Los niños son curiosos por naturaleza, es normal que quieran explorar todo lo que se encuentran a su alrededor. Tener la posibilidad de explorar con libertad, mantendrá a su espíritu feliz, la cuestión está en que a veces para poder aventurarse tendrá que desobedecerte un poco. Y no está mal que lo haga de vez en cuando; recuerda que a veces los niños más obedientes pueden ser los más infelices.
Ningún padre desea que sus hijos sean infelices, sin embargo todos los padres desean que sus hijos sean obedientes. Y las dos cosas puedes ser posibles, la obediencia no tiene nada que ver con la marcialidad; se puede ser obediente y al mismo tiempo ser libre y feliz. La meta es que tu hijo aprenda a ser obediente porque desea y no porque tiene miedo.
No siempre es bueno que los niños sean obedientes de manera ciega, sobre todo cuando esa obediencia proviene de la sumisión. La obediencia no tiene nada que ver con la sumisión y eso lo sabe bien quien está acostumbrado a decidir y actuar desde la libertad, quien puede opinar sobre lo que le mandan a hacer sin que eso represente un castigo y quien ha aprendido que también se puede decir no.
No obstante, hay padres que confunden la actitud sumisa con la obediencia.
Al hacerlo, ignoran que un niño sumiso puede acatar una orden sin chistar porque tiene miedo de afrontar las consecuencias de desobedecer, pero no realmente porque desea hacer eso que le pidieron sus padres.
Obediente pero infeliz
Esa actitud puede ser la consecuencia de una crianza en la que se infunde miedo en el niño, la cual normalmente está signada por el poco respeto hacia los infantes ya que se les invita poco a participar o a opinar sobre lo que ocurre en la casa y tampoco se les explica el porqué de las normas que les infunden en la casa.
Cuando un niño obedece cuando está frente a sus padres y apenas se dan la vuelta los desobedece, estás al frente de uno que aprendió a obedecer bajo amenazas y no porque entienda por qué es necesario que obedezca las órdenes de sus padres. Muchas veces aunque estos niños ciertamente obedecen son infelices.
Tu estilo de crianza puede lograr que tus hijos sean obedientes porque así lo eligen y no porque se sienten amenazados. Y para avanzar en ello es necesario identificar que existen diferentes tipos de obediencia: La que viene del respeto -y la autonomía que ofrece el libre discernimiento- y la que es originada por el miedo a las consecuencias de desobedecer a los padres, a la sociedad… Y un niño que actúa con miedo simplemente es infeliz.
Obedientes por elección
Está comprobado que los niños que aprenden a obedecer los límites por miedo a los castigos o que cumplen las normas solo pensando en obtener una buena recompensa, en el fondo no son niños libres. Sus actos no son el resultado de su discernimiento.
Cuando un niño aprende a obedecer a una persona que lo amenaza se forma un daño en la calidad de relaciones que establece, porque solo reaccionará ante este tipo de conducta, es decir que no obedecerá a las personas que no lo amenacen. Imagina, entonces, en la clase de relaciones que formará cuando sea adulto.
Además, este tipo de crianza le enseñará que en el mundo hay opresores y oprimidos y muy probablemente sentirá que es mejor tener el rol del opresor es mejor que tener del oprimido.
También existen casos de niños que por el miedo que constantemente sienten de que los regañen, los castiguen o incluso les peguen, ciertamente son muy obedientes, pero su personalidad se vuelve retraída, nerviosa y temerosa. Usualmente este tipo de conductas derivan en problemas de baja autoestima y mal manejo de sus emociones.
En definitiva, que los niños aprendan a obedecer por temor es muy negativo. El miedo coarta sus ganas de probar, de equivocarse, de investigar, de aventurarse y es probable que nunca intente “saltarse las normas”, lo cual limita su crecimiento como persona.
La libertad y el respeto son fuentes vivas de felicidad. Y estos valores pueden contribuir a la educación de tu hijo, quien debe aprender que obedecer muchas veces resulta mucho más beneficioso para él que para sus padres o cuidadores y eso se logra cuando entiende el porqué de las normas.
Cuando un niño aprende a entender de manera consciente que obedecer ciertas normas beneficia su crecimiento y bienestar como persona, entonces comienza a cumplir las normas en todas partes. Ese comportamiento también lo lleva a respetar a todas las personas por igual no importa si se trata de sus padres, de sus abuelos, de sus profesores o de un desconocido.
Ejercitar la libertad de decidir y de aprender a diferenciar qué es bueno para él y qué no; y con base en eso determinar si obedece o no, hará que se muestre siempre como un niño curioso, ilusionado y con ganas de aprender nuevas cosas, pero también precavido y consciente.