Educar sin amenazas

Las amenazas no te servirán para cambiar algunas conductas de tu hijo. Aquí tienes algunos tips que te permitirán educar sin amenazas.

Aprende a educar sin amenazas.

Educar sin amenazas puede ser la única manera de corregir el comportamiento de tu hijo. La implantación de amenazas suele provocar todo lo contrario, ya que provocan que tu hijo, en lugar de obedecer, se comporte aún peor.

Las amenazas no se consideran una herramienta de crianza útil, ya que conducen a luchas de poder, discusiones y a que tu hijo esté desanimado.

Además, amenazar al pequeño le roba oportunidades de aprendizaje. Especialmente si las utilizas como la única forma absoluta de hacer que coopere. 

En ese momento, todo lo que tu hijo practique será por cumplimiento, y esto, a largo plazo, afectará gravemente su autoestima y todo lo relativo a su salud psico-emocional.

Los niños odian las amenazas, con lo que lo único que conseguirás es que busque mayor independencia o que provoques situaciones de conflicto.

Te recomendamos que cuando declares que llevas a cabo una penalización o consecuencia, será mejor que te asegures de que sea algo que puedas cumplir.

Recuerda, además, que una amenaza irracional, o una que no guarda proporción con la ofensa, no le enseñará a tu hijo nada sobre las consecuencias realistas de su comportamiento.

Cuando los padres optan por educar sin amenazas ganan en salud y bienestar, no solo para ellos mismos sino también para sus hijos. Esto permite que se creen vínculos mucho más saludables y, por ende, un entorno más armonioso que potencie las mejores cualidades de todos.

Aprende a educar sin amenazas.

5 consejos para dejar de educar sin amenazas

En ocasiones, educar sin amenazas no es tarea fácil para muchos padres. Muchas mamás tienen problemas para sentir que están a cargo si su hijo no hace lo que piden y terminan amenazándolos para que cooperen. Estos son algunos consejos con los cuales evitarás el uso de las amenazas y lograr los objetivos necesarios:

1. Evita la lucha de poder

Ser el referente en la vida de tu hijo comienza con la decisión de no dejar que su comportamiento o mala conducta le haga perder la calma. Cuando necesites que tu hijo lleve a cabo una tarea, el pequeño percibirá el poder que tiene para satisfacer tu necesidad o retenerla.

Al examinar los pensamientos, a menudo irracionales que alimentan nuestro malestar, disminuimos su efecto sobre nosotros que alimenta el drama, las amenazas y los sobornos. En lugar de acercarte al niño para que haga algo, acompáñalo, reconociendo su reticencia sin llevar a cabo un juicio o crítica.

2. Gana el control de tus emociones

Si eres capaz de manejar tus propias emociones y reacciones estarás menos inclinado a usar la lógica para convencerlos de la importancia de realizar una acción, y serás más capaz de obtener su cooperación de forma natural, con autoridad silenciosa.

Cuando los padres no necesitan que sus hijos se comporten de una determinada manera para sentirse a cargo y no desencadenar luchas de poder con ellos, están genuinamente a cargo.

3. Manténte confiada y segura

Mantenerte segura y confiada confirmará tu posición de liderazgo y reducirá los posibles estados de rebelión del pequeño. Cuando tu hijo te percibe como estable y confiable, sin importar si son traviesos o agradables, satisfaces su necesidad de sentirse cuidado y protegido. En general, los niños son más felices cuando tienen a alguien que les dirige sin alterarse y con seguridad.

Aprende a educar sin amenazas.

4. Discute las consecuencias negativas antes de tiempo

Debes explicarle las consecuencias negativas que tiene el hecho de romper las reglas en el momento oportuno. Usa el tiempo de espera, elimina los privilegios o usa consecuencias lógicas para ayudarle a aprender de sus errores.

Considera qué consecuencias son más efectivas, a pesar de que las que funcionan bien para un niño pueden no funcionar para otro. Planifica las mismas consecuencias para la ofensa. Si tienes las consecuencias apropiadas para las acciones, no te sentirás tan mal llevando a cabo los castigos.

5. Dale avisos

A medida que tu hijo cumpla con el castigo por la falta de respeto y el mal comportamiento, no temas darle advertencias. Debido a que han recibido castigos en el pasado, sabrán que las advertencias son serias y comenzarán a responderlas.

Normalmente debes dar tres advertencias antes de castigarle por su comportamiento. Ten en cuenta que con el tiempo, la mayoría de los niños se detendrán con una o dos advertencias.

Educar sin amenazas es más sencillo de lo que parece. Todo se trata de poner un poco de nuestra parte y saber hasta dónde es sano tratar a un niño con firmeza.

Recordemos que, no solo nos necesitan para aprender sus deberes sino también para recibir afecto y comprensión.

Bibliografía

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