La negatividad en los niños: ¿cómo detectarla y combatirla?

¿Quieres que tu hijo sea un niño feliz, radiante y optimista? Entonces, ayúdale a prevenir la negatividad.
La negatividad en los niños: ¿cómo detectarla y combatirla?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 28 enero, 2021

Creemos que los niños son, por naturaleza, despreocupados, positivos y optimistas. Pensamos que cuentan con una capacidad innata para disfrutar, encontrar el lado más amable de la vida y esperar lo mejor de las demás personas.

Y, aunque en muchos casos es cierto, otro importante porcentaje de menores presenta ya un pensamiento marcadamente negativo. Detectar esta negatividad en los niños y ayudarles a revertirla es imprescindible si queremos ahorrarles sufrimiento presente y futuro.

Los patrones de pensamiento, es decir, el modo en el que percibimos e interpretamos la realidad, se establecen durante la infancia y tienden a perpetuarse con el paso del tiempo.

Niño con mucha negatividad.

Así, las actitudes que adopten los niños en sus primeros años probablemente serán las que les acompañen en el futuro. Estas tendencias de pensamiento surgen a raíz de una combinación entre genética y educación y es aquí donde los padres podemos actuar para inclinar la balanza hacia el lado más positivo.

¿Cómo detectar la negatividad en los niños?

Si no prestamos atención a las señales, es probable que la negatividad en nuestros hijos nos pase desapercibida. Todos (los infantes incluidos) tenemos días buenos y malos, momentos de frustración, de ira o de tristeza. Sin embargo, cuando este tipo de emociones son predominantes, se debe a un proceso de pensamiento sobre el que tenemos que trabajar.

Las siguientes son algunas de las características en las que podemos fijarnos para detectar la negatividad en los niños.

Quejas constantes

Algunos niños son esencialmente felices y esto se refleja en el modo en el que se expresan sobre sí mismos, sobre los demás o sobre los acontecimientos de la vida.

Así, suelen sentirse afortunados, tranquilos y satisfechos la mayor parte del tiempo. Por su lado, otros menores tienden a quejarse constantemente. Cualquier pequeño detalle o contratiempo les perturba o causa una gran frustración y mantienen la costumbre de expresar ese disgusto de forma frecuente.

Lamentarse por el mal clima o por tener que madrugar, quejarse de sus obligaciones escolares o en casa, expresar disgusto por el comportamiento de sus compañeros u otras personas… Todas estas verbalizaciones que parecen no tener importancia son el reflejo de una negatividad latente y se van convirtiendo en hábito a medida que se repiten.

Victimismo

El victimismo es una actitud sumamente negativa y perjudicial que manifiesta la idea del niño de que su vida no le satisface y no puede hacer nada por remediarlo.

Los menores que piensan de este modo no aceptan su parte de responsabilidad en los problemas ni tampoco buscan soluciones a los mismos. La culpa siempre es de los demás, porque son crueles o desconsiderados, y de la vida porque es dura e injusta. No se ven capaces de modificar lo que ocurre y salir adelante.

Percepción negativa

Por último, hay que prestar atención a cómo percibe e interpreta el pequeño la realidad. La negatividad en los niños se manifiesta porque estos detectan y se centran excesivamente en todo lo que va mal, en sus propios errores y también en los de las otras personas. Perciben riesgos, problemas e injusticias todo el tiempo y las magnifican, pensando repetitivamente en ellas. Además, suelen anticipar acontecimientos negativos y esperar lo peor.

Por ejemplo, se centran más en las críticas que en los halagos, piensan antes en por qué no serán capaces de lograr algo que en por qué sí, y esperan siempre los resultados más negativos. Por ejemplo, ante una excursión escolar, no imaginan que se divertirán junto a sus amigos, sino que se aburrirán, realizarán mal las actividades o serán dados de lado por sus compañeros.

Niño triste debido a su negatividad.

¿Cómo combatir la negatividad en los niños?

Tanto la actitud negativa como la positiva son hábitos que se crean por repetición. Así, igual que el niño ha aprendido a percibir e interpretar de una forma disfuncional, puede desaprenderlo y comenzar a construir una visión más optimista. Esto ha de trabajarse en casa, partiendo del ejemplo de los padres, que deben empezar a expresarse de un modo más positivo y adecuado.

Además, cuando tu hijo exprese una queja o un pensamiento limitante ayúdale a darse cuenta y a sustituirlo por otro. En este sentido, realizar afirmaciones diarias puede ser también muy útil para modificar sus patrones de pensamiento.

Y, del mismo modo, potenciar fortalezas como la gratitud, el perdón y el optimismo le ayudarán a comenzar a ver la vida con otros ojos. Una actitud negativa genera sufrimiento; una actitud positiva le acercará a la felicidad y al éxito.


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