Este tema puede parecer excesivamente conversado, pero muchas veces abordarlo es apenas una obligación y sucede que lo tocamos sin profundizar. De igual manera, en la escuela se hacen recurrentes campañas acerca de evitar el consumo de las drogas, pero la explicación queda en manos de inexpertos.
Enseñar a los hijos respecto a un tema tan delicado, es una formación que debe partir en el hogar, aunque el niño sea muy pequeño, debemos instruirlo para que no se acerque a desconocidos y evite recibir cualquier cosa que le den en la calle.
Es conveniente que el pequeño pueda diferenciar cuando se trata de drogas, pero es algo difícil de explicar; por ello vale la pena indicarles que ninguna cosa que le dé un desconocido, debe ser recibida por él. Sin embargo, llega aquella etapa en la cual los niños son más independientes; entonces comienzan a confiar y despreocuparse.
En tal sentido, se hace imperante adecuar la educación que impartimos a los niños de acuerdo a su edad. También se recomienda tener mayor atención con aquellos pequeños que acostumbran a tener la iniciativa, porque a veces son los que evalúan los riesgos con menos cuidado.
Consejos para orientar a tu hijo sobre el uso de las drogas
Un aspecto clave a tener en cuenta, es que las drogas afectan a todo aquel que está cerca; no hace falta ser consumidor o traficante para verse afectado, solo es preciso estar en el momento y lugar incorrectos. Por esta razón, se sugiere que sean tocados todos los temas referentes al uso de las drogas, porque es una amenaza constante y peligrosa.
Por otro lado, a veces los padres creemos que tenemos todo bajo control, que conocemos a nuestros hijos lo suficiente para saber que no se meterán en problemas. Esta es la principal razón de que los problemas lleguen sin esperarlos.
Aunque no exista una receta para estar 100 % seguros de que estamos a salvo de esta situación, podemos comenzar por atender a estos sabios consejos:
1. Mejorar la comunicación
Hablar con los niños sobre sus estudios, sus emociones e intereses, es tan importante como aconsejarles sobre los peligros que hay en la calle. Nunca es suficiente, porque debemos recalcarles constantemente muchas cosas, por ello sabemos que a veces son de corta memoria.
La comunicación es la clave del entendimiento, es útil para mejorar la relación, conocer al niño y atender a eventualidades a tiempo.
2. Conocer a tu hijo
Es aconsejable empaparse de los gustos, las amistades, los lugares que frecuenta y la forma de actuar de nuestros hijos, porque esto nos permite evaluar su situación. Por medio de la observación, sabremos si tiene más riesgos o si está por el camino correcto.
Por lo general es a través de las amistades que las personas se acercan al círculo de las drogas. Es posible que aun siendo verdaderos amigos y personas de confianza, no estén lo suficientemente preparados para evadir situaciones complicadas.
Si identificas amigos que andan en malos pasos, no te afanes en hablarles mal de ellos a tus hijos porque puedes generar el efecto contrario a lo que buscas, en un acto reflejo de empatía y solidaridad entre pares. Trata entonces de reforzar su educación, sin infundir miedo pero sí con firmeza en cuanto a las consecuencias y seguro tus palabras serán valoradas.
3. Manejar con propiedad el tema, en casa y en la escuela
El tema de las drogas es complejo y multifactorial. La variedad y las formas de consumirla crean sus propias dinámicas y subculturas. Infórmate sobre el asunto con profesionales y con literatura especializada.
Promueve e incentiva en la escuela espacios para que psicólogos y autoridades ciudadanas informen a la colectividad sobre el estado local y regional acerca de la distribución y el consumo de drogas. Conocer cómo se mueve ayuda a detectar comportamientos y grupos de influencia.
Visibilizar e informar crea conciencia y mecanismos de persuasión. El silencio es el mejor cómplice y aliado.
En el marco de esta estrategia se han de crear en alianza con la escuela grupos cooperativos para desarrollar “aptitudes sociales como la de compartir, dirigir, comunicar, crear confianza y gestionar conflictos, que son importantes aptitudes vitales para la labor en el marco de las familias y para otras relaciones personales.”
4. Atender a las señales y actuar
Si tienes indicios, ha llegado la hora de actuar. En las sombras de la duda el problema avanza y puede tornarse inmanejable. Atajarlo a tiempo es una tarea colectiva, familiar y escolar. No vale la pena empeñarse en manejarlo solos porque cuando toca es algo que desborda el ámbito del hogar. Y es muy probable que se deba buscar ayuda profesional.
Pedir ayuda o construirla recabando información y buscando de alguna manera influir en los flujos de intercambio y contacto, toma a los padres activos y alertas. Las redes de microtráfico están camufladas, pero quedan al descubierto si el tema no es tabú y se ventila con libertad y seguridad.
“Los padres pueden ejercer una importante influencia si ejemplifican comportamientos responsables en materia de consumo de drogas, si instituyen normas familiares, si se imponen más y mejor en la cultura de los jóvenes, reconocen las primeras señales del consumo de drogas y mantienen comunicación dentro de la familia y con otros padres y la escuela.”
Naciones Unidas, Oficina contra la droga y el delito
5. Ser claro en lo que se dice
Expresar con claridad los peligros a los que se enfrentan las personas por el uso de las drogas, permite que el niño reflexione la idea. El problema de las drogas no es solamente de quien las consume, pues tiene tantos enemigos, que solo estar cerca de un consumidor o un distribuidor, es motivo de riesgo.
