Enseña a tus hijos a sentir inspiración en lugar de envidia

Es importante enseñar a los niños que los éxitos de otros no les quitan nada a ellos. Que, en lugar de envidiar, pueden alegrarse por los logros ajenos e inspirarse en ellos.

Niña teniendo envidia de su amigo porque tiene una manzana y ella no.

La envidia es una emoción dañina que nos perjudica y nos aleja de los demás. Es posible que, desde bien temprano, los niños comiencen a experimentar este sentimiento al observar las realidades de otros. Sin embargo, como padres, tenemos la capacidad de guiarlos y ayudarlos a transformar esos celos improductivos en inspiración.

En primer lugar, hemos de comprender que es normal sentir envidia en determinadas ocasiones. No obstante, la frecuencia y la intensidad de esta emoción dependen de la personalidad de cada uno, al igual que el modo en que decidimos gestionarla. Por ello, en este artículo te explicamos cómo enseñar a tus pequeños a procesar y sacar provecho de estas circunstancias.

Transforma la envidia en inspiración

La envidia resulta nociva y dolorosa. Genera odio y rencor en nuestro interior, y enturbia las relaciones con los demás. Para evitar la gran infelicidad que la envidia trae aparejada, hemos de enseñar a los pequeños a mirar desde otra perspectiva. Específicamente, hemos de inculcarles el hábito de poner el foco en sí mismos y no en los demás. Pero ¿qué significa esto?

Evita las comparaciones

Muchas veces, somos los propios adultos quienes fomentamos la envidia en los niños sin darnos cuenta. Actos como ser excesivamente exigentes con ellos o tender a compararlos con sus hermanos, primos o amigos puede convertirlos en infantes perfeccionistas e inseguros.Niño sintiendo envidia por los regalos de su amigo.

Para evitar esto, procura recordarle a tu hijo que la única persona con la que debe compararse es consigo mismo. Que no debe superar a otros niños, sino superarse él cada día, avanzar y buscar su mejor versión.

No necesita ser mejor que su amigo en matemáticas, solo requiere esforzarse para superar sus propias calificaciones pasadas. Igualmente, si desea mejorar alguna habilidad, el punto de partida no han de ser sus compañeros; es su propio desempeño el que debe rebasar cada día.

Enséñale gratitud

La envidia surge cuando nos sentimos víctimas de la vida, cuando la percibimos como injusta y a nosotros como carentes y faltos de lo que deseamos. El mejor remedio contra este sentimiento es la gratitud. Inculca a tu hijo el hábito de reconocer todo lo bueno que le rodea y sentirse agradecido por ello. Enséñale a valorar su casa, su familia, sus amigos, sus juguetes, sus propias cualidades…

Mientras mantenga el foco en todo lo positivo que hay en su vida, se sentirá realmente afortunado y no quedará espacio en su mente para envidiar a otros o sentir que algo le falta.

Fomenta su autoestima

Una autoestima sólida permitirá a tu hijo estar seguro de lo valioso que es y de las muchas cualidades y virtudes que posee. La seguridad en sí mismo impedirá que se compare con los demás, que se sienta inferior o que busque la aprobación externa. Un niño con un amor propio sólido no se sentirá amenazado por los éxitos de sus compañeros, pues estará seguro de su propia valía.Niñas envidiosas.

De la envidia a la inspiración

Siempre habrá alguien más guapo, más inteligente, más creativo o más simpático que uno mismo. Y esto es algo inevitable. No obstante, no estamos obligados a sentirnos culpables ni defectuosos por ello. No tenemos por qué criticar al otro ni desear su fracaso. Esta actitud solo dañará a tu pequeño.

En su lugar, invítalo a alegrarse siempre por los logros de los demás. Es muy importante que se dé cuenta de que el éxito de otra persona no le quita nada a él. Si a su amigo le compran un juguete, él no pierde nada. Que su compañero saque un sobresaliente no hace que su nota baje. Las metas cumplidas de otros y su felicidad no afectan a nuestras propias posibilidades, entonces, ¿por qué enfadarnos?

Por el contrario, anima a tu hijo a sentirse feliz por la otra persona cuando esta consiga algo importante. Y, si él también desea conseguirlo, enséñale a tomar al otro como inspiración. Si él también desea sacar un sobresaliente, puede preguntar a su compañero qué técnicas de estudio utiliza y ponerlas también en marcha.

Si su hermano consigue un premio por buena conducta, puede seguir su ejemplo, inspirarse en él para lograr los mismos resultados. Todos podemos ser exitosos y todos tenemos algo que aprender y algo que enseñar a los demás. La envidia no tiene lugar.

Bibliografía

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  • Montañés, M. C., & Iñiguez, C. G. (2002). Emociones sociales: enamoramiento, celos, envidia y empatía.
  • Ortiz, M. Á. C., Calderón, M. J. G., VICTORIA, Y. M., & GÁNDARA, B. (2004). Evaluación de la envidia infantil: construcción de un instrumento autoinformado. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica18(2), 9-27.
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