La envidia es un sentimiento negativo, que empobrece el alma de la persona que la siente. En los adultos, suele estar relacionada a temas monetarios, laborales y hasta románticos. Ahora bien, ¿qué puede motivar la envidia en los niños? Lo veremos a continuación.
Basándonos en la definición del diccionario, consideramos la envidia como el sentimiento de tristeza o pesar por los bienes ajenos o el deseo por algo que no se posee. Aunque las personas recurren a diferentes creencias y supersticiones (como la clásica cinta roja) para no ser invadidos por la envidia propia ni afectados por la ajena, es muy común que esté ahí.
Se trata de un sentimiento prácticamente universal. Por más que uno intente, en algún momento de su vida sentirá envidia, ya que es una reacción propia de la interacción social.
Muchas veces, incluso, no tiene que ver con la carencia de algo. Por el contrario, las personas envidiosas son a menudo aquellas que se encuentran en una posición favorable respecto a otros. Aun así, les molesta la felicidad, los bienes materiales o incluso las oportunidades que se les presentan a los demás.
La envidia en los niños: ¿qué la causa?
En los más pequeños, el origen de la envidia se puede manifestar a partir de parámetros que para ellos son importantes. Estos pueden ser:
- Calificaciones.
- Juguetes u otro tipo de bienes similares.
- Número de amigos.
- Características físicas (ser más alto, flaco, fuerte, etc.).
- Atención por parte de los mayores (padres y profesores, principalmente).
Como dijimos previamente, la envidia en niños, así como en las personas adultas, no siempre está ligado al “no tener”. No son pocos los casos de niños que tienen prácticamente todo lo que han deseado y, sin embargo, cuando observan que un amigo se compra algo que les gusta, inmediatamente lo envidian y también lo desean.
Una de las explicaciones a este sentimiento podría ser que no están acostumbrados a esa situación de “desventaja”, por decirlo de algún modo. Es decir, siempre fueron ellos quienes tuvieron “eso” que los otros querían. Cuando la cosa se invierte, no les divierte para nada.
“A las personas envidiosas les molesta la felicidad, los bienes materiales o incluso las oportunidades que se les presentan a los demás”
¿Qué hacer cuando un niño siente envidia?
Más allá de la causa específica que origine este sentimiento, también existe detrás de todo una cierta carencia de confianza, de afecto o de autoestima que necesita ser atendida.
En otras palabras, el niño quiere equipararse o superar constantemente a los demás porque cree que, si no lo hace, será menos escuchado, querido o valorado.
Proponemos a continuación algunas prácticas que se pueden llevar a cabo con el fin de erradicar este resentimiento:
No lo compares con otros niños
Las comparaciones siempre son odiosas. Diciéndole “¿Por qué no eres como Pedro, que saca buenas notas?; o “¿Por qué no pateas como Juan?, lo último que logras es motivar al pequeño para que mejore. Más bien todo lo contrario. Estás creando en él un espíritu de competencia no saludable.
Entonces, lo que debes hacer es trazar metas realistas basadas en él mismo. Es decir, que estas puedan cumplirse a corto o medio plazo, para mantenerlo entusiasmado. De este modo, en lugar de ser mejor que alguien, lo llevarás a ser la mejor versión de sí mismo.
“La envidia siempre debe constituir un impulso para la superación propia y nunca debe significar un deseo de que al otro le vaya mal”
Bríndale atención y afecto
Pocas cosas son más importantes en la niñez que sentirse tenido en cuenta. El grado de atención, comprensión y respeto que recibe un niño no debe basarse en sus calificaciones, rendimiento deportivo o cualquier otro tipo de medición.
Haz sentir protagonista de tu vida a tu hijo, sin importar las circunstancias. Así, la envidia no se apoderará de él cuando su hermano o un amigo posean algo que él no tiene. Con el afecto de sus padres le será suficiente.
Habla sobre la envidia con él
Aquí no solo nos referimos a contarle sus efectos negativos y a “prohibirle” que sienta envidia por otros. De hecho, la envidia en los niños puede ser canalizada de manera positiva.
¿Cómo hacerlo? Trata de fomentar en él un sentido de sana competencia. Es decir que, si un amigo tiene mejores notas, puede esforzarse más para mejorar las suyas. Si otro niño juega mejor al tenis, puede pedirle que entrenen juntos y así potenciarse mutuamente o incluso hacer pareja en una competencia.
La envidia en los niños, en el mejor sentido de la frase, puede ser un motor importante para sus vidas. Siempre debe constituir un impulso para la superación propia y nunca debe significar un deseo de que al otro le vaya mal.
Por último, y como siempre decimos, no olvides que los niños no son más que un reflejo de la conducta de sus padres. Por este motivo, evita hacer comentarios maliciosos (sobre todo en su presencia) y fomenta en él una visión bondadosa y comprensiva para con el progreso de las demás personas.
Bibliografía
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