¿Por qué mi hijo se enfada por todo?

El enfado no es el estado natural de los niños. Por ello, es importante averiguar qué les ocurre y ofrecerles herramientas para que logren sentirse mejor. Te mostramos cómo hacerlo.

Los adultos adoramos la alegría, la ilusión y la diversión que emanan los niños. Resulta inspirador observar su capacidad de disfrutar, de perdonar y de ser felices. Sin embargo, muchos menores no presentan estas características tan propias de la infancia y, por el contrario, se muestran quisquillosos y susceptibles. Si te preguntas por qué tu hijo se enfada por todo, te contamos cuáles pueden ser los motivos y cómo ponerles solución.

Es importante recordar que, aunque sean los comportamientos infantiles los que nos perturban, son las emociones las que debemos abordar. Es decir, no se trata de lograr que el niño deje de llorar por todo, de formar rabietas o de mostrarse agresivo. Lo principal es comprender qué siente y ayudarle a gestionar esas emociones que le llevan a actuar de determinada manera. Con esto en mente, exploremos las principales causas.

Conoce los motivos por los que tu hijo se enfada por todo

No existe un único motivo por el que un niño pueda mostrarse constantemente enfadado. Si queremos llegar a la raíz del problema, habremos de fijarnos en determinados aspectos de su personalidad, de la crianza que recibe y de su día a día. Así, las razones más frecuentes pueden incluir las que te contamos a continuación.

Es altamente sensible

Se estima que un 20 % de la población es altamente sensible. Si tu hijo forma parte de esta categoría, has de saber que su manera de sentir es diferente, más profunda e intensa y más capaz de percibir las sutilezas. Por lo mismo, a ojos de los demás puede parecer un niño muy sentido, dramático o exagerado. Sin embargo, sus expresiones emocionales son genuinas y representan únicamente lo que ocurre en su interior.

Ser padre de un niño altamente sensible puede suponer un reto, ya que hemos de cuidar especialmente la forma en que nos dirigimos hacia él.

Si los adultos no logramos adaptarnos a las necesidades del niño y no le enseñamos a gestionar su intensidad emocional, el resultado puede ser un estado frecuente de enfado e irritabilidad.

No tolera la frustración

Tolerar la frustración es comprender que uno no siempre obtiene lo que quiere y que las cosas no siempre suceden como nosotros lo deseamos. Este es un aprendizaje que los niños deben adquirir progresivamente mediante los límites y las normas impuestas por sus progenitores. De este modo, se convierten en personas responsables, razonables y capaces de perseverar por sus metas o de aceptar una negativa cuando sea necesario.

Si un menor crece sin límites y recibe una crianza excesivamente permisiva, asumirá que sus deseos son órdenes y reaccionará con ira, agresividad, enfado o llanto siempre que no se cumpla con su voluntad.

Tiene baja autoestima

Si tu hijo se enfada por todo, es probable que padezca de una baja autoestima. Esta escasa valoración de sí mismo puede llevarle a tomarse cualquier comentario como un ataque o una ofensa personal. Y es que los niños necesitan sentirse valiosos, amados, aceptados y seguros de sí mismos. Un pobre autoconcepto puede hacerles especialmente susceptibles a las críticas y llevarles a experimentar emociones negativas con asiduidad.

Se cría en un ambiente hostil

Por otro lado, se ha encontrado que el entorno familiar también ejerce una gran influencia en los estados emocionales del niño. Por ejemplo, si las discusiones, los conflictos y las luchas de poder son una constante en casa, es normal que el menor se muestre irritable y enfadado.

Cuando los padres son demasiado críticos, exigentes, inflexibles o controladores, así como cuando acostumbran a reseñar los fallos y defectos de su hijo, este puede adoptar una actitud defensiva.

No ha recibido educación emocional

Todos los niños necesitan ayuda y guía para aprender a lidiar con sus emociones. Nadie nace y logra gestionar la tristeza, la rabia, la impaciencia o la decepción. Es en el contacto con los adultos más cercanos que podemos adquirir las herramientas necesarias para manejar nuestros estados internos.

Así, si tu hijo se enfada por todo, probablemente sea porque no le has enseñado a lidiar con esas sensaciones. El pequeño necesita aprender a identificar lo que siente y por qué lo siente. También, necesita saber que es normal y válido, pero que existen formas más adecuadas que otras para expresar y gestionar el enfado. Educar en inteligencia emocional es fundamental desde los primeros años.

Otros motivos que pueden explicar por qué tu hijo se enfada por todo

Además de todo lo anterior, no podemos perder de vista que es posible que el niño experimente alguna vivencia que requiera de ayuda específica. Un menor que siempre está enfadado puede ser el resultado del estrés, de los problemas académicos, del acoso escolar o de una mala situación familiar.

Además, si recientemente ha tenido lugar una pérdida o un cambio importante en la vida del niño, puede que su sufrimiento se camufle bajo un aparente enfado. Por otro lado, es necesario averiguar si el pequeño padece algún trastorno de ansiedad o del estado de ánimo que requiera de intervención profesional. Y es que un niño puede no ser capaz de comprender y exteriorizar lo que le ocurre, por lo que son los padres quienes deben atender sus conductas y actitudes para averiguarlo.

El enfado no es el estado natural del niño

Ante todo, ten presente que el enfado no es el estado natural de ningún niño. Por eso, no te resignes a aceptar que esa es la personalidad de tu hijo. Sus enfados son una forma de pedir ayuda. Cuando hayáis encontrado el origen y pongáis los medios para cambiarlo, será el niño emocionalmente sano y feliz que merece ser.

Bibliografía

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