Sin tener que enemistarnos con una posición o con otra, lo más importante que debemos tomar en cuenta para criar a nuestros hijos, es el hecho de que las enseñanzas que reciban en casa puedan ser de utilidad en su vida futura. Por esta razón, es recomendable buscar un equilibrio entre nuestros ideales y las corrientes sociales.
Pensar que nuestros hijos van a crecer y tendrán la obligación de relacionarse con personas diferentes todos los días, debe motivarnos para buscar las vías de enseñarles un comportamiento acertado. En tal sentido, si creemos que es preciso pasar por encima de cualquier cosa para lograr el éxito y promovemos esta actitud, quizá en su día a día el niño vaya a tener problemas de egoísmo.
¿Por qué es la era del yo primero?
Es seguro que las normas del yo primero surgieron en los hogares, aun cuando se pueda creer que de hecho es una conducta social mediatizada de alguna manera. Afirmamos que nació en el hogar, porque sabemos que los métodos de crianza han cambiado mucho en las generaciones recientes.
En este sentido, cada vez los padres son más permisivos con sus hijos, tienen a ser más halagadores y complacientes con estos, promoviendo que comiencen a sentir que son el centro de atención. Esta conducta paterna es cada vez más común, porque los estudios formales han promovido la eliminación progresiva de castigos y cualquier técnica represiva.
Los medios de comunicación tienen su cuota en la difusión de este fenómeno, pero no son los creadores en sí; pues no fuera posible toparse con tantos niños viviendo esta etapa, si en casa no se permitiera esta conducta. El estilo de algunos personajes televisivos, artistas o deportistas, de hecho promueven conductas egoístas, pero son los padres los responsables de enseñar mejores hábitos a sus hijos.
¿Cómo lograr que los hijos sean considerados en esta época?
La respuesta a esta pregunta nos dirige a un dilema moral, porque de hecho no es malo ser generoso, respetuoso y considerado con los demás, pero tampoco es mala aquella visión que promueve una actitud competitiva, la cual deriva en seres aparentemente menos solidarios.
En tal sentido, no está mal fomentar la superación en los niños, que quieran estudiar ser personas exitosas y desear su crecimiento personal. Sin embargo, es obligatorio que una actitud no se enfrente con la otra; es decir, se puede ser un triunfador sin perjudicar a nadie, pues el éxito se complementa con la capacidad de compartir nuestros logros.
Para lograr un equilibrio acertado podemos atender a las siguientes recomendaciones:
1. Evita los halagos excesivos. No está de más dedicar ciertos halagos a nuestros hijos, porque esto les genera confianza en sí mismos y le permite identificar el amor de sus padres. Pero no se debe caer en excesos que puedan detonar su arrogancia.
2. Regular la protección. Los padres estamos para proteger a nuestros hijos, pero cuando exageramos los cuidados, formamos a seres dependientes, los cuales pueden llegar a sentir que son el centro del universo. Enseñarles a cuidarse por sí mismos promueve que reconozcan a los demás como iguales.
3. Motivarlos al logro colectivo. Si queremos el éxito de nuestros hijos, debemos comenzar a enseñarlos a ser cooperantes y a trabajar en equipo. El éxito no viene solo, hay que lucharlo y para ello es preciso conseguir ayuda oportuna, si nos comportamos de manera egoísta, nadie querrá ayudarnos.
4. Evade la necesidad personal de complacer en todo a tus hijos, esto es algo que no van a agradecer y que por el contrario, puede perjudicar su visión sobre el valor de las cosas. Dar prioridad a los bienes materiales sobre los espirituales, va a formar personas menos consideradas.
5. Ayudarlos a determinar el origen y los límites del liderazgo. Nadie quiere quitar a sus hijos la voluntad de ser un líder, pero cuando observamos cierta dureza en su liderazgo, debemos orientarlos para identifiquen las normas de convivencia en grupos. Ayudar a los demás es una conducta propia de los líderes, por eso hay que promoverlo.
Bibliografía
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