El día a día de los adultos suele ser complicado. Con problemas, días buenos o malos y arrastrando siempre cargas y cansancio. Llegar a casa y encontrar a los hijos desatados suele dejar sin aliento a cualquiera. Lo que se les escapa a los grandes es que ser niño también es una tarea difícil.
Los mayores viven protestando por el comportamiento y la desobediencia de sus hijos. “No me escuchan ni me entienden”, es la queja más frecuente. La pregunta es: Adultos, ¿ustedes los comprenden a ellos?
Seamos realistas. Para ti debería ser más sencillo comprender lo que le sucede a tu hijo, así como prestar atención a lo que a ellos les importa. En cambio para ellos es más complejo comprendernos, pues se encuentran en otra etapa. Yendo al caso, ellos siquiera pueden poner en palabras lo que sienten.
Su trabajo diario consiste en llenar la casa con sus juguetes y nunca parar de jugar. Y eso es lo que vale, porque son niños. Las preocupaciones llegarán más adelante, cuando sean adultos. No olvides que ser niño también puede llegar a ser una tarea compleja.
Quizás pasó una mala noche o su día en la escuela no fue bueno. Tal vez esté cansado o simplemente no le agrada la clase extraescolar en la que lo apuntaste. A lo mejor solo esté reclamando un poco de tu tiempo para compartir, pero de calidad. Puede que solo busque consuelo ante algo que lo preocupa, y solo encuentra mal humor.
Ser niño no es nada fácil
¿Quién puede afirmar lo contrario? Como cualquier adulto, los más chicos también tienen días intensos, días buenos y días malos. Hay cosas que los hieren, los aterran y los preocupan. La diferencia es que nosotros sabemos lidiar con ello dado que somos adultos, ellos no son más que pequeños.
Ser niño no implica necesariamente transitar una vida color de rosa. Incluso ser niño no supone la imposibilidad de ver gris el día a día. La responsabilidad de poner color a sus jornadas y de educarlos y formarlos como personas es precisamente de los adultos.
Esto no significa que debemos trasladar nuestro mal humor al chico. Mucho menos quiere decir que tenemos la libertad de pasarnos todo el día regañando al menor por su actitud u ordenando que haga lo que a nosotros puede aliviarnos pero a ellos los daña. Pues no te engañes más, hay cosas que no hacen bien al niño ni son positivas para su crianza.
Tiempo al tiempo
Por lo general, los adultos actúan como si se olvidaran la edad de sus hijos. Recuerda siempre que estás construyendo una vida, formando una persona. La misma está en pleno crecimiento y, por tanto, maneja su propio ritmo de aprendizaje.
Dale tiempo para que aprenda de la vida todas las lecciones que hagan falta para convertirse en una persona de bien. Mantente a su lado en este duro pero hermoso camino. Recuerda tenderle una mano cuando necesite levantarse, ofrecerle tus manos para secar sus lágrimas y tu oído para cuando quiera ser escuchado.
Respeta sus tiempos y, si resulta necesario porque el niño avanza muy lentamente, camina más despacio. Pero por ningún motivo pretendas que tu hijo se adapte a una vida adulta que no le corresponde. Pues es más sencillo que el mayor se adapte al ritmo infantil.
Definitivamente, compréndelo mami, ser niño no es para nada fácil. Por eso, vive todos y cada uno de los días que tú y tu hijo forman parte de un mismo equipo. Como equipo, enfrentarán partidos buenos y otros donde los resultados serán adversos. Pero no olvides que los campeonatos siguen aún después de cada derrota.
Como compañeros de equipo, llegarán tiempos donde tendrán que pelear muy duro, pero juntos, para superar a los más difíciles rivales. Sin embargo, también podrán disfrutar a la par de las más dulces victorias. Sin duda, se trata de la aventura más enriquecedora.