Una nueva tendencia: la crianza comunitaria

Una nueva tendencia: la crianza comunitaria
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 28 enero, 2020

Aunque recientemente se han levantado polvaredas a razón de las opiniones de políticos y famosos al respecto, en realidad por debajo de la mesa hace tiempo ha venido calando la tendencia de la crianza comunitaria. Se trata de un método por medio del cual se termina la educación patriarcal para dar paso a un tipo de educación al propio estilo de la “tribu”.

En la educación colectiva o comunitaria, los hijos no solo están a cargo de sus padres biológicos, sino que conviven en un conjunto donde todo el grupo tiene responsabilidad. De acuerdo a los principios de esta práctica, existe un elemento revolucionario, con predisposición feminista, socialista y de movimientos de izquierda.

Sin embargo, es una propuesta que ha surtido efecto en ciertas sociedades desde la antigüedad. Esta maternidad tan especial permite el desarrollo de habilidades relacionadas al apoyo, el cooperativismo social y el apego por las costumbres de un círculo pleno de una ideología en particular.

Dos mujeres practican crianza comunitaria

Todas son madres a través de la crianza comunitaria

Las madres que protagonizan este movimiento son aquellas que han comprendido que la crianza requiere de la disposición de muchas manos, quienes contribuyan a forjar las virtudes y la formación moral de los más pequeños. En la sociedad actual, es preciso un equilibrio que no todas las familias están preparadas para lograr, pues un recurso termina consumiendo al otro sin opción.

Por medio de la crianza comunitaria se procura el apoyo moral, financiero y emocional que hace falta para que la maternidad se encamine hacia el desarrollo adecuado. En España por ejemplo, esta corriente se ha puesto en evidencia por medio del establecimiento de círculos que hasta ahora se enfocan en compartir actividades culturales, de apoyo y colaboración mutua.

Pese a que este movimiento ha generado todo tipo de opiniones enfrentadas, no se puede negar que toda madre necesita de ayuda moral para que su experiencia sea más llevadera. De igual manera, se sabe que no todas las personas podemos aportar las mismas ideas, por lo cual varias cabezas podrían colaborar intelectualmente a nuestra causa.

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Esta corriente intenta devolver al ser humano a sus raíces, particularmente en cuanto la vida, la tierra o las costumbres; dejando de lado el comportamiento individualista. Los padres comprometidos con la crianza comunitaria y en especial las madres, tienen igual contemplación con los hijos de los demás que con los propios, obviando las razones egoístas que según ellos se descubren en la familia tradicional.

Responsabilidad colectiva

Dirigida más que todo por una corriente feminista, la crianza colectiva profesa un mayor equilibrio en la crianza, aquel que procura que las responsabilidades y tareas inherentes a esta sean compartidas. De esta manera se intenta que los adultos que se involucren, entre todos compartan el cuidado, el apoyo y la mayoría de los compromisos relacionados a los niños de la comunidad.

Esta tendencia, nueva en sus objetivos actuales, pero antigua en su concepción y normativa; tiene como fin, conseguir el apoyo en cuanto a la función de la maternidad. Es decir, se comparte la experiencia de un proceso común a muchas personas para obtener los mejores resultados en cuanto a acompañamiento, formación moral y social.

Para los defensores de la tendencia de crianza comunitaria, los niños que se forman bajo esta corriente tienden a ser más independientes, maduros y solidarios pues han sido criados por un grupo de amigos que les brindó afecto. Esto les permite a los pequeños mayor libertad, más seguridad y confianza en sí mismos; además, para los padres significa una oportunidad de ser más tolerantes y menos sobrecargados.

El acompañamiento mutuo que busca este tipo de maternidad, reflexiona sobre el principio social de la crianza, pues se educa a los hombres y mujeres que necesitan convivir en el mundo que hemos forjado para ellos. En consecuencia, los niños criados en estas comunidades se educan con alta sensibilidad en los asuntos sociales y las necesidades comunales más que en las individuales.

 


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