Como padres, es compresible que siempre queramos lo mejor para nuestros hijos. Pero como ellos no nacen con un manual debajo del brazo, por lo que seguramente nos equivoquemos muchas veces. Tratando de controlar todo a nuestro paso y que todo salga bien, muchas veces ejercemos un control excesivo en vez de ayudar. Así, entorpecemos el adecuado desarrollo de los hijos, lo que acarrea muchos problemas.
Ser padres no es fácil
Desde luego es un tema muy complicado y es que cada niño tiene un carácter que se va moldeando a medida que crecen. En ese proceso juega un papel fundamental la influencia de los padres, y si ejercen un control excesivo, el desarrollo no será del todo natural. Hay padres que tienen estas actitudes de forma inconsciente, quizá por haber recibido desde su niñez una formación autoritaria también.
Guíalos en su camino, no se lo dibujes
Lo principal como padres es entender que nuestros hijos tienen una vida propia. Y nuestro deber es guiarlos en un buen camino, no resolverle cada situación que se les presente. Ellos van a crecer y deben saber resolver cada etapa de sus vidas de una forma independiente.
Al controlar a nuestros hijos de más, buscando siempre la perfección, no dejamos que ellos desarrollen todas sus habilidades. Y por lo tanto en vez de ayudar estamos frenando su desarrollo.
Tampoco seas complaciente en todo
No se trata de hacer todo lo que nuestros hijos digan, dejando que ellos lleven el control de nuestras vidas. Debe existir un equilibrio. Los niños deben aprender que existen límites y deben poder diferenciar cuando una situación está bien o está mal.
La idea es que exista una relación de armonía en la que tanto los padres como los niños se sientan a gustos y puedan disfrutar de tener una familia. Nuestras actitudes como padres deben estar orientadas siempre con positivismo, actuando con firmeza cuando sea necesario.
El comportamiento de los niños ante el control de los padres
Generalmente suelen buscar situaciones de peligro en las que sientan el placer de retar a sus progenitores. Son niños que suelen tener carencias emocionales, sometidos desde siempre a mucha presión. Muchas veces incluso llegan a sentirse tristes o desplazados, lo que los lleva a crear miedos que pueden convertirse en serios problemas.
Baja autoestima
Estos son niños que por lo general suelen tener poca autoestima, ya que creen que no están al nivel deseado por sus padres. Sienten que no pueden hacer nada bien, lo que tiende a afectar sus relaciones interpersonales.
Indecisos
Son niños que no son capaces de tomar decisiones por sí solos y les cuesta aceptar muchas veces sus responsabilidades. Se ocultan de todo lo que los haga sentir fuera de su zona reducida de confort.
Genera confianza
Hay que aprender a relacionarnos con nuestros hijos de una manera abierta para poder lograr un nivel adecuado de confianza. Ten presente que si tus hijos no confían en ti, buscarán a otra persona, y puede que no sea la persona adecuada y lo lleve a tomar malas decisiones. Mientras que son pequeños, tú puedes ejercer un control total, pero a medida que los hijos crezcan puede que vayan tomando caminos distintos a los que tenemos pensados para ellos.
Ten presente que más pronto que tarde tu hijo dejará de ser un pequeño, y pasará a la etapa de la adolescencia. Una etapa temida por los padres por todos los cambios que trae consigo. Y que se torna más difícil si eres de esos padres controladores. Tu hijo se alejará por completo de todo lo que suponga control y buscará expresarse de una manera totalmente distinta a lo que había pensado.
Como padres tenemos que entender que los hijos no nos pertenecen. Debemos dejarlos crecer a su ritmo, con sus tropiezos, pero demostrándoles que siempre estaremos ahí para ellos.
Bibliografía
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