Los hijos adolescentes tienen una percepción más detallada de la realidad en comparación con los pequeños y a veces optan por intervenir en las discusiones de sus padres. Esto significa que a sus 13, 14 o 15 años ya son capaces de comprender algunas dinámicas relacionales, estilos de comunicación y estados emocionales propios o ajenos. A su vez, podríamos decir que un joven tiene mayor seguridad en lo que piensa y convicciones más fuertes.
En esta etapa, el joven puede diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, según su sistema de creencias. A menudo, esta capacidad lo lleva a involucrarse en asuntos que no siempre le competen directamente, como las discusiones que tienen sus padres entre sí.
Un fenómeno habitual, el Síndrome de alienación parental
No es poco habitual que los hijos adolescentes inclinen su pensamiento al de alguno de sus padres. Generalmente, suelen coincidir más con uno que con otro, según el estilo de crianza, la presencia y los valores que cada uno le haya transmitido.
En caso de que hayan crecido con sus padres separados, esta distinción puede llegar a ser mucho más notoria debido al Síndrome de alienación parental. Este fenómeno se caracteriza por la presencia de una campaña de denigración y difamación de parte de uno de los progenitores hacia el otro. Sin justificación objetiva, los adultos intentan convencer a su hijo de rechazar al otro progenitor.
Comportamientos y efectos del Síndrome de alienación parental
Estos son algunos de los comportamientos más frecuentes cuando se da el Síndrome de alienación parental:
- No acceder a pasar las llamadas telefónicas al hijo.
- Hablar de manera despectiva del otro padre.
- Desvalorizar e insultar al otro progenitor delante del hijo en común.
- No avisar al otro progenitor sobre eventos o citas importantes (reuniones escolares o citas médicas, entre otras).
- Impedir al otro padre ejercer su derecho de visita.
Es así como muchos niños y adolescentes terminan por tomar partido por uno de sus padres y rechazan al otro. De esta manera, se involucran en conflictos que sus progenitores tienen entre sí y adoptan una postura claramente definida. Este panorama da como resultado una batalla poco equitativa y menos saludable de dos contra uno.
Adolescente con pensamiento crítico
Sería injusto e irresponsable decir que siempre que los adolescentes se entrometen en las discusiones y desacreditan a uno de sus padres, la razón es el Síndrome de alienación parental. Lo cierto es que, muchas veces, no entra este fenómeno en juego, sino que los menores coinciden, en alguna situación en particular, con uno de sus padres, por lo que optan por dar su punto de vista.
A la mayoría de los jóvenes les gusta hacerse escuchar, opinar y que los demás conozcan sus pensamientos. Es así como reafirman su identidad y buscan sentirse validados y reconocidos. El pensamiento crítico es sin lugar a dudas un aspecto importantísimo en el desarrollo de los adolescentes. Se trata de la capacidad de evaluar, cuestionar y analizar la información existente sin dar por sentada la veracidad de las cosas, por más obvias que parezcan.
¿Deberíamos permitir a los adolescentes involucrarse en las discusiones?
Como vemos, un adolescente puede involucrarse en las discusiones de sus padres impulsado por diferentes razones. Ahora bien, algunas preguntas valiosas que podemos hacernos son las siguientes: ¿hasta qué punto debemos permitirles meterse en conversaciones ajenas? ¿Es importante darle voz y voto o más bien habría que marcar un límite?
La verdad es que no hay una única respuesta válida ante cada uno de estos interrogantes. Todo dependerá de cómo cada familia aborde y resuelva sus problemas. En primer lugar, es fundamental saber que no es positivo que un hijo perciba a sus padres como dos polos opuestos. Es decir, que vea a uno de ellos como un villano y al otro como una víctima, salvo que se trate de algún caso en particular.
Por otro lado, cada familia determinará cuán adecuado o inadecuado es que los adolescentes se metan en las discusiones. En este sentido, es fundamental hacer una distinción clave: no es lo mismo que tomen una postura activa en las discusiones de pareja a que se involucren en conversaciones sobre cuestiones familiares, como la comunicación en el hogar o la convivencia misma.
Bibliografía
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