Todos los padres queremos que nuestros hijos sean felices y que no sufran por nada. Que estén sanos, que disfruten de la vida, que jueguen, que se diviertan y que aprendan, entre otras muchas cosas. Sin embargo, cuando hay niños que no quieren jugar con nuestros hijos, nos preocupamos y sufrimos por ellos. Entonces, nos preguntamos: ¿por qué puede ser y qué podemos hacer para ayudarles?. Esto es a lo que vamos a intentar dar respuesta en este artículo.
A veces, puede haber niños que no se sienten aceptados o que son rechazados por su grupo de iguales. Así, no los tienen en cuenta a la hora de jugar o para ciertas invitaciones, como una fiesta de cumpleaños. Todo esto puede hacer mucho daño a los pequeños y llegar a afectar su autoestima. Además, esta situación tampoco resulta agradable para los padres, que intentan buscar la solución más adecuada para su hijo.
¿Por qué hay niños que no quieren jugar con nuestro hijo?
Seguro que, en alguna ocasión, hemos presenciado cómo nuestro hijo ha sido excluido de algún juego. En ese momento, nuestro instinto nos ha impulsado a defender al pequeño. Aun así, es importante que el menor aprenda y sea capaz de enfrentarse de forma autónoma a estas situaciones. Eso hará que cuente con los recursos y herramientas necesarias para su socialización.
Los padres podemos acompañar a nuestros hijos y analizar por qué han sido rechazados. Las razones pueden ser varias. Vamos a ver algunas de ellas:
- Puede ser que el cabecilla de un grupo rechace al pequeño, o que sea el propio niño el que no tiene las habilidades sociales y los recursos suficientes para su socialización, ya sea por timidez o por excesiva introversión.
- Niños que en un principio han decidido que quieren estar solos y luego el grupo no los ha tomado en cuenta.
- Tras una pelea con algún amigo, este, por venganza, lo ha excluido del grupo.
- Malos comportamientos de nuestro hijo hacia otros niños que hacen que los demás lo rechacen
Estas son algunas de las razones por las que puede que no quieran jugar con nuestro hijo. Por eso, es importante que conozcamos cuáles han sido los motivos del rechazo, si ha sido puntual o si se prolonga en el tiempo. Además, debemos buscar soluciones, pero siempre implicar a los niños. Si averiguamos que nuestro hijo es rechazado sin que haya ningún motivo, debemos comunicarlo al colegio o a los otros padres para poder ponerle una solución.
¿Qué podemos hacer cuando los niños no quieren jugar con nuestro hijo?
Hemos dicho anteriormente que los padres no debemos actuar de forma directa en la situación en la que han excluido a nuestro hijo. Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos que quedarnos de brazos cruzados. Por eso, a continuación, vamos a ver una serie de consejos sobre qué podemos hacer para ayudar al pequeño a resolver esta situación.
Fomentar la autonomía
Dejar que nuestro hijo solucione pequeños retos le va a ayudar a desarrollar un buen autoconcepto. Así, se verá capaz de resolver de forma independiente los pequeños conflictos con los que se encuentra. En estas situaciones relacionadas con la aceptación o el rechazo, es clave que tengamos una comunicación fluida con el pequeño. De esta forma, le podremos orientar en la búsqueda de soluciones que sean respetuosas y amables.
No sentirnos culpables
En muchas ocasiones, los padres nos sentimos culpables del rechazo que sienten nuestros hijos cuando otros niños no quieren jugar con ellos. Sin embargo, los pequeños están en medio del aprendizaje sobre convivir en un medio social y es muy normal que surjan este tipo de situaciones.
Tener buena comunicación entre la familia y la escuela
Es mejor que actuemos de forma precoz y avisar al centro escolar si observamos que nuestro hijo es rechazado, en lugar de esperar y que la cosa se haya puesto peor. Si colaboramos todos juntos, familia y colegio, podemos solucionar estas situaciones antes de que se conviertan en un verdadero problema.
Ser empáticos con los hijos
Es muy importante que hablemos con nuestros niños sobre lo que ha pasado y por qué no quieren jugar con él. Los padres no debemos quitarle importancia a lo que sucede, pero tampoco hemos de implicarnos demasiado. Los menores necesitan ser escuchados y sentir que los entendemos, por lo que debemos tener empatía con ellos. Lo recomendable es actuar de forma objetiva, conocer qué es lo que ha pasado y buscar las soluciones más acertadas.
Bríndale a tu hijo los recursos necesarios
Es cierto que estas situaciones en las que los niños no quieren jugar con nuestros hijos generan preocupación en los padres. Nosotros queremos lo mejor para nuestros pequeños, que sean siempre felices y que no sufran nunca. Por eso, ante estas situaciones, lo mejor que podemos hacer es darles las herramientas y recursos necesarios para enfrentarse de forma autónoma a estas situaciones.
No debemos ser nosotros quienes nos involucremos e intentemos solucionar el problema porque, de esta manera, además de que los niños no aprenderán, el problema puede empeorar. Habla con tu hijo, escúchale, dale consejos y bríndale los instrumentos necesarios para hacer frente a los conflictos.
Bibliografía
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- Vega, G. L. (2020a). Castigar no es educar: Todas las ventajas de la Disciplina Positiva. La Esfera de los Libros
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- García Bacete, F. J., Lara Carrión, A., & Monjas Casares, M. I. (2005). ¿ Por qué los niños no quieren jugar con otros niños? Un análisis exploratorio de los motivos de rechazo entre iguales.