Existen temores en tu interior que jamás podré evitar. Hay promesas que nunca podré hacer. Sin embargo, mi amor, ciertamente deseo comprometerme para brindarte una certeza que te transmita seguridad. La verdad es que no podré amarte el resto de tu vida. Pero sí lo haré durante el resto de la mía.
Es que hijo, siendo absoluta y dolorosamente sincera, no puedo jurar acompañarte hasta el último día de tu vida. Pero ten por seguro que te cuidaré y adoraré hasta mi último suspiro. Ya verás cómo, aun en los peores momentos, me las ingeniaré para estar siempre a tu lado cuando más me necesites, y cuando no también.
Es verdad, ninguno de los dos saldrá de este mundo con vida. Abrazo la esperanza de que la lógica biológica no falle, y sea yo quien primero deba partir. Pues ya habré andado mi camino, y delineado tus posibles rutas. Para entonces, ya habré dejado en vida mi legado, predicando siempre con mi ejemplo.
Seguramente te queden varios años de vida sin mi presencia física. Pero para entonces solo recuérdame y comprenderás que no estás tan solo. Disfrútame en vida, tanto como yo pienso hacerlo hasta mi último día. Y de ser necesario, a futuro, mantenme viva en tu memoria.
Podré amarte hasta el fin de mis días
No podré amarte hasta el final de tu vida, pero sí sé que lo haré hasta el fin de mis días. Sin importar las circunstancias que deba atravesar. Qué más dan los achaques de la edad, la familia que formes una vez que despliegues tus bellas alas y tu pelea con el tiempo a causa de tus responsabilidades.
Yo siempre estaré dispuesta a entregarte en vida lo mejor que tengo: mi tiempo. Mi tesoro más preciado. Mi paciencia y mi compañía te pertenecen hasta que me vaya. Te ofrezco mis oídos para que confieses tus secretos y me cuentes tus penas.
Brindo también mis hombros para cuando necesites llorar. Si sientes que tropezarás, aquí estoy, sostente fuerte sobre mis espaldas. Cuando hayas caído, no te aflijas, simplemente toma mi mano y ponte de pie rápidamente. No hay tempestad que pueda vencerte si hay una familia unida como respaldo.
Una madre es capaz de dar todo sin recibir nada. De querer con todo su corazón sin esperar nada a cambio.
-Autor desconocido-
Disfrutaré de tus sonrisas y travesuras, te prepararé los platos más apetitosos. Me alegraré de cada uno de tus triunfos, y reflexionaremos acerca de tus fracasos. Esconderé los secretos que escondes cual tesoro en tu corazón pero que gritan tus ojos que solo yo sé leer.
Viviré mi vida feliz y con toda la alegría que contagias, porque sé que en ti encontré todo lo que necesito. Te admiraré todos los días, te dedicaré mis noches de desvelo que llevan tatuadas tu nombre. Atesoraré tu pureza, inocencia y nobleza.
Podré amarte como aquella preciada maravilla
Desde que me enteré de tu existencia, jamás he podido sentirme sola. Fuiste mi compañía desde que aquel test arrojó -sorpresivamente- “positivo”. Desde entonces, aprendí a valorar a mi madre. A partir de ese momento, comencé a pensar doble: por ti y por mí.
Cuando llegue el momento de despedirte para siempre, pasará por mis ojos aquella apreciada maravilla más importante de mi vida. La que surgió como un sueño, alimentó la esperanza, se tornó mi ilusión y se materializó en la más dulce y tierna realidad.
Durante este tiempo que caminemos juntos te aseguraré una larga vida. Velaré por tu salud y bienestar, y lucharé a capa y espada por tu felicidad, sin importar los costos que deba pagar por ello. Asumo los riesgos de amarte y protegerte en todo momento y lugar.
Hijo mío, debes ser fuerte y amarme con todas tus fuerzas, tanto como yo te amo a ti. Es que solo así aprenderás que, cuando llegue el momento, tendrás que dejarme ir. Hazlo con la absoluta seguridad de que podré amarte de principio a fin, incondicional y eternamente. Sin límites ni fronteras.
Imagen de portada cortesía de Katie m. Berggren
Bibliografía
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