Cuando hablamos de desarrollo afectivo-sexual estamos hablando tanto de relaciones sexuales y placer como de afecto, respeto, salud, y comunicación. El desarrollo afectivo-sexual nos acompaña desde que nacemos y tiene un papel esencial en nuestra personalidad.
Para comprender el desarrollo afectivo-sexual es necesario estudiarlo desde distintas dimensiones y defender una educación sexual de calidad. Una educación basada en el derecho de niños y adolescentes de ser informados sobre sexualidad y afectividad como algo inseparable. Una educación que proporcione información rigurosa, objetiva y completa a nivel biológico, psíquico y social.
Desarrollo sexual en la infancia y adolescencia
El desarrollo sexual es un proceso que dura un tiempo determinado y tiene la finalidad de preparar a la persona para que sea capaz de reproducir la especie. Se inicia con los aspectos biológicos con los que nace una persona y sus órganos genitales diferenciados según cada sexo.
El desarrollo sexual durante la infancia avanza por medio de la capacidad de aprendizaje de los niños, que van reconociendo su cuerpo mediante conductas de imitación y exploración. En el primer año de vida los niños ya descubren el placer de la autoestimulación.
Posteriormente, en los dos primeros años de vida, se produce la identificación sexual y se adquiere un rol de género. Y a partir de los 3 años de edad en adelante se producen los primeros juegos sexuales, mediante roces y exploraciones, sin que el placer sexual haya adquirido aún ningún significado específico. Comienza la etapa de las preguntas de índole sexual sin vergüenza alguna y con mucha espontaneidad.
Durante la adolescencia, y concretamente con la pubertad, que se presenta entre los 12 y los 18 años, es cuando se producen cambios importantes a nivel biológico, físico, morfológico, fisiológico-hormonales y psicosexuales. Los varones experimentan cambios en su estatura, en los genitales, en la voz y en el vello corporal.
En el caso de las niñas, el signo más visible de la entrada en la pubertad es el inicio de los periodos menstruales (menarquia). Esta también va acompañada de manifestaciones físicas como cambios en la estatura, en el vello corporal, ensanchamiento de las caderas y crecimiento de las mamas.
Desarrollo afectivo-sexual
Desde la infancia, somos seres sexuados, tanto desde el punto de vista corporal como psicológico y social. Esto quiere decir que todos los cambios a nivel físico y biológico que las personas experimentan durante su desarrollo sexual, están íntimamente relacionados con otros cambios a nivel psicológico, psicosocial y psíquico.
Desde niños, debemos satisfacer la necesidad de sentirnos queridos, aceptados y protegidos como condición de desarrollo de confianza y seguridad en las relaciones personales. Debemos sentir amor, respeto, caricias, contención por parte de los padres y de las personas que nos rodean para desarrollar una autoestima positiva.
Además, es importante que los niños puedan vivir de forma natural su intimidad sexual, acariciarse, tocarse, buscar la cercanía y el contacto con los demás. La masturbación debe considerarse una conducta natural y sobre la que se debe intervenir para que no se haga en público a medida que se crece. Lo importante es no castigar ni trasmitir que se trata de una conducta fea o peligrosa.
Todas estas experiencias y vivencias son fundamentales en el desarrollo afectivo-sexual de los niños en su infancia, ya que marcarán sus conductas cuando sean adultos, determinando, en cierto grado, el tipo de relaciones que establezca con los demás, con sus parejas y en la intimidad.
Construcción de las relaciones afectivas y sexuales
Tanto los procesos de vinculación afectiva que vivimos en nuestra infancia como los procesos de adquisición de la identidad sexual, identidad de género, rol de género y orientación sexual serán determinantes en la construcción de nuestra sexualidad infantil, adolescente y adulta.
La identidad sexual es el sexo biológico que se nos otorga al nacer según nuestros genitales. Mientras que la identidad de género es la identificación con uno u otro género y que expresamos a través de nuestra apariencia, la forma en que actuamos, nos relacionamos y sentimos.
El rol de género, por su parte, alude al conjunto de normas y a las maneras de ser y de comportarse en los distintos ámbitos sobre la base de una construcción social que se tiene de la masculinidad y la femineidad.
Finalmente, la orientación sexual se entiende como el deseo y la atracción sexual que uno tiene (heterosexual, bisexual, homosexual, asexual).
El comportamiento sexual, entonces, está influido por factores de carácter social y cultural. Nuestra conducta es social, por ello es interpretada y regulada por la sociedad. De tal modo que el desarrollo sexual afectivo debe ser un desarrollo integral basado en relaciones afectivas satisfactorias y en una sexualidad concebida íntimamente relacionada con la salud.
Educación afectivo-sexual
El desarrollo afectivo-sexual implica el fomento del desarrollo óptimo del bienestar de la persona, y requiere de una educación desde la etapa de infantil en adelante que contemple los siguientes aspectos:
- El fomento relaciones afectivas satisfactorias, expresando libremente los sentimientos y desarrollando la capacidad de querer y ser querido.
- La adopción de hábitos de salud y bienestar respecto del propio cuerpo para conocerlo y apreciarlo.
- Favorecer la información y construcción de nociones sexuales específicas que permitan analizar y reflexionar sobre situaciones de discriminación en función del género.
- Enseñar a vivir una sexualidad libre y a la vez responsable, y un desarrollo igualitario y de respeto entre los sexos.
- Ayudar en una construcción positiva y aceptación de la propia identidad sexual y de género, y en el fomento de la no discriminación.
- Conseguir que el dialogo, la comunicación y la información sean los medios para la construcción de relaciones interpersonales afectivo-sexuales sanas, satisfactorias y equilibradas.
Bibliografía
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- Soler, N. L. (2003). Curso de educación afectivo-sexual: libro de teoría (Vol 1). Netbiblo.
- Bolaños Espinosa, M. C., Gonzalez Díaz, M. D., Suarez, M. J., Ramos Rodríguez, M. E., Rodríguez Montedeoca, M. I. (n.d.). Programa de educación afectivo sexual en la Educación Infantil. Junta de Andalucía. Guía para el profesorado. Recuperado de https://www.bienestaryproteccioninfantil.es/imagenes/tablaContenidos03SubSec/guia_profesorado_infantil.pdf