Los padres siempre querrán que sus hijos sean felices y que sobresalgan en todo lo que hacen. Buscan que sientan la satisfacción de hacer las cosas bien o de conseguir metas y trofeos. Sin embargo, muchos adultos piensan que si exigen mucho a sus niños y les presionan para que hagan las cosas mejor o se esfuercen más allá de su capacidad real, podrán conseguir resultados estupendos.
En realidad, presionar demasiado a los niños pueden provocar consecuencias indeseadas. Lo ideal es que se encuentre el equilibrio entre la parte emocional, la física y la académica. De esta manera, el menor no sentirá esa exigencia que podría causarle serios problemas tanto en su presente como en su futuro.
Debes saber que la perfección no existe en ninguna etapa de la vida, y mucho menos en la infancia. Esta es la etapa en la que los niños tienen que ser niños, ¡y nada más! Por eso, es muy importante ser flexible en la educación y que la presión no forme parte de la crianza.
Más presión, ¿mejor rendimiento?
Muchos padres creen que el niño tendrá un futuro prometedor, aunque en la actualidad se sacrifique su infancia o su bienestar emocional. En este sentido, su lema es que el sufrimiento de hoy es un beneficio seguro para mañana.
Esta es una falla que se debe solucionar a nivel social. La realidad es que muchos niños están sometidos a altas presiones que no son capaces de soportar o incluso gestionar adecuadamente. Tener altas expectativas en los hijos no tiene que ser algo malo, siempre y cuando no se sacrifique ni su infancia, ni su bienestar emocional.
En cambio, cuando los padres presionan a sus hijos por sus propios sueños frustrados, es cuando la cosa se puede volver poco saludable. En estos casos, los adultos intentan plasmar en sus niños sus propios fracasos.
Conoce las consecuencias de presionar demasiado a los hijos
Por supuesto, cuando se presiona demasiado a los hijos hay consecuencias graves. No importa el ámbito de presión (académica, deportiva o artística, entre otras), las consecuencias pueden aparecer cuando menos te lo esperes y afectar negativamente tanto a su vida presente como a su futuro. Toma nota:
- Introversión e inseguridad. Los niños piensan que no son lo suficientemente importantes ni merecedores de amor si no son perfectos.
- Estrés. Esta condición por las altas expectativas y la presión puede acarrear problemas de comportamiento y sufrir de ansiedad crónica. Cuando hay demasiado estrés pueden aparecer comportamientos iracundos, depresión, soledad y problemas estomacales, entre otros.
- Enfados continuos. Un niño que está enfadado siempre es porque no es feliz con la vida que lleva. También, puede experimentar resentimiento al sentirse humillado de manera constante por no alcanzar los objetivos que se le piden.
- Baja autoestima. No tienen motivación para hacer las cosas porque lo hacen por otros y no por ellos mismos. Esto les hace sentir una falta de autonomía grande que acaba en baja autoestima.
- Trastornos mentales. Sentir tristeza continua puede acarrear en trastornos mentales severos como la depresión.
- Riesgo de suicidio. A causa de la depresión que puede provocar la presión, puede haber cierto riesgo de suicidio al no sentirse nunca lo suficientemente pleno o satisfecho.
- Poca importancia al esfuerzo. Cuando los padres solo se preocupan por los resultados y no por el esfuerzo realizado, los niños pueden buscar alternativas para lograr esas metas, aunque no sean las adecuadas. Un claro ejemplo es cuando se copia en los exámenes. En ese caso, solo se busca tener una buena nota para ser merecedor del amor de sus padres, porque nadie valora su esfuerzo.
- Frustración anticipada. Cuando la presión es demasiado alta, es probable que los niños sientan presión anticipada. El objetivo es ser perfecto en algo, por lo que pueden sentir frustración antes de intentarlo. Piensan que a veces no merece la pena siquiera esforzarse, si después no van a poder ser los mejores.
Por qué ocurre
Es importante que, además de las consecuencias, se sepa por qué ocurre esta presión de los padres hacia los hijos. De esta manera, si a ti te ocurre, podrás flexibilizar un poco más tu mente y ser menos intransigente con tus hijos.
Normalmente, cuando los padres presionan a sus hijos, puede ser porque piensan que la búsqueda de la perfección es necesaria para alcanzar el éxito. Sin embargo, se olvidan de que lo más importante de la vida es poder disfrutar.
Los niños necesitan de tu tiempo y tu cariño
Los padres exigentes no tienen en cuenta los deseos ni los intereses de sus hijos. Ellos marcan las pautas a seguir sin pensar en las capacidades, las habilidades o en lo que realmente quieren los niños. Entonces, son autoritarios e intransigentes y buscan tener la vida de sus hijos bien controlada.
Si eres demasiado exigente, ten en cuenta que los niños no son adultos y que necesitan de tu tiempo y tu cariño. Por eso, debes permitir y respetar sus propios gustos e intereses. Forzándole a que haga cosas que realmente no le gustan, solo conseguirás alejarlo emocionalmente de ti.
Bibliografía
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- Bilbao, A. (2015) El cerebro del niño explicado a los padres. Editorial: Plataforma Actual