La habitación de mi hijo adolescente es un desastre: ¿qué hacer?

¿El cuarto de tu hijo adolescente es un caos de ropa y papeles? ¿No logras hacer que mantenga el orden y la limpieza? En este artículo te contamos cómo hacer frente a esta situación.

¿Cómo suele ser la imagen panorámica de la habitación tu hijo adolescente? La de muchos jóvenes se ve con montones de ropa tirada en el suelo, vasos y platos distribuidos por todo el espacio, papeles, envoltorios viejos y calcetines perdidos de su par. Te preguntas cómo hace para vivir en el caos absoluto y a diario luchas para que mantenga su cuarto limpio y ordenado. Te contamos qué hacer para afrontar esta situación.

Hablamos de una situación presente prácticamente en todos los hogares donde hay chicos adolescentes. Sin lugar a dudas, es uno de los aspectos que dificulta la convivencia y que le otorga tensión a la comunicación entre los padres y los hijos.

Para tu hijo, su habitación es un refugio

Lo primero que debes saber antes de perder la cordura, es que durante la adolescencia, la propia habitación tiene gran relevancia y significado para el menor. Es mucho más que un espacio para dormir y estudiar. Allí, los jóvenes empiezan a desarrollar una identidad personal e independiente. En algún punto, la pieza de tu hijo refleja su mundo interior, sus gustos e intereses, sus luces y sus sombras, sus dudas y sus hallazgos.

Además, se trata de un territorio privado dentro de un hogar compartido con el resto de la familia. Es donde ejerce y explora su libertad. Allí, satisface su necesidad de tener intimidad y, en simultáneo, se refugia de las amenazas del mundo exterior. Por este motivo, es importante que los adolescentes que deban compartir la habitación dispongan de pequeños espacios privados dentro del cuarto. Por ejemplo, pueden ser cajones, cajas o una porción del armario al que el resto de la familia no tenga acceso.

Tengamos en cuenta también que la etapa de la adolescencia supone una serie de cambios físicos y psicológicos que instauran una sensación de confusión y desorden general. Por eso, no es de extrañar que sus habitaciones estén algo desorganizadas.

Los adolescentes buscan dar su impronta a su habitación y necesitan tener intimidad. Por eso, es mejor dejar que ellos mismos se hagan cargo de ese lugar e intervenir únicamente cuando es realmente necesario.

¿Cómo actuar?

Está claro que a nadie le gusta tener un espacio de la casa patas para arriba. Como madre, posiblemente percibas la higiene y el orden como aspectos fundamentales para una convivencia armónica. Sin embargo, ahora que ya entiendes la relevancia que tiene para tu hijo adolescente su habitación, comprenderás que la situación no es tan sencilla.

Ante esta cuestión, surgen las típicas dudas: ¿cómo hago para que entienda que debe limpiar su habitación?, ¿debería hacerlo yo?, ¿hasta qué punto permito que acumule el desorden? Bien, veamos qué hacer.

1. Evita responsabilizarte al 100 % de la habitación de tu hijo

Como hemos visto, el cuarto de un adolescente es más que significativo, es un territorio que corresponde a un lugar personal. Por ende, hacerte cargo del orden y la limpieza no es la mejor opción. Tampoco eres quien debe tomar decisiones en relación con la decoración, ni poner el sitio en condiciones. Desligarse del cuidado de esta pieza de la casa es una excelente idea para fomentar el sentido de responsabilidad en él. Aunque claro, puedes ayudarle con algunos aspectos básicos y enseñarle desde el ejemplo a mantener el espacio de manera confortable.

2. Considera el nivel de descuido

Hay ciertos límites que debemos tener en cuenta al momento de decidir qué medidas tomar. Cuando el barullo es excesivo a tal punto que dificulta la cómoda movilización por el espacio o la suciedad deja malos olores, deberíamos tomar cartas en el asunto. Si no sabes cómo hacerlo, puedes consultar con un psicólogo especialista en adolescencia. A pesar de que no es una cuestión concluyente, una habitación extremadamente caótica puede ser señal de un problema emocional significativo.

Es importante que el joven esté cómodo con su cuarto, pese a que el lugar esté desordenado a los ojos de una madre. Es mejor evitar la confrontación y, de ser necesario, buscar acuerdos mediante el diálogo.

3. Reevalúa tus expectativas

Ahora bien, si el nivel de descuido es bajo o moderado, es fundamental que reevalúes tus propias expectativas. Desde tu punto de vista puedes notar que el cuarto es un verdadero desastre, pues se ve muy distinto al tuyo. En este sentido, es probable que lo que para ti significa orden no se corresponda exactamente con lo que es para él.

Sin embargo, eso no debería ser determinante para clasificar la habitación de tu hijo como un caos. De hecho, lo importante es que el joven esté satisfecho con su propio espacio, independientemente del alboroto. Es decir, si él puede dormir, estudiar o realizar actividades de ocio sin problemas, deberías evitar la confrontación.

4. Negocia con él

Es de público conocimiento que la negociación con los hijos adolescentes conlleva un gran desafío. A menudo la comunicación se vuelve difícil y no encontramos la manera para conversar con ellos sin arribar a una batalla sin fin. Para establecer acuerdos, ambas partes deberían mostrar cierta flexibilidad. Pues, no hay forma de pactar tratos si asumimos una actitud rígida y testadura.

Es altamente probable de que el joven busque imponer su punto de vista como absoluto en primera instancia. Sin embargo, una vez que advierta que el establecer acuerdos será beneficioso para ambos, asumirá una actitud menos desafiante.

Los adolescentes necesitan intimidad

Como vimos, la habitación suele ser el refugio de los adolescentes y uno de los lugares clave en donde forjan su identidad. En general, el desorden también tiene que ver con esta etapa de cambios. Es decir, que este espacio puede ser el reflejo de ellos mismos. Por eso, es importante brindarles esa intimidad que reclaman y necesitan. Eso sí, si la cuestión se torna caótica o antihigiénica, entonces sí habrá que intervenir. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la mejor manera es lograr acuerdos mediante el diálogo.

Bibliografía

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