
¿El niño necesita más atención?
La segunda teoría tiene que ver con la demanda de atención por parte de los niños, sobre todo cuando son muy pequeños. No quiere decir que se portan mal a propósito, con la intención de molestarnos o sacarnos de quicio.
Llorar, hacer berrinches, gritar y arrojar cosas son todas formas que el pequeño conoce para llamar la atención de su madre. ¿Por qué? ¡Porque necesita de su cariño y sus cuidados!
Debemos tener en cuenta que, durante los primeros meses de vida, los bebés consideran que son un mismo ser junto con su mamá; por eso luego, cuando la ven alejarse, creen que serán abandonados.
Esta costumbre de portarse mal cuando están las madres está relacionada a eso, a llamar la atención para que no se vayan de su lado. Es que están familiarizados o habituados a que la mamá saldrá corriendo a asistirlo cuando se cae, si tiene una pesadilla o en los momentos en que no puede hacer alguna cosa.
Las madres somos sinónimo de protección, de cuidados, de guarida; si los niños se portan peor con nosotras no es porque les estamos educando mal ni porque somos más ‘débiles’ o ‘permisivas’. En definitiva, ese comportamiento es la consecuencia de nuestro buen accionar.
Las hormonas no tienen nada que ver en esto
Por último, algunas personas afirman que los niños se portan peor con sus padres —o mejor dicho, con sus madres— debido a un aroma particular que ellas desprenden y que está relacionado a las feromonas.
Además de no tener fundamento, esto es difícil de determinar. En todo caso, podríamos decir que los niños no se comportan de la misma manera en la escuela, en su propio hogar o en casa de su abuela; tampoco reaccionan del mismo modo en un restaurante, en un avión o en el parque.
Esto no depende de con quien esté, sino de su personalidad, sus experiencias y cómo lo está pasando. Por lo tanto, si nuestros hijos se portan peor en nuestra presencia, podremos decir orgullosos que existe una relación de confianza y apego con ellos.
Bibliografía
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Henao López, G., & García Vesga, M. C. (2009). Interacción familiar y desarrollo emocional en niños y niñas. Revista Latiniamerica de Ciencias Sociales.