El uso de sustancias prohibidas acarrea riesgos de tipo moral, legal, financiero, emocional, físico, familiar, mental y muchos más. En tal sentido, de acuerdo a la edad del niño, a veces es preferible usar ejemplos drásticos que dar sermones interminables.
6. Promover la confianza en sí mismos
Un niño emocionalmente sano, equilibrado en su contexto familiar y de bases morales sólidas, es suficientemente acertado como para compartir sus problemas e inquietudes.
De allí la importancia de cultivar la confianza en la relación entre padres e hijos, y en la educación que sabemos han recibido en casa. Esto no evita los riesgos de la calle, pero facilita una respuesta acorde.
7. Sondear la opinión
Hablar sobre las drogas en casa servirá para calibrar la opinión de los miembros de la familia al respecto. Igualmente, medirás reacciones, comentarios, conceptos. Saldrán a relucir consideraciones que permitan tener un acercamiento oportuno y evaluar si hay naturalidad o crispación.
El ánimo debe ser el de tener a la vista, en confianza y sin tapujos, el asunto de las drogas. No puede ser solo algo tangencial, con el que no nos relacionamos ni nos toca. Sino el momento adecuado para hacer énfasis en los riesgos que implican y lo nocivas que resultan para la salud.
8. Dar el ejemplo
No sirve de mucho dar charlas sobre este problema si no somos un buen ejemplo. Es conveniente alejar a los niños de los contextos negativos, incluso si eso implica renunciar a determinadas amistades o poner distancia con algunos miembros de la familia.
Igualmente, los sitios recreativos donde compartimos con nuestros hijos deben ser lugares aptos para sus edades. Más que aconsejar decir no a las drogas, buscamos que lo internalicen con el ejemplo de lo que ven a diario.
9. Vigilar el consumo de alcohol
Consumir alcohol con moderación no es malo, de hecho se ha convertido en un elemento para relacionarse socialmente; pero su uso excesivo conlleva problemas mayores. Evitar consumir alcohol con frecuencia frente a los niños e indicarles que se debe controlar este hábito, es un buen comienzo.
Es importante saber que cuando se ha exagerado en el consumo de alcohol, el ser humano es propenso a actuar sin razonar. Un gran número de consumidores de sustancias ilegales, comenzó a usarlas estando en estado de embriaguez.
10. Educar en la responsabilidad
Los comics y las series televisivas explotan dos perfiles, el del héroe y el inmortal. Este último, es el tipo de personaje al que le pasa de todo, pero sale indemne.
Ambas actitudes crean un clima de irresponsabilidad, pues hacen suponer que están por encima del bien y del mal e incluso de las circunstancias propias de la vida. Que, no importa lo que pase, saldrán ilesos.
Este tipo de filosofía tiende a confundir a niños y jóvenes y los expone, en principio indirectamente, a un discurso que crea ambigüedad y que podemos relacionar con el tema del consumo de drogas para aclararlo y usarlo a favor.
Básicamente porque la responsabilidad se cultiva sobre la base de que las acciones positivas o negativas traen consecuencias. Que todo lo que hacemos transforma de una u otra manera la realidad, y dispone las cosas a favor o en contra. Y, en este sentido, el consumo de drogas y la adicción que generan indican que quienes se relacionan saldrán afectados porque siempre conllevan riesgos.
11. Gestionar el tiempo libre
Es necesario que nuestros hijos tengan horas de ocio, pues es en este tiempo donde las ideas se conjugan con la creatividad. Sin embargo, para enfocarles en esa dirección positiva el tiempo libre, se debe contruir con ellos rutinas y cumplirlas.
Evitamos así que se convierta el ocio en puerta abierta ante el tema de las drogas. El todo es estar al tanto de ese tiempo convertido en energía, que tanto niños como jóvenes necesitan para jugar e interactuar.
Padres y escuela, unidos en el no a las drogas
Aunque los padres tienen el deber de tocar amplia y responsablemente el tema en el hogar, por pruritos o temores infundados, pueden postergarlo, dejarlo a un lado y no considerar que sea necesario hacerlo.
La escuela por su parte, tiene la autoridad y la aquiescencia para tratar con los niños estos temas con seriedad, profundidad y rigor, aprovechando sus múltiple recursos pedagógicos y profesionales para abordar sin complejos todas las aristas que sean necesarias.
“El personal escolar actúa a menudo como modelo de gran influencia, a través del cual los preadolescentes y adolescentes se juzgan a sí mismos. Si los adolescentes perciben que sus profesores se ocupan de ellos, tienen menos probabilidades de iniciarse en el uso de marihuana o tabaco, o de emborracharse o adoptar otras conductas de riesgo para la salud”.
La escuela además, es un espacio de socialización en el que la penetración de las drogas lícitas e ilícitas es un problema persistente, de modo que más necesario se hace que los maestros lo aborden y conecten las estrategias de prevención de manera mancomunada con la familia.
En efecto, “la familia, escuela y medio social son tres elementos del sistema social que están en constante comunicación, por ello cualquier situación repercutirá en el conjunto del sistema en el que la familia es el mejor agente de socialización.”
El no a las drogas es una responsabilidad compartida.
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Council on School Health and Committee on Substance Abuse Pediatrics (Ed Esp). 2007;64:347-51 Papel de las escuelas frente al abuso de sustancias
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