¡Mi adolescente se quiere ir de casa! ¿Qué hago?

A menudo nos encontramos con historias de jovencitos que buscan huir de sus hogares, pero ¿qué pasa si es tu hijo? Nos encontramos ante un caso más típico de lo que crees: ¡Mi adolescente se quiere ir de casa! ¿Qué hago?
Existe una época de rebeldía que todos los seres humanos experimentamos, las hormonas y las emociones se conjugan en una mezcla explosiva: la temida adolescencia. 
Se trata de esa etapa por la que irremediablemente tu hijo pasará, llena de cambios, curiosidad y desacuerdos.
En este período la psiquis de una persona cambia, su cuerpo se transforma y la manera en la que se ve el mundo es muy diferente a como cuando se es solo un pequeño. 
La adolescencia comienza con la llegada de la pubertad, ese período que comprende una serie de factores que convierten a un niño en un adulto y que inicia por lo general entre los 8 y los trece años en los varones, y entre los nueve y los quince en las mujeres.
Además de lidiar con los cambios en su aspecto físico, la mayoría de los adolescentes también deben sobrevivir a cambios psicológicos.
En muchos de los casos se sienten incomprendidos, el “patito feo” de la familia, son súper sensibles a lo que los rodea: algo los molesta en exceso o los hace sentir absolutamente tristes y vulnerables.
Y es esta reacción a lo que los rodea lo que, en ocasiones, los impulsa a decir: “¡Me quiero ir de casa!”.
Se sienten amenazados en el entorno en el que se desenvuelven y solo quieren alejarse. ¿El motivo? Son diversos, es frecuente que no se sientan aceptados por sus padres o al menos eso crean, otras veces solo quieren ir contra el sistema y las reglas.

¿Por qué mi adolescente se quiere ir de casa?

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Cuando un adolescente quiere huir de algún lugar, está solo buscando un escape, escapar de sus problemas, de ese lugar en el que se siente inseguro y hasta de sus propios padres, aunque nos cueste admitirlo.
Cuando se es apenas un jovencito la salida a todos los conflictos casi siempre es huir, resulta más sencillo que hacerles frente y solucionarlos.
Los adolescentes suelen idealizar la posibilidad de vivir solos, de alejarse de la casa donde existen normas y deberes que cumplir. Para ellos es solo una aventura, su poca experiencia les hace pensar que será algo divertido y osado.
Nada más alejado de la realidad, pero de eso solo se dan cuenta con el paso del tiempo, cuando llega la madurez. Como madres debemos saber que nuestros hijos en la etapa de adolescencia son muy permeables y hasta influenciables.
Tienen espíritu libre y sienten que pueden comerse el mundo de un bocado si pueden vivir un sueño independiente, mucho más si son alentados por otros contemporáneos que tienen sus mismas pretensiones.

¿Qué puedo hacer?

Para entender qué pasa por la cabeza de nuestro adolescente, lo ideal es ponerse en su lugar, en sus zapatos. Como madres, ser amigas de nuestros hijos no es tarea sencilla, pero tampoco es algo imposible de lograr.
La confianza y esa conexión especial se crean paso a paso pero con seguridad. No criticar o juzgar con mucha severidad a tu hijo pueden hacer la diferencia en su relación, ello no quiere decir que no debas corregirlo tantas veces haga mal, pero recuerda que siempre hay mejores maneras de decir las cosas.
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Hallar la manera idónea de corregir a tu hijo es una de las claves para crear un vínculo duradero con él. A veces ese jovencito que tienes en casa solo quiere llamar tu atención y tú simplemente no lo has notado.
Es muy probable que le adjudiques ese comportamiento a su propia adolescencia, pero la verdad es que cuando más actos rebeldes cometan nuestros hijos es cuando más prestas debemos estar a escucharlos.

Recuerda que experimentar cambios físicos y emocionales siempre revoluciona a un ser humano.  Sentirse diferente al resto o el hecho de no encajar con los demás puede ser muy perturbador en estos tiempos en los que el bullying y las burlas imperan en las escuelas y liceos. Hablar de sus problemas y encontrar juntos la solución es la clave.
Aun cuando tu hijo pueda parecer indiferente, tus consejos y palabras de apoyo siempre serán bienvenidas, son cosas que recordará llegado el momento necesario. Ten presente, además, que el mejor refugio para tu hijo es un abrazo, sin importar la edad que tenga.

Bibliografía

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