Alumnos que no se animan a participar en clase: ¿cómo ayudarlos?

¿Tienes alumnos a los que apenas les conoces la voz? ¿No logras que participen en clase? En este artículo te damos herramientas para ayudarlos a hacerse escuchar en el aula.

En todos los cursos hay alumnos que disfrutan de participar en clase. Ellos toman un rol activo en las jornadas escolares, no tienen ningún problema con exponer su punto de vista y realizan todas las preguntas necesarias para despejar sus dudas. Así, levantan la mano a cada rato y no se quieren perder ni un debate o puesta en común. 
Sin embargo, a otros estudiantes, los profesores apenas les conocen la voz. Hay niños que, por diferentes motivos, optan por no participar. Y esta cuestión perjudica el proceso de aprendizaje, pues a los docentes les resulta mucho más complejo estar al tanto de las fortalezas y debilidades de estos alumnos. Por esto, incentivar a los chicos a participar en clase es un punto que todo docente debería priorizar.

¿Por qué algunos alumnos eligen no participar en clase?

La participación en clase es un aspecto relevante que favorece el aprendizaje, además de contribuir con un clima agradable y de confianza dentro del aula. Sin embargo, para muchos niños implica un desafío descomunal. Estos son algunos factores que podrían explicar la falta de iniciativa en algunos alumnos:

  • Timidez: hay estudiantes a los que les encantaría participar en clase, pero su timidez y retraimiento no se los permite. De hecho, muchas veces los niños saben las respuestas a las preguntas que hacen los docentes, pero en lugar de compartirlas con el resto del grupo, se las responden a sí mismos.
  • Desinterés: también hay alumnos que no participan en clase porque no están interesados en la materia o directamente en la escuela. En estos casos, los chicos suelen aburrirse y les da igual tomar o no un rol activo durante la cursada.
  • No encontrarle valor a la participación: en otras ocasiones, los chicos no se involucran activamente en la clase porque piensan que no es necesario o que hacerlo no les aportará nada valioso. Entonces, prefieren no compartir sus ideas con los demás porque están centrados únicamente en las calificaciones.
  • Autoexigencia: el perfeccionismo y la autoexigencia a menudo lleva a los chicos a inhibirse en el aula. El temor a cometer un error es tal, que optan por quedarse callados.
  • Miedo: cuando los alumnos perciben el contexto áulico como incómodo, amenazante o desagradable, no sienten deseo de participar. En un escenario así, tendrán miedo de exponer su punto de vista y de ser juzgados, ridiculizados o castigados.
Si los profesionales fuerzan a los estudiantes a dar su opinión o a responder preguntas en clase, los chicos sentirán mucha más inseguridad y cada vez se aislarán más, en lugar de participar.

Recomendaciones para incentivar a los estudiantes a participar en clase

Es mucho lo que los docentes pueden hacer para ayudar a sus alumnos a animarse a participar en clase y así consolidar sus conocimientos. Como primera medida, es imprescindible crear un ambiente positivo y ameno, en donde todos los alumnos puedan sentirse en confianza. Para lograr este contexto, también es fundamental transmitirle a cada uno de los chicos que lo que tienen para decir es importante y que sus preguntas tienen lugar en la clase.

No imponer 

Obligar a los alumnos a participar no tiene ningún sentido y termina por generar el efecto contrario al esperado. En este sentido, en lugar de exigir la participación, conviene hacer pequeñas y sutiles acciones para que los menores que no suelen hablar se animen poco a poco a levantar su voz. Una técnica interesante es acercarse progresivamente a ellos a través de miradas cómplices y sonrientes o saludos afectuosos, pero no invasivos. 

Hacer propuestas lúdicas

Proponer juegos y actividades lúdicas es de gran utilidad. El objetivo es que los alumnos más vergonzosos o menos comunicativos adquieran confianza y puedan ganar terreno en el aula de una forma relajada, despreocupada e incluso placentera. Plantear juegos en donde no existan respuestas correctas o incorrectas puede resultar más conveniente al principio, ya que los estudiantes no sentirán presión por hacerlo bien. 

No tolerar las burlas entre compañeros

Ningún alumno debe sentirse incómodo por participar en clase. Por esto, cualquier burla, chicana o comentario ofensivo entre compañeros, deberá acarrear un llamado de atención por parte del docente.
En ocasiones, los chicos se ridiculizan entre sí y se ríen de las actitudes, opiniones o respuestas de otros. Esto no debe permitirse en clase, bajo ningún punto de vista. El adulto a cargo del aula deberá ser claro al momento de prohibir este tipo de manifestaciones, mientras que tendrá que promover el trabajo en equipo y el compañerismo.

Como docente, es indispensable poner límites firmes en relación con el respeto y la empatía dentro del aula. Así, no debe aceptarse ningún tipo de burla o chicana que pudiera afectar a un menor.

Ofrecer alternativas

Recordemos que todas las personas somos seres individuales, por ende, no todos necesitamos lo mismo. La flexibilidad es una de las cualidades que cualquier buen docente debería tener en su haber. A los niños que les cuesta mucho participar en clase, se les puede ofrecer diferentes alternativas para que puedan hacer sus aportes sin exponerse demasiado.
Por ejemplo, podemos anticiparle el día anterior la pregunta que le haremos la próxima jornada o consultarle si prefiere dar su respuesta de forma oral o escribirla en el pizarrón. El objetivo es que el alumno no viva la participación como un momento de ansiedad y nerviosismo, sino todo lo contrario. Así, poco a poco fortalecerá su autoestima y se animará a ir por más. 

Para que los estudiantes se animen a participar en clase hay que naturalizar el error

El error es una condición necesaria del aprendizaje. No es algo malo, ni algo que se debería evitar, sino que más bien se trata de una herramienta. En la escuela, los niños se equivocan a diario, lo cual los ayuda a desarrollar sus habilidades.
En este sentido, creemos que los docentes deberían ser las primeras figuras que perciban al error como una oportunidad de aprendizaje. Si los estudiantes sienten que equivocarse es válido y que eso no implica ningún tipo de penalización, castigo o burla, la participación será mucho más activa y fructífera. 

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Miguel-Dávila, JA.; López-Berzosa, D.; Martín-Sánchez, M. (2012). ¿Una participación activa del alumno pronostica una buena nota en el examen?. Documentos de trabajo sobre gestión de operaciones. 3(2):71-83. doi:10.4995/wpom.v3i2.1097.
  • Terrádez Gurrea, M. (2007). Profe, yo no quiero salir a la pizarra. Sobre tímidos, introvertidos y estilos de aprendizaje. Actas del I Congreso Internacional de Lengua, Literatura y Cultura Española, celebrado en Valencia, en 2007 / coord. por Jorge Martí Contreras, 2007, ISBN 84-611-8316-9, págs. 437-444.
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