Las causas por las que un bebé vomita después de comer son muy variadas y, en general, pasajeras. Sin embargo, cuando persiste en el tiempo, se intensifica y se presenta junto con otros síntomas, es necesario buscar atención profesional.
Durante el primer mes es normal que un bebé vomite de forma esporádica luego de alimentarse, según los expertos. Esto se debe a una inmadurez propia del sistema digestivo o a una reacción común a la leche. No obstante, si el reflujo ocurre de forma continua, podría indicar un problema de mayor gravedad.
Como padres, nuestra primera labor será detectar la causa de los vómitos. Esto determinará el tipo de tratamiento o cuidado que debemos ofrecer al niño. Veamos a continuación cuáles son los motivos que generan esta reacción en los pequeños.
Tu bebé, ¿regurgita o vomita?
En general, existen varias diferencias entre los vómitos reales y la regurgitación. Sin embargo, muchas madres los emplean como sinónimos. Según estudios, el vómito es la expulsión brusca del contenido gástrico por la boca, resultado de la contracción de la musculatura torácica y abdominal.
Por otro lado, la regurgitación es un fenómeno pasivo que consiste en la salida lenta y repetida del contenido estomacal fuera de la boca en escasa cantidad. Este último es común en los niños menores de 1 año.
5 causas por las que el bebé vomita después de comer
En los niños pequeños, los vómitos son una manifestación frecuente. Estos pueden ser el síntoma principal o acompañar a otras condiciones. Las causas son muy variadas y van desde afecciones leves y benignas, hasta enfermedades graves que precisan tratamiento quirúrgico.
1. La alimentación podría ser el desencadenante
Como ya se mencionó, todos los niños pueden vomitar debido al poco desarrollo de su sistema digestivo. En ciertos casos, una dieta errada conduce a la regurgitación, por lo que lo correcto será modificar la forma de la alimentación.
Según algunas fuentes, colocar en una mala postura al bebé durante o después de comer puede causar reflujo. Por tanto, es recomendable sostener al bebé en posición vertical por 20 minutos luego de las tomas.
Asimismo, una leve entrada de aire por el conducto durante la lactancia también ocasiona este tipo de síntoma. Como medida de prevención, es necesario esmerarnos en la tarea de ayudar al pequeño a que expulse los gases.
Por otra parte, el exceso de comida y la constitución del alimento también pueden causar regurgitaciones. Hay que prestar suma atención a aspectos como el tamaño del biberón, el espesor de la fórmula o del producto lácteo y la cantidad; también es necesario recordar que no se recomienda exceder la comida que se le da al bebé.
2. Infecciones estomacales
La gastroenteritis aguda en una de las razones más comunes por las que un bebé vomita después de comer. Por lo general, tiene un inicio agudo y se asocia con diarrea, dolor abdominal y fiebre. Investigaciones afirman que las infecciones por rotavirus y norovirus son las principales causas de este cuadro. En la mayoría de los casos, son infecciones autolimitadas que requieren manejo sintomático.
La principal medida es la reposición del agua y los electrolitos que se pierden a través del vómito y la diarrea. Los sueros de rehidratación oral son algunas de las opciones terapéuticas más utilizadas. El uso de antibióticos debe realizarse bajo estricta indicación médica, ya que las infecciones virales no responden a esos medicamentos.
3. Reflujo gastroesofágico
El reflujo gastroesofágico se origina por la poca madurez del esfínter esofágico inferior. Se trata de un músculo que permite el paso de los alimentos desde el esófago hasta el estómago; al no funcionar correctamente, la comida se devuelve. Una publicación de 2013 afirma que esta inmadurez esofágica predomina en lactantes de 1 a 4 meses y, por lo general, se resuelve de forma espontánea a partir de los 12 a 18 meses.
Se estima que el 60 al 70 % de los niños afectados tienen vómitos, al menos, durante una de las comidas del día durante los primeros 3 a 4 meses de vida, según estudios. Otros síntomas incluyen el rechazo de los alimentos y la pérdida de peso, así como los cólicos constantes, la tos, el llanto y la irritabilidad.
En recién nacidos y lactantes, se recomienda fraccionar la alimentación, así como no acostar a los pequeños de inmediato luego de las comidas y mantenerlos con la cabeza a 30 grados al dormir. Por otro lado, en los niños mayores es necesaria la disminución en el consumo de cítricos, chocolates, grasas, menta y condimentos.
4. Alergias alimentarias
En algunos casos, el bebé vomita después de comer a causa de alergias e intolerancias a la leche de vaca. La lactosa, o alguna otra proteína de la leche, sería la responsable. Esto ocurre en aquellos niños que por diferentes situaciones no reciben lactancia materna.
En las reacciones alérgicas agudas, los vómitos son bruscos posteriores a la ingesta de leche y pueden acompañarse de diarrea, reacciones en la piel y tos, según investigaciones. El diagnóstico es clínico, mediante la realización de diferentes pruebas inmunológicas, como la medición de los niveles de inmunoglobulina E (IgE).
El tratamiento incluye el cambio del tipo de leche lo antes posible y la modificación en el patrón de alimentación. El control del flujo de la comida y su distribución en varias tomas sería favorable.
5. Estenosis pilórica
La estenosis hipertrófica pilórica es el engrosamiento de la apertura entre el estómago y el intestino delgado, la cual no permite el paso adecuado de la comida. Esta condición es frecuente en las primeras 3 a 4 semanas de vida.
Los vómitos en el bebé aparecen después de comer y se caracterizan por ser ácidos, abundantes y proyectivos, como en «escopetazos». Además, el niño puede presentar mayor avidez por las tomas y una disminución de la cantidad de las heces.
Las complicaciones más comunes son el estancamiento en el crecimiento y la pérdida de peso, así como las alteraciones hidroelectrolíticas. El diagnóstico se realiza por clínica y ecografía. En la mayoría de los casos, se requiere corrección quirúrgica de la estenosis.
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¿Cuándo buscar atención profesional?
Los vómitos de inicio brusco continuados, asociados o no a la alimentación, requieren de evaluación por un profesional en pediatría lo antes posible. Otras señales de alerta que advierten la necesidad de atención médica son las siguientes:
- Vómitos con sangre.
- Dificultad para alimentar al bebé.
- Dolor abdominal intenso.
- Abdomen hinchado.
- Somnolencia.
- Irritabilidad y llanto continuo.
- Convulsiones.
- Boca seca, ausencia de lágrimas y disminución de la orina.
La atención oportuna es esencial
Como ves, existen varias condiciones por las que el bebé vomita después de comer. En primer lugar, debemos evaluar el tipo de alimentación y la posición de lactancia. En caso de que los síntomas persistan, recuerda que solo el médico podrá diagnosticar el motivo y brindar el tratamiento adecuado.
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