Mi hijo no quiere hacer deporte

Si tu hijo no quiere hacer deporte, puede que sea porque lo ve como una imposición y no como un modo de divertirse. Descubre las claves para ayudarle a disfrutar del ejercicio.
Mi hijo no quiere hacer deporte
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 03 febrero, 2022

Adquirir el hábito de llevar una vida activa desde pequeños es muy importante. El ejercicio es imprescindible para gozar de una buena salud. Sin embargo, son muchos los niños que no disfrutan la actividad física y se niegan a realizarla. A continuación te contamos cómo actuar si tu hijo no quiere hacer deporte.

¿Por qué es importante hacer deporte?

Todos conocemos los beneficios que conlleva hacer ejercicio con asiduidad. El deporte nos ayuda a gozar de una mejor condición física y previene enfermedades tales como el sobrepeso o la diabetes. Especialmente en los niños, al encontrarse en una etapa de crecimiento, el ejercicio físico contribuye a fortalecer sus huesos y músculos, y mejorar su psicomotricidad.

Su impacto a nivel psicológico no es menor. La actividad física ayuda a reducir los niveles de estrés y a equilibrar el estado emocional. Además, mejora la autoestima y el sentimiento de valía personal, fomentando la capacidad de superación.

Adicionamente, practicar deporte tiene una fuerte influencia en el aspecto social, fomentando la interacción y las relaciones interpersonales, el trabajo en equipo y el sentimiento de pertenencia.

Mi hijo no quiere hacer deporte.

Todos estos aspectos son fundamentales a la hora de cimentar la personalidad de un niño, pues le ayudarán a crecer sintiéndose seguro de sí mismo y capaz de procurarse unos buenos hábitos.

Mi hijo no quiere hacer deporte

Sin embargo, a pesar de las ventajas, son muchos los niños que no sienten una tendencia natural hacia la actividad física y no disfrutan realizándola. Esto puede deberse a diferentes motivos.

En primer lugar, se ha de tener en cuenta la edad del niño y sus limitaciones. Hasta los seis o siete años, es probable que no cuente con la capacidad física necesaria, puede que no logre mantener la atención el tiempo suficiente o no comprenda ciertas reglas.

Por otro lado, si el nivel de competitividad es demasiado elevado, es posible que se genere un rechazo por parte del niño. Si la diversión y la cooperación se transforman en una presión excesiva, acompañada de gritos y órdenes, el pequeño vivirá la experiencia como desagradable.

Finalmente, no hemos de olvidar la personalidad y las particularidades de nuestros hijos. Algunos niños pueden sentirse cohibidos ante los compañeros, el entrenador o la audiencia, o pueden tener miedo a no estar a la altura.

También es necesario recordar que no todos los deportes son para todas las personas. Algunos niños disfrutarán más los deportes en equipo, mientras que otros preferirán el trabajo individual.

¿Qué puedo hacer?

  1. Escoge actividades acordes a su desarrollo madurativo. Si tu hijo es pequeño, se beneficiará más del juego libre que de un deporte específico. Ir al parque, jugar al pilla-pilla o al escondite los ayudará a moverse y mantenerse activos sin requerirles unas habilidades físicas o mentales que aún no poseen.
  2. Fomenta una actitud positiva hacia la actividad física. Forzar a tu hijo a elegir y practicar un deporte solo hará que lo viva como una imposición o un castigo. Es mucho más saludable plantar, de forma sutil, la semilla en su mente de que el ejercicio es divertido y apetecible.
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  3. Cuida el nivel de competitividad. Es importante que tu pequeño tenga claro que el ejercicio es una forma de divertirse y no una fuente de presión y frustración. Para ello, antes de inscribirle en alguna actividad, trata de averiguar el estilo de trabajo del entrenador y del equipo, comprueba que esté basado en el refuerzo positivo y la cooperación.
  4. Ten en cuenta su personalidad. Averigua los gustos de tu hijo, sus puntos fuertes y sus deseos. Si siente interés por una actividad que no se oferta cerca de casa, trata de hacer el esfuerzo de desplazarte hasta el lugar donde esté. Permítele elegir el tipo de actividad física que desee.
  5. Proponle hacer deporte juntos. Quizá tu pequeño no se sienta cómodo haciendo deporte con otros niños y, en cambio, disfrute pasando el tiempo contigo. Al hacer ejercicio juntos se refuerza el vínculo a la vez que modelas en él una conducta beneficiosa .
  6. Si no hay ningún deporte concreto que despierte el interés de tu hijo, trata de combatir el sedentarismo con actividades de la vida cotidiana. Ir caminando al colegio, hacer recados, o salir a montar en bici si hace buen tiempo.

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  • González, J. D. (2013). Ética de la competición deportiva: Valores y contravalores del deporte competitivo= Ethics in Sport Competition: Values and Negative Values in Competitive Sports. Materiales para la Historia del Deporte, (11), 89-115.

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