Los siguientes consejos para afrontar las caídas de los niños tienen como finalidad ayudarte a actuar de la manera más apropiada cada vez que sea necesario.
A menudo, los niños pequeños se caen. Independientemente de las causas (haber corrido, la irregularidad del terreno, no haberse fijado si había un obstáculo en el suelo, utilizar calzado inadecuado, etcétera) la cuestión es que hay caídas que asustan mucho.
La consecuencia de ese susto puede ir más allá si no actuamos a tiempo. Aunque no lo parezca, muchas veces es más importante consolar a los niños que el simple hecho de curarles la herida.
El susto en el momento
Quizás no hubo ni siquiera una contusión pero el niño se asustó igualmente y lloró. En esos momentos, lo único que desea es volver a sentirse seguro en los brazos de sus padres. Y, así nos parezca exagerada su reacción, es importante que lo abracemos y le hagamos saber que todo está bien.
¿Por qué es tan importante esto? porque al abrazar a nuestro hijo, hacemos que el incidente se olvide más rápido. De esta manera, evitamos que el malestar persista en el tiempo y que se cree un trauma.
El afecto y la seguridad crean adultos sanos que, el día de mañana, no tendrán miedo a levantarse y seguir adelante después de caer.
Cabe destacar que, dar afecto y consuelo no significa lo mismo que sobreproteger. La primera tiene que ver una respuesta empática a la situación del niño, mientras que la segunda tiene que ver con una idea y un comportamiento que tiene consecuencias negativas para el desarrollo sano de los niños.
En otras palabras, al pretender proteger a los niños todo el tiempo, limitamos sus experiencias y, a la larga, menguamos su autoestima.
¿Cuántas veces no hemos visto a los padres correr hacia el niño, incluso antes de que este caiga? ¿O cuántas veces no hemos sido nosotros mismos quienes al predecir la posible caída, ordenamos al niño que se detenga porque, en el fondo, consideramos más nuestros miedos que la existencia de un riesgo real?
Reacciones normales
Y es que, en ocasiones, parecen ser los padres quienes más sienten la contusión, el rasguño e, incluso, la vergüenza cuando sus hijos sufren caídas.
Muchas veces incluso, los padres han visto al niño caer, levantarse y, al ver el rostro asustado de sus padres, han roto en llanto para reclamar atención y mimos.
Todas estas reacciones son naturales, nos dicen que hay una preocupación genuina y un instinto de protección saludable. Sin embargo, deben ser controladas.
Consejos para afrontar las caídas de los niños
A continuación te presentamos algunos consejos para afrontar las caídas de los niños. En su mayoría, implican hacer uso del sentido común, mientras que otros, se enfocan en la comprensión de ese cerebro emocional que todos poseemos.
1. Mantener la calma ante lo inesperado
Como en todos los momentos de incertidumbre, confusión, disturbio y estrés, lo importante es mantener la calma. ¿Por qué? porque si nos dejamos llevar por el terror, puede que hagamos el problema más grande.
Si nos detenemos a pensar por un momento, si el niño ya está asustado, al vernos entrar en pánico, su angustia crecerá y el resto del malestar también.
Esto no quiere decir que los padres deban reprimir sus emociones, sino de procurar no perder el control de la situación a pesar del miedo, ya que esto ayudará mucho a los niños.
Mantener la calma ayuda a tomar decisiones más acertadas para resolver la situación.
2. Alentar al niño a intentarlo otra vez
Otro de los consejos para afrontar las caídas de los niños tiene que ver con dar palabras de aliento y mostrarles a los niños que cuentan con el afecto y la protección de sus padres.
Es muy frecuente que durante sus primeros pasos o al aprender a pedalear, un niño tenga caídas y luego ya no quiera volver a poner los pies en el suelo o tomar la bicicleta. Se trata de una reacción normal que forma parte del instinto de supervivencia.
El miedo a volver a tropezar a veces frena al niño de hacer una cosa u otra. Por eso los padres deben motivarlos a no darse por vencidos.
3. Enseñar a levantarse después de los tropiezos
Las herramientas que brinden los padres durante los primeros años de vida serán cruciales para la formación de una autoestima sana en los niños. Por lo tanto, la presencia, el cariño y la asertividad de los padres es tan importante.
Si se les enseña a los niños a levantarse, el día de mañana tendremos a un adulto valiente y capaz de superar las adversidades. Asimismo, esto contribuirá a que tengan un desarrollo sano y feliz.
Ante una caída que no ha pasado a mayores, un simple tropezón que causa rasguños, hay también que enseñar que el juego ha de continuar.
Si luego de caerse el niño no quiere volver a intentarlo, detén el juego y escúchalo. Es importante conocer cómo se siente y respetar su decisión. Presionar al niño para que actúe con naturalidad cuando no se siente preparado, puede incomodarlo aún más.
En otras palabras, al animar a ponerse nuevamente de pie y continuar con la diversión se les brinda una lección (sutil) de resiliencia que acompañará al niño toda la vida.
4. No escatimar los mimos ni los primeros auxilios
Por otra parte, es fundamental desinfectar y tratar la herida al momento. De igual modo, hay que darle un seguimiento para ver cómo evoluciona la cicatrización.
Los padres deben tener paciencia a la hora de enseñar a sus hijos a no tocarse, rascarse ni ensuciarse la zona donde tienen la herida.
Otro de los consejos para afrontar las caídas de los niños tiene que ver explícitamente con los mimos. Tal y como se ha mencionado anteriormente, los mimos también son necesarios para crecer sanos y fuertes.
Mimar no quiere decir que vayan a malcriarse. Al contrario, muchas veces los niños se malcrían por falta de atención y cuidado por parte de sus padres.