Pedir disculpas a un hijo es hacerle saber que merece respeto. Es también reconocer que todos cometemos errores, independientemente de nuestra edad o de la figura ante un otro. No importa si somos chicos, grandes, padres, hijos, jefes o empleados. Se trata de un acto de humildad, de empatía y de humanidad.
Frecuentemente, los padres transmitimos a los niños la importancia de hacerse cargo de las equivocaciones y de ofrecer disculpas cuando se hiere a un otro y estamos arrepentidos por ello. Así, ante un comportamiento inadecuado hacia un hermano, un amigo o un compañero de escuela, les exigimos que se acerquen a pedirles perdón. Sin embargo, cuando nosotros nos equivocamos con nuestros hijos, a menudo obviamos pedir perdón.
¿Pedir disculpas a los hijos hace trastabillar la autoridad?
Con frecuencia, se cree que reconocer un error frente a los niños hace tambalear la autoridad de los adultos, lo que dificultaría la obediencia ante la puesta de límites. Por eso, muchos padres no están dispuestos a disculparse con sus hijos, ya que creen que así perderán el respeto. Este acto, lo ven como un signo de flaqueza o de debilidad y entienden que se comprometería el vínculo jerárquico entre ellos.
Entonces, algunos adultos consideran que pedir perdón implica rebajar el propio valor, cuando en verdad ocurre todo lo contrario. El hecho de hacerse responsable de las fallas que uno comete, lo convierte en mejor persona. Por ende, que pronuncies la palabra «perdón» para intentar reparar el daño que has causado no hará que este te respete o te valore menos. Sí, entenderá que eres un ser humano y que esto significa que también te equivocas.
Pedir disculpas es un acto de amor
Es mentira que quien te ama no te hace daño. Las personas que se quieren, también se lastiman entre sí. Sin embargo, quien es capaz de ofrecer disculpas es alguien que no tiene miedo a la hora de mostrarse vulnerable, humano y real. De hecho, el acto de pedir perdón a los hijos es un modo de transmitir un valor significativo.
A la vez, es necesario que el perdón vaya acompañado por acciones concretas que intenten restaurar el error. Por ejemplo, si te has disculpado por gritarle, es fundamental que cuides tu tono de voz la próxima vez. También, si lamentas tener que haber cancelado el paseo que le habías prometido, puedes invitarlo a una salida a solas el fin de semana.
Los valores se transmiten con el ejemplo
Exigirle a un niño que aprenda a pedir disculpas sin predicar con el ejemplo, resulta bastante injusto y poco coherente. Es como pedirle a los gritos, que deje de gritar o que no hable mal de sus amigos a sus espaldas, cuando tú lo haces de tus amistades. Por ejemplo, podemos decirle lo siguiente: «quiero pedirte disculpas por no haber cumplido con mi palabra, de veras que me arrepiento». De esta manera, además de mostrarte humilde, le enseñas cómo se pide perdón.
Es importante que el niño vea que al hacerlo no te sientes débil o inferior. En cambio, el acto de pedir perdón supone de un gran valor. También, da cuenta de que nos importa cómo se siente la otra persona a partir de un comportamiento propio.
«Pedir perdón es una herramienta significativa para los vínculos sociales que tu hijo podrá incorporar desde pequeño y, luego, trasladar a la vida adulta».
No hay que abusar del perdón
Por otro lado, debemos saber que abusar de esta palabra no es para nada conveniente, pues hará que tu hijo pierda confianza en ti. Como cualquier persona, esperará que, después de unas disculpas, no repitas la misma acción. De lo contrario, el mensaje será muy confuso para el menor y sentirá muchísima decepción.
El arrepentimiento debe estar presente
Las disculpas sin un arrepentimiento genuino no saben a nada. Incluso peor, dejan un sabor amargo a quien las recibe. Para que este acto no pierda valor es fundamental recurrir a él únicamente cuando uno siente aflicción por lo que hizo y lamenta las consecuencias. Además, el uso indiscriminado de la palabra perdón genera que esta pierda su sentido, por lo que es oportuno utilizarla en ocasiones que verdaderamente lo ameriten.
Bibliografía
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- Giannini Iñiguez, H. (2008). Del perdón que se pide y del perdón que se da. Atenea (Concepción), (497), 11-22.
- De Martini, S. M. A. (2019). Paternidad y perdón [en línea]. Postprint del artículo publicado en: Revista Valores de la Academia del Plata. 2019, 8. Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/13332