El desvelo de una madre es directamente proporcional al amor por su hijo

El desvelo de una madre por cuidar a su niño

El desvelo de una madre es eterno, pues las mujeres abocadas a la maternidad nunca duermen. Desde el momento en que comienzan a sentir vida en sus vientres hasta la edad adulta de sus hijos, las mamás pasan noches enteras en vela.

Sin lugar a dudas, cada hijo tiene su ángel de la guarda, pero no debe buscarse en un más allá, sino en un “más acá”. Más precisamente, a su lado. En esta nota, te invitamos a reconocer y valorar los esfuerzos de toda mamá, quienes invierten días, meses y años de desvelo y dedicación en sus niños.

El desvelo de una madre gestante

El desvelo de una madre se inicia ya en el embarazo y se hace presente en cada etapa del crecimiento de su hijo. Pues especialmente en una edad gestacional avanzada de su bebé comenzará a pasar noches sin lograr pegar un ojo.

¿Por qué las madres se espabilan estando encinta? Las madres comienzan a frecuentar la nocturnidad por los movimientos de los inquietos pequeños noctámbulos o por los típicos malestares experimentados.

El desvelo de una madre tras la llegada del recién nacido

¡Llegó el bebé! Sin embargo, y a pesar de la alegría y emoción que reinan en el hogar, tus noches parecen no poder cambiar. Frases como “No me dejan descansar” o “No puedo ni debo dormir” se repiten incesantemente entre las flamantes madres.

No es para menos, pues los primeros meses de cualquier hijo son difíciles para cualquier mamá por cuanto comporta una serie de cambios y aprendizajes considerables. El recién nacido se despierta con frecuencia y llora desconsoladamente.

El desvelo de una madre, preocupada por su hijo
¿Tiene hambre? ¿Estará acalorado? ¿Será el pañal? Sin embargo, nada parece calmarlo más que tus brazos. Aun así, aquí se inaugura un período en el que ese eterno desvelo de una madre obedece pura y exclusivamente a la preocupación por el estado de su hijo.

Y a medida que el niño crece…

Tu pequeño comienza a crecer y seguramente muchas cosas van cambiando y otras tantas se van encauzando. Seguramente llegarás al estadío donde el niño corte sus primeros dientitos, comience a comer alimentos sólidos, empiece a gatear e incluso a dar sus primeros pasitos.
En esta etapa notarás y apreciarás un hecho glorioso: ¡el bebé comenzará a dormir plácidamente durante lapsos más largos! Incluso, si eres una madre afortunada, tu hijo llegará a descansar toda la noche de corrido. ¡Todo un logro, una hazaña!

Aquí es donde se hace presente un nuevo caso que habla del eterno desvelo de una madre: “¡No se quiere dormir!”. Pasan las horas y eres prisionera de un sueño infernal mientras tu hijo no da el brazo a torcer ante el cansancio de todo un día de juegos y diversión.

La rutina iniciada con un baño caliente seguida por canciones de cuna, cuentos, abrazos, besos y caricias no alcanza para cumplir el objetivo. Y aún cuando libres una intensa lucha contra el cansancio, ese soldado que no mata pero ataca, tu hijo estará más activo que nunca, intentando jugar, escapar y, por qué no, saltar en la cama.

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Otros casos que generan el desvelo de una madre

Seguramente pensabas que nos habíamos olvidado de aquellas noches que pasas controlando la fiebre del niño, atenta a deposiciones, tos, sarpullidos y tantos otros síntomas que te llaman la atención y te preocupan, al punto de quitarte el sueño.

El desvelo de una madre se activa también frente a cualquier caso de enfermedad en cualquier momento de la vida de tu amado hijo. “No me puedo dormir”, el estado de hipervigilancia te mantiene desvelada y concentrada en cada signo y manifestación del pequeño.

Y sí, a medida que tu hijo crece, algunas cosas se tornarán inevitables, como sus primeras salidas. Seguramente, sea la primera fiesta o la décima, pasarás noches sin siquiera arrimarte a la cama. Pues no tiene sentido si asumes que intentar descansar será una verdadera misión imposible.

“Chao mami, me voy de fiesta, no me esperes despierta”. ¿El plan de esta noche? Dotaciones de café, alguna película y, por supuesto, cualquier reloj a mano para ir controlando el paso del tiempo. El lema se convierte aquí en “imposible dormir”.

Aun así, con tantos días desveladas, las mamás siguen apostándolo todo por la crianza de sus hijos. Por su amor incondicional, estos “ángeles de la guarda” velan noche y día por el bienestar del niño en cada período de su desarrollo. ¡Un aplauso cerrado para estos maravillosos seres!

Bibliografía

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