¿Eres capaz de reconocer los diferentes estados de tu pequeño? Usualmente, las emociones básicas de los niños se pueden reconocer a simple vista, dado que son personas muy transparentes y dejan ver lo que piensan y sienten. Te ofrecemos información valiosa para que sepas diferenciar cada una de ellas.
Las emociones se dividen en primarias o básicas y secundarias. La diferencia entre ambos tipos es que las emociones básicas de los niños son respuestas a estímulos externos y están ahí desde el nacimiento. Las otras, en tanto, se dan como resultado del crecimiento, la interacción con la sociedad y la combinación de las primarias.
¿Cuáles son las emociones básicas de los niños?
Existen varias clasificaciones en lo que respecta a las emociones básicas de los niños. A continuación, detallaremos los seis tipos expuestos por Paul Elkman, un psicólogo estadounidense considerado un referente en este tema.
1. Alegría
Se trata de una emoción inconfundible e imposible de ocultar para ellos. La alegría se refleja en los pequeños mediante la risa, el entusiasmo y las demostraciones de cariño. También se mostrarán exaltados y enérgicos al sentirla. Por lo general, la alegría en los niños es causada por una buena noticia. Algunos ejemplos son el recibir un buen regalo, que les cuenten una buena noticia o incluso recibir la visita de un amigo u otro ser querido.
Asimismo, esta emoción constituye el fin último de cada padre con respecto a sus hijos. No hay persona en este mundo que no quiere que su hijo esté feliz, por lo que verlo así es una fuente de vitalidad y orgullo incomparable. Obviamente, se trata de un estado y no de una condición permanente.
2. Tristeza
Es justamente la contracara de la alegría. La tristeza, opuestamente a la primera emoción comentada, se da como consecuencia de un suceso no deseado para el pequeño, o bien uno que no podrá ser como él esperaba.
Algunos niños tienden a sentirse tristes con facilidad; esto se debe a que, como los adultos, son más sensibles que otros. Sin embargo, debemos atender a que esta condición sea sobrellevada adecuadamente y, principalmente, que se deje atrás en un momento.
De no ser así, es momento de tomar medidas concretas. La depresión infantil existe y puede tener desencadenantes biológicos o externos; es responsabilidad de los padres prevenirla o al menos tratarla con celeridad para evitar así sus drásticas consecuencias.
3. Miedo
El miedo es un mecanismo básico de defensa del ser humano. Nuestros antepasados podían sobrevivir a las amenazas gracias al miedo, que los hacía estar alertas y tomar las precauciones apropiadas.
En los niños, el miedo puede producirse por muchos motivos; incluso puede ser causado por cuestiones cotidianas, como los perros, el baño o los insectos.
Además de ayudarlos a superar esta condición de manera progresiva, los padres deben saber diferenciar el miedo de las fobias. Estas últimas se caracterizan por provocar conductas irracionales, generalmente desmedidas en relación al factor que las origina.
“Las emociones básicas de los niños son respuestas a estímulos externos y están ahí desde el nacimiento”
4. Ira
La ira, también denominada enojo, surge como respuesta a una situación que produce rechazo. Generalmente, se da ante lo que el niño considera una ‘injusticia’ o simplemente cuando le niegan algo que quería; puede tratarse, en estos casos, de algo material o de unos simples diez minutos más viendo la tele.
Se trata de una emoción muy frecuente entre los 2 y los 4 años de edad; es en este momento cuando el niño está empezando a interactuar con los demás y también cuando empieza a manifestar su voluntad de tomar decisiones.
Al igual que las emociones anteriores, tiene signos físicos que la manifiestan: sudoración, músculos tensos y hasta dolores de cabeza pueden provenir de un momento de ira. Es importante que los padres se mantengan calmos, sepan controlar la situación y, sobre todo, que den el ejemplo para demostrar que no es lo correcto.
5. Asco
También se trata de un mecanismo de defensa primitivo, dado que servía a los hombres del pasado a alejarse de aquello que les resultaba desagradable o incómodo. El asco es, precisamente, una sensación de profundo malestar frente a un alimento, objeto o incluso ante una experiencia que active y haga reaccionar sus sentidos.
Lo positivo del asco, también llamado aversión, es que se puede evitar fácilmente. Por lo general, basta con alejarnos de eso que lo genera o de intentar pensar en otra cosa.
6. Sorpresa
Esta emoción genera en los pequeños un estado de alerta causado por una posible amenaza. No obstante, también hay sopresas positivas o incluso neutras, es decir que no son buenas ni malas.
“La sorpresa es generalmente ocasionada por un cambio brusco de actividad o sentido, un incremento en la intensidad de un estímulo o un estímulo novedoso repentino”
Cabe señalar que cada emoción tiene una enorme influencia en la vida, el comportamiento y el bienestar integral de los pequeños. Es elemental que los padres sepan comprender cada una de ellas y generar las respuestas adecuadas. Finalmente, también es esencial enseñarles a los niños como lidiar con ellas. Esto, por supuesto, incluye interpretarlas, entenderlas y saber manejarlas con prudencia y responsabilidad.
Bibliografía
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