Exponernos y exponer todo lo que hacemos está de moda. Da igual de lo que se trate: lo que cocinamos, cuándo viajamos, qué ropa utilizamos y dónde la compramos, qué hacemos cuando nos aburrimos, y hasta qué hace nuestro perro.
El objetivo es compartir y exponer la vida privada, la cotidianeidad de cada uno, para que la vea nuestro círculo más cercano, pero también, y este es el objetivo final, la mayor cantidad de gente. Así, en un mundo de infinitos escaparates, la discreción parece ser un valor que ha quedado en desuso, o en todo caso, pasado de moda.
¿Qué es la discreción?
La discreción hace referencia a la cautela o reserva para no contar lo que uno sabe o para guardar un secreto cuando no hay necesidad de que lo sepan o conozcan los demás. La discreción tiene relación con la prudencia, tanto para establecer un juicio como para hablar u obrar.
Con lo cual, una persona discreta es aquella que es reservada, moderada, mesurada y que no intenta llamar la atención, ni con sus actos, ni con su aspecto o declaraciones. Una persona discreta no tiene la necesidad de hablar de ella misma ni de los demás, ni tampoco de compartir a cada paso lo que hace o deja de hacer.
Por ello, en ocasiones, se suele describir a personas que son discretas como personas que no destacan ni sobresalen, lo cual es muy relativo y discutible.
La discreción, un valor en alza o un valor en desuso
Un valor es una cualidad por la que una persona es apreciada o bien considerada. Y, como hemos mencionado al principio, la discreción como valor no está del todo considerada.
A través de las redes sociales, sobre todo adolescentes y adultos jóvenes, no tienen la costumbre de ser discretos y dejar en un segundo plano la vida más cotidiana y privada, sino todo lo contrario. La forma de ser de nuestra sociedad actual es mostrarse mucho, hablar mucho de uno mismo y de los demás, meterse en la vida de los otros y permitir que se metan en la nuestra.
Ahora bien, la discreción sí está bien considerada según los ámbitos y los ambientes de los que se trate y la gente de la que nos relacionemos. Es decir, en algunos trabajos o en determinados contextos sociales la discreción es un valor importante, y las relaciones interpersonales se establecen procurando respetar algunas parcelas de intimidad de las personas, generalmente relacionadas con el ámbito de la vida privada.
Además, muy ligado al contexto o al ámbito de relación, la discreción también está bien vista en relación a la forma de hablar, cómo hablar, con qué tono y en qué momento. Es más, la discreción está bien vista en relación a las acciones y a las formas de moverse, incluso, a la forma de vestirse. La opulencia o la extravagancia no están bien aceptadas según el contexto y según para quién o quiénes.
“No puede haber gracia donde no hay discreción”.
-Miguel de Cervantes-
La discreción, un valor importante en la educación de nuestros hijos
Para considerar la discreción como un valor importante para educar a nuestros hijos, podemos enseñarles cuestiones como las siguientes:
- Enseñarles que las personas discretas logran hacer buenos amigos. Explicarles que la base de la discreción es la confianza, y cuando las personas saben guardar secretos o no hablan sobre lo que les cuenta otra persona, son de confiar.
- Explicarles que exhibir la vida de uno a través de las redes sociales no los hace ni únicos ni diferentes, ya que casi todo el mundo hace lo mismo.
- Evidenciar la importancia de la discreción en relación con su propia seguridad. Mientras más discretos logren ser respecto de dónde viven, con quién andan o los lugares que frecuentan, más protegidos podrán estar. De esta manera, se podrá evitar tener que vivir malas experiencias o situaciones con personas que tienen malas intenciones.
- Enseñarles que está bien compartir gustos y aficiones en las redes y con los amigos, pero que también está bien resguardar los pensamientos y los sentimientos importantes y compartirlos solo con la familia o con los amigos más íntimos, ya que solamente estas personas serán capaces de comprendernos y respetarnos de forma sincera.
- Remarcar que las personas discretas suelen ser personas inteligentes. Son personas que no hablan de todo porque creen saberlo todo. Al contrario, son personas que saben escuchar, que observan y reflexionan antes de opinar, e intentan no juzgar si no conocen la vida de los demás, ni sus circunstancias.
Hijos educados discretamente…
Precisamente porque vivimos en una sociedad cuya forma de ser es estar abierta al mundo para hablar a la ligera de todo y de todos, hay que educar a los hijos en el valor de la discreción. Precisamente por los tiempos en que vivimos, de constante exposición y extroversión, hay que enseñar a los hijos a ser discretos. Hay que procurar que comprendan que existen determinadas parcelas de su vida que deben seguir siendo privadas. Por su futuro y por su seguridad.
Incluso, cuando la personalidad de nuestro hijo se caracterice por ser más extrovertida, deberíamos enseñarle a ser discreto, ya que, con seguridad, por más sociable e histriónico que pueda ser un hijo, deberá saber comportarse de forma discreta en algún ámbito o contexto a medida que crezca y se desarrolle. O, en todo caso, agradecerá dar con personas discretas en algún momento de su vida.
Bibliografía
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- Vieira, M. A. (2004). La discreción como práctica de representación en el Curioso Impertinente. In Actas del V congreso internacional de la asociación de cervantistas. Recuperado de https://cvc.cervantes.es/Literatura/cervantistas/congresos/cg_V/cg_V_101.pdf
- Buxarrais Estrada, M. R. (2013). Nuevos valores para una nueva sociedad. Un cambio de paradigma en educación. Edetania, (43), pp. 53-65. Recuperado de https://riucv.ucv.es/bitstream/handle/20.500.12466/707/215-Texto%20del%20art%c3%adculo-577-1-10-20171122.pdf?sequence=1&isAllowed=y