Adaptación al jardín, ese difícil e inevitable momento

Parece mentira, ayer traías a tu hijo al mundo y hoy encaras con emoción y cierta nostalgia una nueva etapa en la vida de tu hijo, quien comenzará a socializar y a ganar autonomía e independencia. Por ello, la adaptación al jardín supone todo un desafío tanto para los padres como para el pequeño.

Modificar la rutina, establecer horarios, levantarse temprano, compartir el espacio y objetos con otros niños, dejar de ser el rey o la princesa de la casa para entrar en contacto permanente con sus compañeros son solo algunos de los retos del bebé cuando da sus primeros pasos en la adaptación al jardín.

Algunas madres, se cansan demasiado rápido de la adaptación al jardín, por lo cual desisten de la idea de enviar a sus hijos al establecimiento educativo. Sin embargo, según UNICEF, el jardín cumple una función “muy importante en el desarrollo del niño, ya que completa la acción educadora de la familia”.

En el jardín, los chicos aprenden a compartir con otros, a conocer sus posibilidades y limitaciones, enriquecen su lenguaje, incorporan hábitos, etc. Y todo eso es sumamente beneficioso para su vida y su futuro desempeño en la escuela”, puntualizan desde esta organización.

¿En qué consiste la adaptación al jardín?

La adaptación al jardín es el proceso iniciado cuando el niño empieza el jardín de infantes o maternal. Para ayudarlo a enfrentar tantas novedades, las educadoras intentar “despegar” paulatinamente al chico de sus padres para que pueda quedarse con la maestra y sus compañeros en la sala.

La duración de esta modalidad depende del jardín y de los tiempos que maneje el nene, pudiendo prolongarse entre una semana e incluso, en muchos casos, hasta los tres meses de duración. Es normal que el niño se sienta acongojado y llegue a manifestar su enojo e ira mediante el llanto a las pataletas.

Inicialmente, el menor asistirá menos cantidad de horas en presencia de la madre o padre hasta que finalmente pueda permanecer durante la jornada escolar completa y solo. Simplemente se trata de que el menor vaya conociendo ese nuevo espacio ajeno a él.

¡Ármate de paciencia! Para la adaptación no existe una receta mágica a aplicar ni un manual de instrucciones con pasos a seguir. Cada niño es diferente y la adaptación al jardín no se superará de un día para el otro, pues es un proceso gradual y progresivo plagado de miedos, ansiedad, altibajos, emociones, dudas y deseos.

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Consejos para favorecer la adaptación al jardín

  • Acompaña a tu hijo a recorrer el el jardín para que se familiarice con el ambiente y sepa dónde ir cuando se encuentre solo.
  • Preséntale a  la maestra para que también su rostro vaya tornándose familiar.
  • Plantea todas las dudas a la docente o al gabinete de orientación escolar, evitando tomar la determinación de dejar de mandar al niño al jardín de un día para el otro.
  • Prepáralo con tiempo para la adaptación del jardín y enséñale que es una experiencia sumamente positiva.
  • Mantén una buena comunicación y diálogo fluído con tu hijo para así poder poner en común las sensaciones que este cambio genera, achicando el margen de angustia y aumentando las posibilidades de éxito ante la adaptación al jardín.
  • Considera llevar al jardín su juguete favorito o su mantita preferida para la adaptación al jardín; de esta manera, trasladará al ambiente nuevo un elemento conocido y preciado.
  • No te muevas del jardín durante los primeros días. Es conveniente que padre o madre permanezcan en la sala o fuera de la institución, aunque siempre convenientemente a la vista del chico, para que se adapte al juego.

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  • Bríndale la seguridad de que volverás por él a la salida. Si a tu niño le está costando llevar adelante la adaptación al jardín, no vayas a buscarlo tarde, pues para el niño la sensación de quedarse dentro mientras todos se retiran es fatal.
  • Implementa despedidas firmes, alegres y breves, capaces de trasmitir confianza. Nunca realicen despedidas largas o vacilantes ya que confunden y asustan al niño.
  • No te enojes si el niño aún no quiere quedarse, esta es una reacción esperable.
  • No te alarmes si en esta etapa aparecen repentinos dolores de panza, dificultades en la alimentación y otras conductas llamativas asociadas con este nuevo desafío. Estas manifestaciones desaparecerán al adquirir el ritmo y lograr la tranquilidad necesaria para disfrutar de esta nueva experiencia.
  • Ante cualquier señal de alarma o detalle que llame la atención, no dudes en hablar con la maestra, ya sea a través del cuaderno de comunicaciones o personalmente.
  • Si la situación nos desborda y se torna inmanejable, es recomendable realizar una consulta a algún psicopedagogo para profundizar en el conflicto planteado en pos de avanzar.
  • Ten la seguridad de que un buen jardín mira, cuida y acompaña a los chicos para que vivan este proceso de la mejor manera.
Bibliografía

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  • Sandín, C. I. (1992). El proyecto de Educación Infantil y su práctica en el aula. Editorial La Muralla.
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